ANEXOS
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 87
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PRESENTACIÓN
La violencia contra las mujeres representa una evidente alarma social, y por tanto,
despierta el interés público. La sociedad apoya la demanda de protección, seguridad y
ayuda hacia las mujeres que viven algún tipo de violencia.
En los últimos años se han producido avances legislativos en materia de violencia así como
la creación de Programas encaminados al fortalecimiento institucional que permiten
comprender las limitaciones y barreras que existen entre los géneros; así como modificar y
romper las relaciones que limitan a las mujeres en su identidad, para revertir su posición
de subordinación y permitirles fortalecer su autonomía, a fin de asegurar su participación
en todas las áreas de la vida: de pareja, familiar, comunitaria , social, institucional y
política, entre otras.
Las acciones de sensibilización que se llevan a cabo en el Instituto Poblano de las Mujeres
permiten que cada vez más mujeres se informen y tengan acceso a personal especializado
y, de esta manera, puedan actuar consecuentemente dentro del marco de sus derechos,
reconociendo los rasgos de la violencia de género, y ofrecerles una información práctica,
legal, psicológica, social y de salud, para ayudarles a superar la situación de violencia que
sufren y para que, a la hora de adoptar una decisión, puedan hacerlo sin correr riesgos
innecesarios.
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INTRODUCCIÓN
Históricamente, la violencia hacia las mujeres ha existido en diversas formas y nuestro país ha
dado cuenta de ello; por lo que las diferentes instituciones del Estado han hecho propuestas para
combatirla. Dentro de estas instituciones y siendo una de las más importantes para brindarles
apoyo y atención a las mujeres que se encuentran viviendo esta situación, tenemos al Instituto
Poblano de las Mujeres, el cual ya ha alcanzado distintos avances para poder combatirla.
Cabe señalar que la violencia es toda acción que pueda causar en la víctima, un daño físico;
psicológico; patrimonial; económico y sexual; dentro del primero, encontramos que es cualquier
conducta en la que se haga el uso intencional de la fuerza contra el cuerpo de otra persona de tal
modo que encierre lesiones físicas, daños o dolor; el segundo, está considerado en aquellas
conductas que desvalorizan a la víctima, por medio de distintos actos, algunos de ellos pueden
ser: los celos, la ridiculización, amenazas verbales, insultos, los cuales en ocasiones son mucho
más difíciles de superar que los daños físicos; dentro de la violencia patrimonial, tenemos, la
transformación, sustracción, destrucción, retención o distracción de objetos, documentos
personales, bienes y valores, destinados a satisfacer sus necesidades y puede abarcar los daños a
los bienes comunes o propios de la víctima; en la violencia económica, encontramos toda acción
u omisión que afecta la supervivencia económica de la víctima; y por último, pero no menos
importante, tenemos como uno de los actos más difíciles que puede vivir una víctima, el maltrato
sexual, lo cual es cualquier tipo de intimidad sexual realizada de manera forzada por parte del
marido o compañero, no limitándose a la penetración vaginal o anal.
En muchas ocasiones esta violencia es provocada porque el hombre se siente un ser superior
ante la situación de las mujeres, y esto se puede deber a la educación que se ha recibido de
generación en generación; por los patrones paternos, que ejercían el rol dominante y agresor.
Cuando esta conducta se vuelve cotidiana se hace normal para la persona que la ejerce, así como
para la mujer que la recibe, ya que si durante su vida a observado y vivido los mismos patrones,
no se dan cuenta del grado de maltrato al que están siendo sometidas.
Los instrumentos más significativos a nivel internacional en materia de prevención y atención de
la violencia contra las mujeres son los tratados internacionales celebrados por el Estado
Mexicano, entre los que se encuentran, la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas
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La Ley para el Acceso de las Mujeres a una vida Libre de Violencia del Estado de
Puebla; publicada en el Periódico Oficial del Estado de Puebla el 26 de Febrero de
2007.
La ley para la Igualdad entre Mujeres y Hombres del Estado de Puebla, publicada en el
Periódico Oficial del Estado de Puebla el 22 de Agosto de 2008.
El Reglamento de la Ley para la Igualdad entre Mujeres y Hombres del Estado de
Puebla, publicada en el Periódico Oficial del Estado de Puebla el 11 de febrero de 2009.
El Sistema Estatal para la Igualdad entre Mujeres y Hombres, instalado el 11 de febrero
de 2009.
El Reglamento de la Ley para el Acceso de las Mujeres a una vida Libre de Violencia del
Estado de Puebla; publicado en el Periódico Oficial del Estado de Puebla el 11 de
Noviembre de 2009.
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El Sistema estatal para Prevenir, Atender, Sancionar y Erradicar la violencia contra las
Mujeres, integrado el 5 de marzo de 2008.
El Reglamento para el Funcionamiento del Sistema estatal para Prevenir, Atender,
Sancionar y Erradicar la violencia contra las Mujeres, aprobado el 30 de mayo de 2008.
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Cumpliendo con uno de sus objetivos, el Instituto Poblano de las Mujeres ha puesto especial
empeño en la disminución de la violencia de género en el Estado de Puebla a través de acciones
estratégicas en el ámbito público y privado mediante procesos de intervención inter e
intrainstitucionales encaminados al empoderamiento de las mujeres y a la mejora de su
bienestar personal, familiar y social; prevenir la violencia contra las mujeres y las niñas a través
de acciones de capacitación, promoción, difusión y puesta en marcha de proyectos piloto que
disminuyan el riesgo de ser víctimas de violencia por su condición de género y brindar
acompañamiento en los procesos de atención de las mujeres en situación de violencia de género
a través del fortalecimiento, ampliación, cobertura geográfica de las diferentes estrategias y
modalidades que emplea el Instituto Poblano de las Mujeres para lograr una atención oportuna,
expedita que evite la revictimización y logre el ejercicio de sus derechos humanos.
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género en diferentes áreas que se han considerado indispensables para protegerlas y ayudarlas a
salir de la situación de riesgo en que viven. Dentro de estos servicios se identifican la atención al
daño psicológico o emocional, la potenciación de capacidades o empoderamiento de las mujeres,
asesoría jurídica, así como la atención médica de las lesiones y secuelas físicas causadas por los
hechos de violencia. En otras palabras, estos servicios se han perfilado como una serie de
herramientas que den apoyo a las mujeres víctimas para que adquieran herramientas personales
que les permitan tomar sus propias decisiones sobre el camino que habrán de seguir para salir
del esquema de violencia que viven.
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No discriminación en el sentido más amplio del término, de tal suerte que las mujeres
víctimas de violencia serán atendidas por igual sin distinción por su condición de origen
étnico o racial, edad, credo, nivel económico, nivel social, escolaridad, capacidades
diferentes, nacionalidad, actividad profesional, orientación o preferencia sexual, y de
cualquier otra diferencia.
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FIGURA 1
La violencia contra las mujeres es reconocida en el siglo XXI como un problema de salud pública,
una violación a los derechos humanos y un tema de interés en todo el mundo. No obstante sus
consecuencias de orden físico, psicológico y social, es una práctica cotidiana favorecida por su
invisibilización y la permisividad social, sustentada en mitos que culpan a las mujeres de la
violencia ejercida contra ellas. Malestar, indignación y una normalización en los espacios donde
ocurre, son algunas de sus consecuencias.
Si bien es cierto, en el nuevo milenio la violencia de género es visible a través de los medios de
comunicación masiva y en las últimas décadas ha recibido una creciente atención pública, sin
embargo, no ha sido suficiente para desnaturalizarla y mostrar la estructura que la sustenta, ya
que sólo se ha evidenciado superficialmente. (Devalle, 2000).
Estas características biológicas instauradas en los cuerpos y en las mentes, así como en un
prolongado trabajo colectivo de socialización de lo biológico y de biologización de lo social, se
conjugan para invertir la relación entre las causas y los efectos y aparentar que una construcción
social es el fundamento natural de la división arbitraria de la realidad.
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Algunos estudios señalan la existencia de un activador que anuncia la interacción violenta. En una
intervención es preciso identificarlo, pues puede ser clave para el tratamiento y rehabilitación de
los actores. Las familias con comportamientos violentos tienen un sistema de creencias que
refuerza la aparición de los actos violentos. Este se manifiesta en vivir las diferencias como
grandes amenazas, y en la conformación de exigencias y expectativas que son inalcanzables por
los actores. Muchas de ellas derivan de roles genéricos que exigen a las mujeres un
comportamiento sumiso, sentimental, maternal y pasivo, y a los hombres, un rol de proveedores,
no demostrar sus sentimientos, dirigir y controlar. Dichos roles terminan convirtiéndose en
negaciones del deseo propio y la individualidad, en una especie de camisa de fuerza.
La violencia tiende a presentarse de forma cíclica, intercalando periodos de calma y afecto hasta
situaciones que pueden poner en peligro la vida de las mujeres. Tal dinámica nos advierte del
establecimiento de un vínculo de dependencia emocional y posesión difícil de romper, tanto para
el agresor como para la víctima.
Leonore Walter en 1979 describió el carácter cíclico del fenómeno de la violencia e identificó
tres fases o momentos:
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Las conductas violentas contra la mujer aparecen generalmente desde que inicia la relación y se
agravan con el paso del tiempo. El fenómeno de la violencia es de carácter cíclico y de intensidad
creciente que se caracteriza por tres fases o momentos en el ciclo violento de la relación de
pareja. (Canntrell, 1986)
2.3.1 FASES
1. Fase de Acumulación de Tensión:
Esta fase se caracteriza por la sucesión de acontecimientos que incrementan la tensión, la
hostilidad y ansiedad entre la pareja, variando en intensidad y frecuencia. Se produce una
dinámica marcada por la tolerancia al conflicto y la acumulación de tensiones resultantes de
ellos. La duración de esta fase del ciclo es diferente en cada pareja y puede durar desde meses
hasta pocas horas.
Características:
Se caracteriza por la sucesión de acontecimientos que incrementan la tensión, la
hostilidad y ansiedad entre la pareja, variando en intensidad y frecuencia.
Se producen agresiones “menores”, la mujer maneja estas agresiones a través de
conductas que antes le han resultado exitosas.
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La mujer deja que la pareja sepa que acepta su abuso, con la idea de que éste no se
enoje y explote.
La mujer se niega a sí misma que está enojada, racionaliza, llegando incluso a justificar
la agresión.
La duración de esta fase varía en cada pareja, algunas permanecen por largos períodos
de tiempo, pero una situación externa puede romper el equilibrio, razón por la que
muchas mujeres intentan controlar las posibles influencias o situaciones externas que
puedan alterar dicho equilibrio.
La mayoría de las mujeres no buscan ayuda inmediatamente después del ataque, a menos de
que estén muy heridas y requieran de atención médica, ya que la actitud que muestran es similar
a la de las víctimas de catástrofes, de colapso emocional: indiferencia, depresión y sentimientos
de desamparo, llegando incluso a aislarse hasta 24 horas o varios días posteriores al ataque.
2. Fase de la Explosión violenta: Durante esta fase se produce la descarga incontrolada de las
tensiones acumuladas durante la fase anterior. Esta descarga puede variar en gravedad y abarcar
desde un empujón hasta el homicidio. Esta fase tiende a incrementar tanto su ocurrencia como la
gravedad de la violencia o bien, puede suceder que permanezca igual durante algún tiempo,
antes de aumentar, caracterizándose por ser incontrolable e impredecible.
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Características:
Se distingue por la descarga de tensiones acumuladas en la fase anterior, se pierde el
control y el grado de agresión aumenta.
La mujer siente que ya no es posible controlar su terror, rabia y ansiedad.
Esta fase es más breve que la primera y tercera, el grado de violencia es impredecible e
incontrolable.
La sensación de terror y tensión incontrolables generan insomnio, inapetencia o a la
inversa, ganas de dormir y comer mucho.
Sólo el agresor puede poner fin a esta segunda fase a través de la reflexión para dejar
de producir la descarga de tensión. La opción para la víctima es encontrar un lugar
donde mantenerse a salvo. El por qué los hombres se detienen, no queda muy claro,
pero cualquier reacción de la mujer puede enfurecerlos aún más.
Al finalizar esta fase le sigue un shock: negación e incredulidad de que haya sucedido;
ambos encuentran la manera de racionalizar la gravedad del ataque.
La mayoría de las mujeres no buscan ayuda inmediatamente después del ataque, a menos de
que estén muy heridas y requieran de atención médica, ya que la actitud que muestran es similar
a la de las víctimas de catástrofes, de colapso emocional: indiferencia, depresión y sentimientos
de desamparo, llegando incluso a aislarse hasta 24 horas o varios días posteriores al ataque.
Características:
Fase caracterizada por el arrepentimiento y la demostración de afecto por parte del
hombre intentando reparar lo hecho; se siente culpable por su comportamiento y pide
perdón asegurando que no volverá a ocurrir.
El hombre realmente cree que no volverá a pasar y que será capaz de controlar su
enojo, inclusive intuye que le ha enseñado una lección a su pareja, con lo cual ella
dejará de hacer lo que hacía y él no necesitará recurrir de nuevo a la violencia.
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Frente a esta actitud conciliadora del agresor, la mujer experimenta confusión, perdona
la gravedad de los hechos y permanece en la situación violenta, buscando argumentos
que justifiquen las agresiones sufridas.
Su duración no ha sido determinada, parece más corta que la primera y más larga que
la segunda.
Esta es la fase donde las mujeres suelen solicitar ayuda, el momento en el que se sienten capaces
de salir de la situación. Sin embargo, son presa de la culpa por desear abandonar el hogar,
aunque están conscientes de no sentirse felices. Los hombres durante esta fase intentan
convencer a otras personas que deben ayudarle a recuperar a su mujer.
Las personas cercanas a la relación le pedirán a la mujer que vuelva con su pareja porque éste
necesita de su ayuda. Se observa grandes intentos de persuadirla. En esta fase prevalece la idea
de que quienes se quieren pueden superar toda situación adversa. Las mujeres eligen creer que
la conducta que observan les muestra a su verdadero marido, advirtiendo cuán frágil e inseguro
es y cuánto necesita de ella. La mujer se convence a sí misma de que él ha cambiado y podrá
lograr lo que le ha ofrecido. Revive como un reflejo fugaz su sueño original, lo hermoso que es el
amor. Él le recuerda que la necesita y amenaza con la idea de que pasarán cosas horribles si no lo
perdona (suicidio amenaza común).Las mujeres se ven así mismas como un refugio, la única
salvación de su pareja.
Frente a esta actitud conciliadora del agresor, la mujer experimenta confusión, perdona la
gravedad de los hechos y permanece en la situación violenta, buscando argumentos que
justifiquen las agresiones sufridas.
Es importante tener en cuenta que esta etapa no siempre se presenta en el ciclo, si la situación se
encuentra muy deteriorada, el agresor no pide “disculpas” por su conducta y constantemente
arremete a su compañera.
A medida que el ciclo se repite, los episodios se tornan más severos, se incrementa el grado de
violencia y los periodos de calma son cada vez más breves; puede ocurrir que las fases se acorten
o desaparezcan, esto se denomina escalada.
2.4 INCIDENCIA
La violencia contra las mujeres o Violencia Basada en el Género (VBG) se refiere a “una gama de
costumbres y comportamientos misóginos en contra de niñas y mujeres, que abarca tipos de
comportamientos físicos, emocionales, sexuales, económicos. Generalmente deriva de normas
culturales y sociales que le otorgan poder y autoridad a los hombres sobre las mujeres e incluye
actos de grado de maltrato en el hogar, la familia, el trabajo, los espacios públicos y en la
comunidad” (OPS, 2005).
Es a partir de la realización de la Encuesta Nacional sobre Violencia contra las Mujeres, ENVIM,
2003 y de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares, ENDIREH,
2006, que se cuenta con información que ofrece una mayor aproximación sobre los tipos,
modalidades y dimensiones de la violencia de género, entre lo que destaca que: en México, hay
21.6 millones de mujeres casadas o unidas, de las cuales 35% reportó haber vivido algún episodio
de violencia durante el año previo a la entrevista; el 43.2% de las mujeres sufrieron violencia por
parte de su pareja en la última relación; la violencia familiar contra las mujeres, sin considerar al
esposo o pareja sin incidentes se situó en 84.1% y la violencia familiar contra la mujer con
incidentes se sitúa en 15.9%; la violencia emocional representó el 37.5%, mientras que la
violencia económica el 23.4%, la violencia física con 19.2% y la violencia sexual con el menor
porcentaje, se ubicó en el 9%; la violencia comunitaria sin incidentes se situó en 60.3% mientras
que la comunitaria con incidentes se reportó en el 39.7%; la violencia patrimonial sin incidentes
se sitúa en 94.2% y la violencia patrimonial con incidentes representó el 5.8%. La violencia en el
ámbito escolar mostró el 15.6% y en el ámbito laboral fue de 29.9%, entre otras. También esta
misma encuesta nos menciona la relación y ámbito donde ocurre la mayor violencia contra las
mujeres en las relaciones de pareja, y por ende, el principal agresor es o ha sido el esposo, pareja
o novio. Así tenemos que cuatro de cada diez mujeres tienen o tuvieron una pareja, sea por
matrimonio, convivencia o noviazgo, han sido agredidas por él en algún momento de su vida
marital, de convivencia o noviazgo; entre las mujeres que están o estuvieron casadas o unidas y
que mantuvieron una relación de cohabitación la prevalencia de violencia de pareja es aún más
alta, alcanzando a cerca de la mitad de ellas (48.7%); El segundo ámbito de mayor violencia
contra las mujeres son los espacios comunitarios o públicos; 39.7% de las mujeres han
experimentado actos de violencia sexual, principalmente, por parte de desconocidos; el ámbito
laboral, se ubica como el tercer espacio donde se violentan los derechos de las mujeres.
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Tres de cada diez mujeres asalariadas, que trabajaron durante 2005, enfrentaron actos de
violencia en su espacio de trabajo, especialmente discriminación laboral. (INEGI: 194).
Según revela estima esta misma Encuesta, más de la mitad de mujeres en Puebla han padecido
algún cuadro de violencia ya sea física, sexual, económica o psicológica. En la ciudad de Puebla
se tienen 446 mil mujeres económicamente activas, de las cuales 30 por ciento ha recibido abuso
verbal en su trabajo y 16 de cada 100, acoso físico.
En la entidad poblana se estima que hay 2.3 millones de mujeres de 12 años y más, un millón son
madres de familia de la cuales 50 mil o más sufre violencia. De este universo cinco de cada diez
madres han sido o son sometidas a violencia emocional, 29.1 por ciento es víctima de violencia
económica, 25.9 por ciento reporta violencia física y 9.5 por ciento sexual.
Entre las mujeres agredidas 34.9 por ciento son víctimas de incidentes de un tipo, mientras que
29.2 por ciento de dos; 24.7 por ciento de tres y 11.3 por ciento recibe maltratos de los cuatro
tipos de violencia -emocional, económica, física y sexual.
Por otro lado, la Encuesta Nacional sobre Violencia en el Noviazgo (ENVINOV -2007) en el
apartado de Violencia establece que en general la violencia en el noviazgo tiende a pasar
desapercibida, por los propios jóvenes, sin embargo, detectó que en las relaciones de noviazgo
que establecen las y los jóvenes entre 15 y 24 años hay expresiones de violencia de muy distinto
tipo y en diferentes grados. Se detectaron tres tipos de violencia, la física, la psicológica y la
sexual. Según la información recolectada en la ENVINOV, el 15 por ciento de las y los jóvenes han
experimentado al menos un incidente de violencia física en la relación de noviazgo que tenían al
momento de la ENVINOV. Los incidentes de violencia tienen una mayor proporción en zonas
urbanas (16.4 por ciento), en comparación con las zonas rurales (13.2 por ciento).Es importante
conceptualizar la violencia física desde una perspectiva de género, la mayor proporción de
personas que reciben violencia física, son las mujeres (61.4 por ciento de las mujeres y 46 por
ciento de los hombres).
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15. El violento muestra facetas que van del silencio controlado a la palabra vociferante, de
la huida a la confrontación de hecho.
16. Poco a poco rompen las redes de apoyo de la persona para tener el control absoluto.
17. Soportar el maltrato emocional no percibiendo si quiera, el deterioro del que se han
apropiado, al recibirlo en forma permanente.
18. Cuando solicitan ayuda en la mayoría de los casos lo hacen para sus parejas.
19. Dudan de su salud mental, se ven anuladas en su auto confianza no pudiendo
discriminar lo importante y urgente de lo intrascendente.
20. Suelen justificar la acción de quien ejerce violencia porque le consideran enfermo o
porque atribuyen su comportamiento a la incidencia de factores externos.
21. Se asumen como culpables, responsables y merecedoras de tales castigos, pues no
logran atender y cubrir en su totalidad con las expectativas de quien les agrede.
22. Existe una exagerada propensión a la vergüenza, culpa y al miedo (sólo se es alguien
con un hombre a su lado).
23. Consideran que no tienen salida. Se victimizan.
24. Su pensamiento es rígido.
25. Su autoestima y confianza es débil.
26. Consideran que pueden hacer algo para cambiar a la persona que las arremete.
27. Creen que su destino es vivir al lado de quien las violenta.
28. Dudan de sus capacidades.
29. Cansancio y fatiga crónicos.
30. Problemas de memoria y concentración.
31. Cefaleas crónicas.
32. Disminución en el interés para participar en actividades significativas.
33. Miedo intenso, desesperanza, culpa, vergüenza y horror.
34. Recuerdos perturbadores recurrentes e intrusivos.
35. Ilusiones, alucinaciones y episodios disociativos.
36. Hipervigilancia o estado de alerta constante, palpitaciones.
37. Depresiones severas.
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22. Trastornos del sueños (dificultad para dormir o mantenerse dormido/a) y pesadillas
23. Ideas románticas en exceso
24. Ideas y actos suicidas
25. Tolerantes ante el abuso de poder
26. Síndromes diversos
27. Presentan dificultad para su manejo emocional
28. Su comunicación es indirecta
29. Presentan un yo disociado
30. Tienen una visión de túnel en su decisiones
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gran parte de sus energías y la dejan con pocas posibilidades de resolver el maltrato, y por el
contrario, las vuelven más vulnerables.
Creencia Mágica:
Sostiene dentro de sí misma, una solución mágica de la situación.
Ella vive permanentemente buscando signos de parte de su pareja, que le confirmen que
finalmente él está cambiando, en esto agota parte de su energía, que no puede canalizar para
lograr cambiar ella misma y generar alternativas para su propia vida.
Vivencia de catástrofe:
Consiste en una reacción emocional de pánico que lleva a la mujer a la parálisis. Puede darse
cuenta de que vive en peligro, pero no puede implementar estrategias para defenderse. Se
caracteriza por un estado mental de confusión, como de estar viviendo una pesadilla, con
frecuencia se acompañan de episodios de llanto y súplicas, que más tarde desembocan en una
actitud depresiva y de auto reproche.
Síndrome de Estocolmo:
Consiste en una actitud de simpatía e identificación con el agresor, en una situación de violencia
extrema. Genera conductas de adhesión y justificación a las acciones del atacante, como
resultado de la desesperación. Sus indicadores son:
Agradecer intensamente las pequeñas amabilidades del abusador.
Negar o justificar la violencia recibida.
Negar la propia rabia hacia el agresor.
Estar en constante estado de alerta para satisfacer las necesidades del agresor.
Dificultad para abandonarlo aun cuando tenga alguna posibilidad.
Tener miedo de que el agresor regrese aun cuando esté muerto o en la cárcel.
Presentar síntomas de estrés postraumático
Silenciosa:
La mujer no da señales de rebeldía, por el contrario, trata de pasar desapercibida, poniéndose
fuera del alcance de la pareja violenta, evita hablar con él, cuida las palabras y el tono con el que
se dirige a él, realiza sus tareas de tal manera que nada le moleste a él, sigue sus órdenes y
señalamientos para no provocar su estallido de violencia, que finalmente no logra posponer.
Síndrome de dejarse morir:
Las fuerzas vitales de la mujer que vive violencia conyugal se agotan poco a poco, llegando a un
estado en el que es frecuente que las fantasías de suicidio aparezcan. Desea que la pareja la mate
de una vez por todas, o bien, dormir y no despertar más. Realiza sus actividades de manera
automática con grave riesgo de sufrir un accidente.
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Manifestando ansiedad, pánico, ira, inseguridad, incredulidad, llanto incontrolado, sollozos, risas,
insomnio, tensión muscular, irritabilidad, desconfianza y temor hacia todo lo que le rodea, así
mismo se presentan sentimientos de humillación, vergüenza, fuertes deseos de venganza,
impotencia y auto culpabilidad, así como sentimientos de vulnerabilidad e indefensión.
La fase de reorganización:
En la cual la persona presenta un visible aumento de la actividad motora. Hay una búsqueda de
alternativas que le permitan reiniciar su vida. Ya sea búsqueda de apoyo profesional o sólo alguien
que la escuche y comprenda.
Trastorno de estrés postraumático:
Se presenta después del evento traumático grave, y se caracteriza por:
Los costos de la violencia rara vez se distribuyen de manera homogénea. Las personas con menos
posibilidades de protegerse ante las adversidades económicas, serán las más gravemente afectadas.
La relación entre el maltrato por parte del compañero y la disfunción psicológica tiene importantes
implicaciones con respecto a la mortalidad femenina debido al riesgo aumentando el suicidio.
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Según un estudio de la Organización Panamericana de la Salud del 2000, los intentos de quitarse
la vida por parte de las mujeres víctimas de agresiones son 12 veces más altos que en el resto de
la población femenina.
Considerando la prevalencia del abuso doméstico y la naturaleza de sus efectos sobre la salud de
las mujeres- y la salud de la sociedad en su conjunto-, es pertinente afirmar que la victimización
representa un desgaste significativo de los recursos disponibles para la salud al desviar los
escasos recursos hacia el tratamiento de una enfermedad social que, mayormente, puede
prevenirse.
Veamos en el cuadro que a continuación presentamos todo lo que la violencia conlleva en costos,
efectos, pérdidas y sufrimiento tanto a nivel personal como social y lo que ello implica en la vida
de la persona y en el colectivo social.
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Así mismo, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicano en su artículo primero señala
que todas las personas gozarán de los derechos humanos reconocidos en ella y en los tratados
internacionales que el Estado mexicano sea parte. Destaca la prohibición de toda discriminación
motivada por origen étnico o nacional, de género, por edad, por tener alguna discapacidad, por
condición social o de salud, a causa de las ideas religiosas, las opiniones, las preferencias
sexuales, el estado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad humana y tenga por objeto
anular o menoscabar los derechos y libertades de las personas.
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(CUADRO 8) LEY GENERAL DE ACCESO DE LAS MUJERES A UNA VIDA LIBRE DE VIOLENCIA.
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(CUADRO 11 ) NOM-046-SSA2-2005
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(CUADRO 12 ) LEY DE ACCESO DE LAS MUJERES A UNA VIDA LIBRE DE VIOLENCIA DEL
ESTADO DE PUEBLA.
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Gratuidad, en la medida en que forma parte de los derechos de las mujeres y tiene
correspondencia con las obligaciones del Estado.
Accesibilidad e inmediatez: se atiende a la brevedad en los espacios de atención
cuando la mujer víctima se encuentra en una situación de crisis para lo cual deben
estar identificados los espacios de entrada a cualquiera de los servicios que se ofrecen;
Flexibilidad: se ofrece conforme a las necesidades de cada una de las mujeres víctimas
que lo solicita, en el contexto que lo requiere y en los ritmos temporales que su
situación lo permite;
Oportunidad: está disponible para las mujeres víctima en situación de crisis al llegar al
espacio de atención o al hacer contacto telefónico a través de una línea telefónica;
Calidez: la atención se brinda con empatía, sensibilidad, respeto a los derechos
humanos y a la dignidad de la persona;
Profesionalismo: es realizado por personal titulado en el área psicología,
psicopedagogía y afines, con cédula profesional;
Especialización: los servicios se ofrecen por personal especializado en cada una de las
áreas de la atención integral bajo los esquemas señalados: humanista y con perspectiva
de género y de derechos humanos;
Voluntario: el ingreso y la permanencia en los servicios es decisión de las mujeres
víctimas;
Programación: el servicio se brinda a partir de citas organizadas conforme a las
necesidades de las mujeres víctimas, al tipo de servicio de que se trate y a la capacidad
de atención de los espacios;
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Es importante insistir que todos los espacios de servicio deben respetar a cada una de las
mujeres que se atiende, lo que incluye mostrar consideración por los tiempos y ritmos que cada
una imprime a sus propios procesos, incluso cuando parezca que no se avanza o cuando ella
decide trastocar el programa, detener o interrumpir sus sesiones.
En todos los servicios, el personal debe tener una formación profesional especializada en el área
correspondiente y estar capacitado/a para brindar la orientación o apoyo que requiere una mujer
determinada, incluso en situación de crisis; debe tener habilidad para valorar la dimensión del
problema que se le presenta y capacidad para tomar las decisiones pertinentes, tanto en relación
a las mujeres víctimas de violencia como a familiares y testigos de la misma, en caso necesario.
4.3 ALCANCES
Brindar información especializada que permita hacer medición de riesgo, orientar y solicitar
medidas de seguridad para la mujer víctima, elaborar un plan de seguridad para ella y su
referencia a refugios.
La atención legal a víctimas de violencia; debe proporcionar de manera inmediata, oportuna y
eficiente la asesoría jurídica específica cubriendo los siguientes aspectos:
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Asentar en forma cuidadosa y de la forma más clara y precisa, los actos de violencia
que relate la persona probable receptora de violencia.
Acompañar a la víctima a la comparecencia de las partes, que resultan de gran
importancia en la medida que permite allegase de elementos de convicción que
permitan resolver el conflicto de violencia familiar para que pueda servir a las usuarias
en otros trámites legales.
Asesorar cuando las partes desean continuar unidas precisando acciones a realizar
para frenar la violencia como lo es la atención psicológica, mientras que cuando se
pacta la separación, se pactan compromisos de pensión alimenticia, convivencia,
domicilios, etc.
Asesorar para ejecutar normas y procedimientos que hagan efectiva la participación de
la víctima del delito como coadyuvante del Ministerio Público, en las diferentes etapas
del proceso legal.
Asistir al juzgado brindando el acompañamiento necesario hacia la víctima del delito.
Violencia familiar
Intimidación
Adulterio
Bigamia
Lesiones
Violación
Violación conyugal
Abuso Sexual
Aborto
Estupro
Hostigamiento y/o acoso sexual
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Incesto
Retención o sustracción de menores e incapaces
Robo
Delitos que atentan contra el cumplimiento de la obligación alimenticia
Despojo
Daño a la propiedad
Medidas cautelares/órdenes de protección
Pensión alimenticia
Custodia de menores
Régimen de visitas
Divorcio necesario y voluntario
Sucesión intestamentaria
A continuación se mencionan los procedimientos jurídicos más comunes en la atención
de la violencia contra las mujeres, con el fin de que el personal encargado de brindar la
orientación legal, puedan proporcionar información básica.
5.1 DIVORCIO
Divorcio administrativo
Artículo 436 del Código Civil.
Ser mayor de edad.
No haber procreado ni adoptado hijos;
Estar sometidos a separación de bienes, como régimen económico actual de su
matrimonio o no haber adquirido bienes inmuebles que sean gananciales y haber
liquidado esa sociedad por convenio.
No estar la mujer encinta
Tener su domicilio familiar en el Estado de Puebla, y haberlo tenido en él los seis meses
anteriores a su promoción
Tener más de un año de casados.
Divorcio voluntario
Artículo 442 del Código Civil.
Los cónyuges que teniendo más de un año de casados, pueden divorciarse por mutuo
consentimiento.
Art. 443 del Código Civil.
Deberá acompañarse por un convenio donde se especifique:
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Divorcio necesario
Artículo 454 del Código Civil
Son Causas de divorcio:
El adulterio de alguno de los cónyuges
El hecho de que la mujer dé a luz durante el matrimonio un hijo concebido antes de
celebrarse aquél, y que judicialmente se declare que no es del marido;
La perversión de alguno de los cónyuges demostrada por:
• La propuesta de un cónyuge para prostituir a su consorte, sea que aquél lo haya
hecho directamente, sea que haya recibido cualquiera remuneración con el
objeto expreso de que el cónyuge a quien se pretenda prostituir tenga
relaciones sexuales con otra persona;
• La incitación a la violencia hecha por un cónyuge a otro para cometer algún
delito;
• El conato del marido o de la mujer para corromper a los hijos ya sean estos de
ambos cónyuges, ya de uno solo, así como la tolerancia en su corrupción; o,
• La imposición de la cópula con violencia y en contra de la voluntad de la mujer;
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• Las conductas de violencia familiar cometidas por uno de los cónyuges contra el
otro; contra los hijos de ambos cónyuges o de
• uno solo, que hagan imposible la vida en común;
• La bigamia; o
• Algún otro hecho tan grave como los anteriores.
Sufrir una enfermedad somática, crónica, que sea además contagiosa y hereditaria;
Haber sido declarado en estado de incapacidad por las causas enumeradas en la
fracción II del artículo 42;
El abandono injustificado del domicilio familiar por cualquiera de los consortes,
durante 6 meses consecutivos;
La declaración de ausencia legalmente hecha;
La sevicia, las amenazas, la difamación o injurias graves, o los malos tratamientos de un
cónyuge para el otro, siempre que éstos y aquéllas sean de tal naturaleza, que hagan
imposible la vida en común;
La acusación calumniosa hecha por un cónyuge contra el otro por un delito, cualquiera
que sea la pena que corresponda a éste;
Haber cometido uno de los cónyuges un delito que no sea político, pero sí intencional,
sancionado con una pena de prisión mayor de dos años;
El alcoholismo crónico;
El uso no terapéutico de enervantes, estupefacientes o psicotrópicos o de cualquier
otra substancia que altere la conducta del individuo y que produzca
farmacodependencia;
Cometer un cónyuge contra la persona o los bienes del otro, un hecho que sería
punible de cometerlo una persona extraña, si tal hecho tiene señalada en la ley una
pena que pase de un año de prisión;
La negativa injustificada a cumplir la obligación alimentaría respecto al otro cónyuge y
a los hijos;
Injurias un cónyuge a otro, por escrito, en un juicio de nulidad de matrimonio o de
divorcio, o imputar una a otro, en tales juicios, hechos vergonzosos que afecten al
decoro, honor o dignidad, cuando las injurias o imputaciones hagan imposible la vida
en común;
La separación de los cónyuges por más de dos años, independientemente del motivo
que la haya originado; esta causal podrá ser invocada por cualquiera de ellos y no
existirá cónyuge culpable, por lo que ambos interesados tendrán expeditos sus
derechos para promover en otro juicio las acciones que procedan respecto a los
derechos y obligaciones que hayan surgido en virtud del matrimonio, así como para
resolver lo relativo a su régimen de bienes.
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Contar con una abogad(a) con título inscrito ante el Tribunal Superior de Justicia del
Estado, en caso de no poder solventar sus gastos el Estado cuenta con instituciones
conocidas como defensorías de oficio, en donde se proporcionan servicios de asesoría
jurídica y promoción.
Copia certificada del acta de matrimonio civil.
La dirección del lugar en donde viva o haya vivido con su pareja en matrimonio.
El domicilio en donde él viva o donde pueda ser localizado.
El nombre de los hijos que tienen en común con la pareja de la cual desea divorciarse.
Es importante tener las copias certificadas de las actas de nacimiento de cada uno de
ellos y, si no se cuenta con ellas, es necesario que lo más pronto posible inicie los
trámites para obtenerlas en las oficinas del Registro del Estado Civil de las Personas
donde se haya expedido cada acta, o ante la oficina Central del Registro Civil a pedir
que se expidan copias certificadas de estas actas tras en pago de derechos
correspondientes.
Con independencia de la causa que la persona señale como la que da origen al
divorcio, es recomendable hacer una breve narración de hechos que cuenten en forma
concreta lo ocurrido durante el matrimonio y los motivos que propician el divorcio. En
esta relatoría es importante indicar dónde fue celebrado el matrimonio, si ha habido
separación de alguno de los esposos, si en el lugar donde vivía con su pareja tenían y
gozaban de independencia y libertad para tomar sus propias decisiones o si hubo
conflictos. Respecto al divorcio hay que indicar si éste es de común acuerdo o si solo es
deseado por uno de los miembros de la pareja, si se trata de divorcio a consecuencia
de conflictos, es necesario precisar los nombres de las personas involucradas, las que
estuvieron presentes y pueden ser testigos, la fecha y hora de los acontecimientos, en
todo caso lo que se debe determinar son las circunstancias de tiempo, modo y lugar.
Todos los documentos mencionados pueden presentarse en copias para efectos de asesoría, pero
tratándose del trámite del caso, los documentos deben presentarse en formato original o copia
debidamente certificada, pues las copias fotostáticas no tienen el mismo valor como pruebas
ante los jueces y autoridades, aunque pueden exhibirse, señalando el archivo en el que obren los
originales.
Una vez recibida la demanda de divorcio ante los juzgados familiares, el juez que conozca de la
causa, deberá resolver sobre todos aquellos puntos que le plantearon las partes, entre ellos:
Los montos y la forma de garantizar que los hijos tengan lo necesario para su
subsistencia tanto durante el procedimiento como después de concluido.
Cualquier medida que crea conveniente para que se protejan los bienes y derechos de
los esposos y de sus hijos, incluyendo en el caso de que la mujer esté en esos
momentos embarazada.
La persona que se hará cargo de la protección, guarda y custodia de los hijos, misma
que podrá ser la persona que de común acuerdo decidan o la que el/la demandante
proponga, siempre que se trate de niños mayores de 7 años, pues los que sean
menores a esta edad se deben quedar con la madre excepto en el caso de que
permanecer con la madre implique peligro para ellos.
En caso de que el divorcio sea a consecuencia de violencia familiar, el juez debe
prohibir al esposo demandado realizar actos de molestia a la persona que demanda.
Todas estas medidas se deben tomar por el juez y son obligatorias mientras dure el
divorcio; el juez está facultado para cambiar las mismas.
Si las disposiciones establecidas en la sentencia no se cumplen, las sanciones pueden
ser: en el ámbito civil pérdida de la patria potestad, lo que extingue el derecho de ver
los hijos, pero no la obligación de proporcionarles alimentos. En el ámbito penal,
constituye un delito de desacato a un mandato judicial que puede ser denunciado ante
el Ministerio Público.
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5.5. LESIONES
De acuerdo al Código de Defensa Social para el Estado de Puebla de acuerdo al Artículo 305,
comete el delito de lesiones, el que causa a otro un daño que altere su salud física o mental o
que deje huella material en el lesionado.
Es necesario contar con un dictamen pericial de peritos médicos/as legistas adscritos a la Agencia
del Ministerio Público donde se clasifiquen las lesiones a efecto de que presente su formal
querella por el daño corporal causado por el agresor.
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Es importante hacer saber a las usuarias que al tomar la decisión de denunciar ante una Agencia
del Ministerio Público deben tomar en cuenta:
Cualquier persona puede acudir a denunciar el delito de violencia del que haya sido
víctima, inclusive si es menor de edad.
Si la víctima es madre, padre o tutor o tutora de un menor de 18 años que sufrió
violencia, llevará su identificación (cartilla de vacunación o acta de nacimiento).
Es importante que alguien de confianza de la víctima la acompañe.
Una persona testigo de un delito de violencia puede también denunciar, aunque no
tenga relación con la víctima.
Informar si el agresor tenía pistola, cuchillo, u otra arma con la que pudiera hacer daño,
y si hubo amenazas o golpes.
Decir en qué lugar sucedió la agresión y a qué hora aproximadamente.
Acoso sexual. Es una forma de violencia en la que, si bien no existe la subordinación, hay un
ejercicio abusivo de poder que conlleva a un estado de indefensión y de riesgo para la víctima,
independientemente de que se realice en uno o varios eventos.
El hostigamiento y el acoso sexual produce diversas consecuencias en las víctimas, todas graves,
que limitan su desarrollo laboral, personal y familiar. Por ello es indispensable que mediante el
mecanismo de actuación y procedimiento pueda identificarse el detrimento generado a las
personas en situación de hostigamiento o acoso sexual.
Identificar a su agresor sin ser vista por él, en el caso de delitos sexuales.
Coadyuvar con el Ministerio Público y aportar todos los elementos que a su derecho
convengan.
Reparación del daño moral y material del delito.
Es por esto que las consultantes tienen una gran necesidad de ser entendidas y
acompañadas; requieren de palabras y actitudes que las calmen y las sostengan para
reducir la tensión. Lo cual implica proveerle cierto grado de seguridad y estimular que
continué las relaciones con el exterior que reduzcan esas tensiones. El profesional debe
tener en cuenta que al brindar la asesoría legal también esta dando un acompañamiento
emocional y desde un enfoque de profesionalización debe contar con los recursos básicos
de atención emocional.
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Conocimiento los riesgos que enfrentan las mujeres víctimas de violencia y capacidad para
valorar una situación concreta.
6.2. RESPONSABLE
Dirección de Asuntos Jurídicos y Orientación Psicológica
6.3. ALCANCES
Ofrecer asesoría jurídica a las mujeres con enfoque de género y confidencial.
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Establecer empatía. Significa ponerse en los zapatos del otro, es decir, el y la profesional debe
mostrar una sensibilidad y un acompañamiento verbal y corporal, con la finalidad de establecer
una sintonía con la mujer que vive violencia, para poder percibir a través de todos sus sentidos
los sentimientos, expresiones, conductas y necesidades que comunica la mujer con su cuerpo y
discurso. Con esta actitud la mujer percibirá que la postura del profesional es la de apoyarle en
todo momento. Para establecer empatía es importante la escucha activa, consiste en atender con
cuidado los mensajes de la usuaria, sus emociones manifiestas en el tono de voz y el contenido
de su discurso, con el propósito de entender las palabras, identificar sus necesidades inmediatas
y poder ligar los significados, las formas y contenido con su expresión no verbal, su lenguaje
corporal, gestos y actitudes. 77
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Es importante comentarle a la usuaria los servicios que prestan los albergues y señalarle que son
gratuitos. Estos servicios son: 80
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Nota: Recuerda que es importante canalizar a los albergues a través de oficios para facilitar que las
usuarias sean atendidas oportunamente. Previa consulta telefónica de la disponibilidad del albergue
(cupo) para atenderla.
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6.5. LA SISTEMATIZACIÓN
Es el conjunto de datos integrados en indicadores cuantitativos y cualitativos que reflejan las
acciones y tareas de los servicios de atención. Su mecanismo de operación es el registro único de
datos integrado en el sistema SARA para:
6.6. EVALUACIÓN
Es importante se lleve a cabo una evaluación constante del trabajo que llevan a cabo las y los
integrantes del equipo, de este modo se logra hacer efectivo el accionar conjunto, se fortalecen
los logros de un abordaje óptimo, así como el acceso a las mejores alternativas para cada
situación.
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Las reacciones que se presentan más frecuentemente en el trabajador que atiende a víctimas de
violencia se han tipificado de diferentes maneras, como: trauma vicario, estrés traumático
secundario, fatiga de compasión y el síndrome del “burtnout o del quemado”.
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Síndrome crónico del burnout: Desde 1974 Herbert Fredeunberger acuñó este término para
referirse a un cuadro “caracterizado por agotamiento y la pérdida de interés en el trabajo en las y
los profesionales junto con la aparición paulatina de ansiedad y síntomas de depresión”.
El burnout afecta a las y los operadores cuyo trabajo está basado en una relación de sostén y
ayuda a las personas. Su manifestación es progresiva y tiene diversas causas: el contacto continúo
con hechos traumatizantes, la demanda de las personas que sufren y la relación con el resto de
los grupos de trabajo, sobre todo con los superiores.
Las y los profesionales que trabajan en violencia son por definición altruistas, disponibles,
incondicionales”, sin embargo estas características no dan elementos teóricos ni técnicos para
trabajar con ellos. Es lo que la práctica cotidiana genera en las y los profesionales, esto es, “las
presiones que suelen ejercer las víctimas, por las urgencias que tantas veces plantean, pueden
tener el efecto de violentar a los operadores. Esto puede constituirse en una fuente de conflictos
que suele expresarse mediante microviolencias en la práctica cotidiana. Microviolencias que
suelen manifestarse en los silencios, en los pequeños gestos, en actitudes indiferentes al
sufrimiento, en las modalidades para preguntar. Ceder a esos actos violentos y suponerse bueno
y disponible termina siendo una formación reactiva por la cual la violencia puede buscar
manifestarse en algún momento, no sólo en una entrevista sino también en otros profesionales o
en el equipo de trabajo, generando nuevos circuitos violentos”.
Velásquez (2003) habla del fuerte impacto que produce la experiencia profesional de trabajar con
el tema de la violencia puede inscribirse en el psiquismo del personal que brinda la atención, en
forma traumática. Es importante que se busque un espacio grupal e institucional que facilite su
elaboración, ya que este tipo de práctica puede constituir un factor de riesgo para la salud física
y mental.
Es necesario ser cuidadosos con este aspecto de la práctica para que esa violencia no ejerza
influencia alguna en el campo de lo personal, en el espacio de la entrevista y/o en el interior del
grupo. Es de suma Importancia buscar estrategias (personales y grupales) para ayudar y sostener
a las consultantes, pero que al mismo tiempo permitan mantener ciertos límites que protejan a
los profesionales. “La comprensión emocional no sólo consiste en comprender a quien consulta,
sino también a comprenderse a uno mismo en la función profesional.” (Velásquez: 268) Vale la
pena que las y los profesionales se pregunten “Qué me pasa con/ De qué forma me “toca” lo que
escucho?, ¿Cómo me siento?, ¿Cómo lo proceso?”
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Las características del burnout que presenta una persona con este síndrome son:
Agotamiento emocional: es una sensación de estar exhausta de estar drenada de haber
agotado todos los recursos a causa de un exceso de trabajo y de conflictos personales.
Despersonalización: se refiere a una respuesta insensible y distante hacia el otro. Hay
indiferencia y actitudes deshumanizadas, como burlas y agresiones.
Falta de realización personal: implica falta de productividad en el trabajo, desmoralización y
una sensación de ser incapaz de enfrentar las exigencias. Además de falta de interés en general
por cualquier otra actividad.
A nivel conductual:
Ausentismo laboral
Conductas adictivas (alcohol, drogas, fármacos, etc.)
Incapacidad para relajarse
Conductas violentas
Comportamiento de alto riesgo
Apatía
Actitud Negativa
Desacuerdo y queja
Irritabilidad
Crisis de pánico y otras fobias (sociales o específicas)
Incapacidad de concentración
Fallos de atención y memoria
Resentimiento
Baja autoestima
Culpabilidad
Sentimientos de desamparo y frustración
Depresión
A nivel Laboral:
Disminución de rendimiento en el trabajo
Disminución de la calidad de atención a clientes
Pérdida del sentido de responsabilidad ante el trabajo
Hostilidad, sarcasmo
Comunicación deficiente
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ANEXOS
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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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Revista de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, núm. 4, año III, abril 2005.
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Ley para el Acceso de las Mujeres a una vida Libre de Violencia del Estado de Puebla; publicada
en el Periódico Oficial del Estado de Puebla el 26 de Febrero de 2007. 91
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Ley para la Igualdad entre Mujeres y Hombres del Estado de Puebla, publicada en el Periódico
Oficial del Estado de Puebla el 22 de Agosto de 2008.
Reglamento de la Ley para la Igualdad entre Mujeres y Hombres del Estado de Puebla,
publicada en el Periódico Oficial del Estado de Puebla el 11 de febrero de 2009.
Reglamento de la Ley para el Acceso de las Mujeres a una vida Libre de Violencia del Estado de
Puebla; publicado en el Periódico Oficial del Estado de Puebla el 11 de Noviembre de 2009.
Reglamento para el Funcionamiento del Sistema estatal para Prevenir, Atender, Sancionar y
Erradicar la violencia contra las Mujeres, aprobado el 30 de mayo de 2008.
Roberts, A.R., (2005), Crisis Intervention Handbook: assessment, treatment an research, New
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Sistema Estatal para Prevenir, Atender, Sancionar y Erradicar la violencia contra las Mujeres,
integrado el 5 de marzo de 2008.
Sistema Estatal para la Igualdad entre Mujeres y Hombres, instalado el 11 de febrero de 2009.
Velázquez, S. (2003): Violencias cotidianas, violencia de género. Escuchar, comprender, ayudar,
Paidós, Buenos Aires.
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