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DROGADICCION

ANGY LORENA GUZMAN


ERIKA NARVAEZ
IVON HELENA TOVAR
DANIEL CAMILO MORA

UNIVERSIDAD SURCOLOMBIANA
NEIVA-HUILA
2018
historia
Se pierde en el tiempo la tradición de consumir drogas - cada pueblo y cada cultura van
teniendo las suyas. Unas veces, el hombre ha buscado en ellas la nutrición física, otras la
cura para sus enfermedades, otras para alimentar sueños o alcanzar el transcendente,
influenciar el humor, buscar la paz o la excitación, en fin, simplemente para abstraerse
del mundo que lo rodea y lo perturba en cierto momento de su existencia (1). Y un cierto
misterio que rodeaba el templo de Eleusis, desde el siglo IV A.C. hasta la edad helénica,
donde dominaba el culto de los dioses Demetrio (con una amapola ornando sus
estatuas), Dionisio y Orfeo, ha ido perdurando en una áurea mítica que ahora poco a
poco se deshace en buena parte de los países...
En el período de los imperios coloniales, las drogas han
sido usadas predominantemente como moneda de
cambio, con una completa indiferencia por las
consecuencias del uso para fines distintos de los
medicinales o de mediación en los contactos con
el trascendente.
Principales drogas de origen natural
Cannabis:
cuya cuna habrá sido en las estepas de Asia central
donde continúa a crecer de modo salvaje, por
ejemplo en Kazakhstan y Kirguistán, (se observa hoy que
su autodestrucción masiva puede pelear con aspectos
ecológicos de recuperación de áreas desérticas) se
constata que la historia de su difusión se confunde con
la de sus migraciones.. Cultivada a causa de sus fibras,
del aceite extraído de sus granos y como forraje para
los animales, temprano ( 2.700 A.C. ) se le reconocen propiedades psicoactivas, como
sedativo para tratamiento de la alineación mental en la farmacopea del emperador
Chen-nong. Los poderes estimulantes y euforizantes del cáñamo han sido elogiados en
uno de los cuatro libros santos indo-arianos (1.300 A.C. ). Después de ser secadas y
reducidas a polvo, las sumidades floridas son mezcladas en los alimentos o bebidas. Un
papiro egipcio del siglo VI A.C. cita la planta entre las drogas sagradas del faraón. En el
siglo IX A.C. es utilizada en la Asiria como incensó.
Coca:
su producción está siendo casi un monopolio de los países
andinos, en especial de Bolivia y de Perú, los orígenes
conocidos de su consumo tradicional remontan a cerca de
5000 mil años atrás, aparece conectada particularmente
al alivio del esfuerzo físico y mental provocado por el
trabajo en altitud.
Con la colonización española y las guerras, principalmente empezando con las luchas
para la independencia, a partir del inicio del siglo XIX, la hoja de coca permite a los
combatientes de ambos lados soportar la fatiga y los rigores del clima. Y el dominio sobre
el cultivo y el mercado de la hoja de coca anduvo muchas veces al ritmo de las
conquistas realizadas.
A pesar del fervor religioso del clero, que intento erradicarla su cultivo persistió dado el
valor económico que representaba, al punto de no sólo la Corona española cobrar tributo
sobre la misma, sino también la propia Iglesia recaudar de ella el diezmo.
En realidad, los depósitos de hoja de coca y de productos alimenticios permitieron dar
comida a los indigentes, aprovisionar al ejército, a la población en períodos de hambre y a
la mano de obra para los grandes trabajos.
Opio:
los vestigios más antiguos conocidos (4200 a. C.), objetos que
habrán servido para quemar opio y bolsas de cápsulas , habían
sido encontrados en la gruta funeraria de Albuñol, cerca de
Granada, en España.
En el Mediano-Oriente, la amapola del opio era conocida por la
«planta de la alegría». Y sus guirnaldas aparecieron por las coronas
de los dioses de la mitología griega (Morfeu sacude las amapolas
todas las noches sobre los mortales a fin de proporcionarles reposo y olvido).Hasta al siglo xvi, en
Europa el opio camina en la frontera entre la fitoterapia y lo elixir de hechicería; pero con el
Renacimiento es integrado en la farmacopeia (Paracelso lo usa en numerosas preparaciones).
La historia más reciente del opio se liga con la saga quinientista de los descubrimientos
portugueses y las nuevas rutas comerciales que son abiertas a partir de India, reestructurando
un espacio comercial marras ocupado por los árabes y chinos, en el cual las especias
predominan. Luego, los holandeses — en una colonización dominada por razones estrictas de
provecho económico y después en especial los ingleses, que van a apropiarse del comercio del
opio a nivel mundial.
Después de que se han apropiado de una de las principales regiones productoras de opio en
India (Patna), y ante el fuerte déficit comercial de la «East India Company», que tenía que
comprar el té y la seda a China en cambio de los tejidos de algodón indio o entonces en dinero
China acababa por vender más que compraba , los ingleses encontraron en la venta de opio
las divisas chinas que les faltaban.
Movimiento que lleva al derecho internacional y nacional de las drogas
Si China tenía razones de sobra para prohibir la producción, el comercio y el consumo de opio,
recibe en el inicio del siglo el apoyo de un aliado de peso, Estados Unidos de América, aunque
movido por otros intereses. Con efecto, rápido a seguir al desplazamiento de mano de obra
amarilla para la construcción de los caminos de hierro del Oeste y a conquista de Filipinas por
Estados Unidos, se instala en su territorio una importante colonia china, la cuál lleva consigo los
hábitos del humo del opio. Para además de la natural competencia con la mano de obra
local, despertada el puritanismo religioso, que pretende defender las «tribus aborígenes y las
razas no civilizadas» .
En el otro bloque se encontraban los países colonizadores, entre los cuales Portugal, agarrados
a sus intereses comerciales.
De los trabajos de la Conferencia de Shanghái(1909), donde se enfrentan aquellos dos bloques,
aunque reducidos a la formulación de simple recomendaciones emana, sin embargo, un
principio (un ideal) que vendría a perdurar durante
todo el siglo xx: la limitación del comercio de las drogas
prejudiciales solamente a fines médicos.
Estaba preparado el terreno para pasarse a la
elaboración de instrumentos vinculantes, de los cuales
sólo destacaremos algunos tópicos más importantes.
En la Convención de la Haya (1912) se revela ya una tendencia para abarcar todas las drogas,
aunque se dedique especial atención al opio en las tres variantes: en bruto, preparado (para
fumar), y medicinal. Podría decirse que, a nivel internacional, sobrellevan todavía las intenciones
pías sobre las medidas concretas.
Con el fin de la Primera Gran Guerra y el surgimiento de la Sociedad de las Naciones es
cometida a ésta la ejecución de las medidas tomadas contra el tráfico del opio y de otras
drogas.
Ya bajo la suya égida, las conferencias de Génova (1925), de las cuáles emanan dos
convenciones, espejan sintomáticamente los conflictos de las tesis que, puede decirse, van
desarrollando hasta nuestros días. De un lado, los «realistas», partidarios de la reglamentación de
la distribución del opio — que adoptan un sistema de producción y distribución controlada por
un monopolio del Estado (17); del otro, los «idealistas», partidarios de la prohibición total y del
principio de que las drogas sólo deben ser usadas para fines medicinales. Las dos convenciones
reflejan la adopción de políticas todavía de algún modo a la medida y al deseo de cada país.
Como novedad, sin embargo, se instituyó la fiscalización de la ejecución de las convenciones,
que fue puesta a cargo de un organismo de Naciones Unidas, antecesor de la actual Junta
Internacional de Fiscalización de Estupefacientes.
En el periodo que sigue durante el cual se da la transferencia de la Sociedad de Naciones a la
Organización de Naciones Unidas —, hasta a las convenciones hoy vigentes, se acentúa el
control y las sanciones, en la esterilla, además, de las tesis americanas (prohibicionismo).
Sin embargo, se daba la descolonización, acontecimiento que hizo cambiar radicalmente la
estrategia: no hay más oposición entre los EEUU y las potencias coloniales de Europa pero sí
entre países consumidores del Norte y productores del Sur.
El moderno derecho internacional de la droga
La Convención Única sobre los Estupefacientes de 1961, a partir de ahora designada por
CUE61 se destinó explícitamente (ver su artículo 44.º) a sustituir los anteriores instrumentos
multilaterales por un único, a reducir el número de órganos internacionales creados, y a
asegurar el control de las materias primas de los estupefacientes.
En términos sintéticos, el sistema se describe así: las Partes se obligan a limitar, exclusivamente a
fines médicos y científicos, la producción, manufacturación, exportación, importación,
distribución, comercio y uso de los estupefacientes constantes de la lista anexa a la
Convención, lista que debe ser actualizada conforme las informaciones disponibles sobre la
peligrosidad de las sustancias; las Partes declaran al organismo de supervisión de Naciones
Unidas (la JIFE), sus necesidades anuales que, una vez aprobadas, deben ser tenidas en cuenta
por los países proveedores, inclusive cuanto a la necesidad de su satisfacción; en las relaciones
de comercio, en especial internacional, adoptan un conjunto de medidas que impidan el
desvío de las sustancias para el mercado ilícito; aplicarán disposiciones de carácter penal a los
comportamientos violadores de los preceptos convencionales.
La universalidad de su aplicación inclusive por la cooperación
de los países no Partes y el rigor en el control de las drogas más
usadas (opio, coca y cannabis), bajo la supervisión de la JIFE, son los
piliares del sistema.
Por la Convención de 1971 sobre las Sustancias Psicotrópicas a partir de ahora designada por
CSP71 se invierte de cierto modo la posición de los países productores y consumidores, aquellos
ahora situados en el Norte, dato que las sustancias ahí incluidas son de origen industrial
(sintética).
Visibles se muestran las mismas preocupaciones que en la CUE61: protección de la salud física y
moral de la humanidad, limitación del uso de estas sustancias para fines médicos y científicos, la
necesidad de medidas coordinadas y de tipo universal, en fin, el mismo modelo de control y a
través de los mismos organismos. Sencillamente, a pretexto de la burocracia que vendría a
incidir en la venta a retal de los medicamentos, los mecanismos aplicables son menos severos, lo
que llevó a la crítica de que estando ahora en causa otros países productores ya no se
observaban criterios tan apretados. Lo
que puede decirse es que la CSP71 se destina a completar las medidas constantes de la CUE61,
autonomizando una lista de sustancias de uso más frecuente
que las de esta, y de forma general menos peligrosas. Como,
por otro lado, muchas de esas sustancias son de uso clínico,
asume particular relevo la exigencia de la prescripción médica
respectiva, para además de las cautelas de licencia, registro de
operaciones, no publicidad, etc.
Sin embargo, si lo controlo al nivel de Naciones Unidas, principalmente en términos de
estimativa previa de necesidades e información estadística sobre consumos,
incautaciones y su afectación, no es exigido por la CSP71, ya las medidas adoptadas en el
comercio internacional, designando el sistema de autorización de exportación
dependiente de un certificado de importación, pueden extenderse, si las partes lo deseen,
la todas las sustancias.
Subsiste siempre la misma cuestión: la circulación de estas sustancias en el interior de uno
país o unión económica exige uno controlo administrativo que tiene un coste económico;
en los países menos desarrollados ni siempre existen los recursos humanos y técnicos que
permiten ponerlo en pie y mantenerlo, mientras que en los más desarrollados los esfuerzos
van muchas veces en el sentido de intentar lo aligerar porque limita la expansión del
mercado.
Pues, es bien sabido que los intereses comerciales raramente coinciden con los de la salud
de la población.
A través de la CSP71 se visa hoy el control de 111 sustancias.
En este momento, 149 Estados ratificaron o adhirieron a la
Convención
Convención de Naciones Unidas contra el tráfico ilícito de estupefacientes y sustancias
psicotrópicas de 1988. Es cierto que las convenciones de 1961 y de 1971, bien como las
anteriores (con excepción de la de 1936), se interesaron en especial por el control del mercado
lícito de drogas y su reflejo en la salud y bienestar de los individuos. Con la Convención de 1988, el
acento tónico es puesto en los efectos devastadores y crecientes del tráfico de estupefacientes y
de sustancias psicotrópicas y su reflejo asimismo en los fundamentos económicos, culturales y
políticos de la sociedad.
también amenazadas la estabilidad, la seguridad y hasta mismo la soberanía de los Estados. Por
ello, la atención puesta en el tráfico, como fuente ilícita de ganados financieros y de fortunas, bien
como en los efectos de contaminación provocada en las actividades comerciales y económico-
financieras normales.
Por otro lado, se da un paso más en el controlo de otras sustancias, precursores, productos
químicos esenciales y solventes, que la experiencia reveló sean susceptibles de desvío para el
fabrico ilícito de drogas. Sustancias de uso industrial y comercial corriente, v. g. la efedrina, la
acetona, el anidrido acético, el éter etílico, la que se juntaron rápido el ácido sulfúrico, el
permanganato de potasio, en un total de 22 sustancias; cuyo circuito interno de producción y
distribución, bien como su comercio internacional, van a quedar sujetos el un cierto controlo, de
menor peso evidentemente que el de las sustancias incluidas en las convenciones de 61 y 71, en la
medida en que su uso es todavía más vulgar.
Se ambiciona en especial un refuerzo de la cooperación internacional, a la vez que se visa
colmatar fallas de las otras dos convenciones.
En esta conformidad, se atribuye especial relevo a aspectos de incriminación de conductas
enchufadas al tráfico de estupefacientes, psicotrópicos y precursores, y a las actividades de
aprovechamiento de los ganados de él derivados, el designado blanqueo de capitales y otros
valores obtenidos, y suya consecuente incautación y pérdida para el Estado.
El aludido refuerzo de la cooperación internacional se repercute en medidas, tales como, la
extradición de criminosos, la entreayuda judiciaria destinada a la preparación de las pruebas y
al juicio de los argüidos, el traspaso de los propios procesos por este tipo de infracciones
cuando necesaria al interés de una buena administración de la justicia, el cambio seguro y
rápido de información, el empleo de equipos
críticas al sistema
Estamos entonces llegados a la discusión crítica del sistema engendrado y que tiene carácter
universal.
Si alguna adquisición de consenso se obtuvo en los últimos años fue la de que las soluciones a
aplicar no pueden ser atributo o patrimonio de un Estado o región.
He una síntesis, algo corrosiva, de esa crítica, producida hace algunos años, pero que
continúa a repetirse:
«Una vez que las mismas causas producen los mismos efectos, se asiste hoy a la reproducción
del fiasco americano elevado al exponente diez y a la escala planetaria: el «gin de bañera» es
substituido por la heroína falsificada, la corrupción del elegido local por la del Jefe de Estado,
la complacencia del juez por la del Tribunal Supremo, la fortuna del «pie ligero» por la de la
mafia internacional… Porque la prohibición es aliada objetiva de los traficantes y la primera
fuente de financiamiento del crimen organizado. La extensión del fenómeno es tal que otros
efectos perversos se manifiestan: el sistema bancario es contaminado por el reciclaje del
dinero del tráfico; el coste presupuestario de la lucha antidroga aumenta sin cesar; la policía y
las aduanas son incapaces de alcanzar más que diez por ciento de las drogas en circulación;
se llenan las cárceles, mientras la oferta de droga no cesa de aumentar… Por ello la represión
se enerva se volviendo cada vez más atentatoria de las libertades individuales. Los derechos
elementales de la persona humana son injuriados; leyes inconstitucionales son votadas…, las
libertades amenazadas. El derecho de la droga envenena la atmósfera del planeta.»
Específicamente cuanto a los riesgos para los sanos principios de un Estado de derecho se
viene diciendo, cuanto al derecho de la droga (28):
Sale herido el principio de la legalidad, en la medida en que se prevén tipos vagos o
imprecisos, en la ansia de crear círculos cerrados y de abarcar todas las conductas
pretensamente ofensivas de bienes jurídicos, no se distinguiendo las conductas que crean
peligro para la salud de las que el no crean;
Lo mismo sucede cuanto al principio de la proporcionalidad, entre la gravedad de la
pena y el valor del bien jurídico protegido, no se destrincando entre las diversas formas de
participación y adoptando aquí penas comparativamente mucho más severas que en
otros delitos contra la salud o, por ejemplo, contra el ambiente.
4. Visión prospectiva: evolución posible
4.1. De cualquier modo, el panorama es de molde a sospechar que vamos a cargar este bulto
para el próximo milenio.
Hay que admitir una insatisfacción, más o menos difusa, sobre la escasez (dicen algunos, la
ausencia) de resultados en el combate a la droga, siendo cierto que el movimiento alrededor
de las convenciones ya dura hace cerca de un siglo.
Aunque, como si vio, la historia nos muestre que, por ejemplo en países del Oriente, en especial
en China, donde la situación vivida en el inicio del siglo era catastrófica, haya habido un
retroceso en la adicción, una nítida mejoría (31).
El recorrido seguido consistió en un ataque por etapas: intento de controlo del mercado lícito
en lo que concierne a un número cada vez más ensanchado de sustancias que por sí pueden
producir dependencia física o psíquica o que pueden ser desviadas para el fabrico de las
mismas, con el objetivo último de garantizar la disponibilidad de las drogas sólo para fines
médicos y científicos; ampliación sucesivo de las medidas al mayor número de países del
mundo y estrechamiento de la cooperación internacional.
Pero sin embargo la población creció, el comercio se liberalizó, la globalización de la
información es uno facto — todos cada vez saben más de todo lo que se pasa en el planeta
—, los canales del abastecimiento paralelo para fines recreativos se habían expandido,
movidos por la palanca del lucro fácil, lo que equivale a decir, el consumo de drogas fuera de
finalidades terapéuticas se tiene expandido.
Y hay ejemplos tristemente elucidatorios de sitios en el mundo en que se alcanzaron
proporciones verdaderamente atemorizadoras.
Países como Afganistán y Pakistán — del designado Crescente de Ouro — continúan a ser
de los principales proveedores de heroína, pero ahora también de la resina del cannabis,
que se encamina para Europa. Sin embargo, lo que no deja de ser igualmente grave es que
Pakistán alberga en su población más de dos millones de adictos (32).
De Mianamar (antigua Birmania o Bruma) dice el OICE, en su Informe anual de 1996: «…
permanece uno de los mayores productores de opio y de los mayores proveedores de
heroína del mundo. La rendición de Khun Sa, principal organizador del comercio ilícito de
drogas, y el alto el fuego concluido entre el Gobierno de Mianamar y los grupos de
insurrectos, hicieron evolucionar la situación en el Triángulo de Oro…» lo que se espera
arduamente sea para mejor.
Una coyuntura extrema fue detectada por una misión reciente del OICE enviada al
Cambodja que, no se olvide, acabó de salir de una guerra civil que duró cerca de dos
décadas y llevó al holocausto de 2 millones de personas. Algunos ejemplos: en Pnom Pen
operan 750 farmacias, de las cuales cerca de 600 son ilegales y distribuyen sobre todo
productos farmacéuticos contrabandeados de los países vecinos; en procesos judiciales
pendientes, las muestras para tests de detección de drogas son enviadas para EEUU, por
desconfiarse que la presión de los traficantes sobre los servicios locales podría llevar al
cambio de las muestras; en un país de economía más que debilitada existen cerca de 40
bancos en aquella ciudad, muchos de ellos sin clientes visibles, mientras la instalación de
casinos y hoteles de lujo prospera.
Todo señales de que las fuentes acostumbradas de abastecimiento están activas y, por otro
lado, no es por el facto de los países
1. Es injustificable la criminalización de la producción, venta, detención y consumo de drogas de
bajo potencial ejemplo paradigmático el cannabis relativamente a adultos, por no haber lesión
de bienes jurídicos ajenos, debiendo merecer un tratamiento semejante al del tabaco y del
alcohol, inclusivamente cuanto a la eventual fiscalía la que las sujetaría (lo que supondrá un
abastecimiento legalizado).

2. Debe ser mantenida la criminalización de la producción, venta y consumo de las drogas de


elevado potencial de dependencia, no porque exista un bien jurídico a proteger cuando el
adicto se autodestruye, pero por los intereses jurídicos de terceros y de la sociedad,
principalmente de evitar la propagación de enfermedades graves (caso de la SIDA) bien como
de la criminalidad secundaria, y también por los costes sociales y económicos la soportar por la
sociedad en relación a los dependientes «en regla incapaces para cualquier especie de trabajo»
y cuyas expectativas de cura son distantes.
3. Supuesta la criminalización del consumo de drogas duras ella debe ser restringida a los
comportamientos que en concreto se muestren susceptibles de crear un peligro para bienes
jurídicos de terceros o de la comunidad, penalmente protegidos, según un tipo legal específico
con sus presupuestos y sus efectos propios.
4. Los adictos de drogas duras deben poder eximirse completamente una eventual
responsabilidad penal se acepten voluntariamente el tratamiento. No se tratará de terapia
coactiva, y además el Estado se obliga la tratar el adicto, pudiendo distribuir opiáceos, bajo
controlo médico, se adecuado; el tratamiento relevará de la asistencia social y no tendría
cualquier naturaleza penal; el mercado de opiáceos quedaría dividido en un mercado en parte
legal y en parte ilegal (este, para los que no quisieren tratarse, o teniendo solicitado el
tratamiento, no vengan todavía a ser considerados dependientes).
Conclusión
La información esclarecida y oportuna que permita prevenir el consumo de drogas o, al
menos, su uso inmoderado, son apuntados de todo el lado como el medicamento «definitivo»
para superar esta aflicción generalizada de la humanidad. Pero hasta allá… importa mejorar
en la perspectiva de Thomas Jefferson: «The care of human life and happiness, and not their
destruction, is the first and only legitimate object of good government».
Un primer indicio de mudanza expresiva puede venir de la administración americana, al
aumentar significativamente el presupuesto destinado a la prevención del consumo de droga
por la juventud, en comparación con el del «drug enforcement», a la vez que parece
abandonar la retórica de la «war on drugs», substituyendo-la por una incidencia mayor en los
aspectos de la salud.
5.2. En el uso de drogas a lo largo de los siglos ni siempre los pueblos de cada región
distinguieron con nitidez el consumo para fines de salud que era hecho por razones religiosas o
por razones recreativas, continuando a desconocerse, por otro lado, las reales consecuencias
de algunas de las más consumidas.
La acumulación de propiedades y efectos benéficos, en especial en la utilización de ciertas
plantas, con otros funestos o desconocidos, está llevando la tomadas de posición con
consecuencias contradictorias (el cannabis/cáñamo, en su dúo viste, es de eso ejemplo).
La intento de regulación del mercado internacional de drogas para fines médicos y de
investigación, llevada a cabo a través de las convenciones internacionales de 1961 y
anteriores, y de 1971, obtuvo resultados satisfactorios cuanto al controlo del mercado lícito
de ese uso. En cambio, lo mismo no se está consiguiendo en lo que toca al consumo de
diversión o recreativo, alimentado por el tráfico ilícito.
Por la Convención de 1988, encetó la comunidad internacional un conjunto de medidas
destinadas a combatir ese tráfico, a la vez que introdujo un sistema de regulación del
mercado en lo que toca a una lista de sustancias que pueden ser desviadas para el fabrico
ilícito de otras drogas. Por el tiempo transcurrido tras su entrada en vigor — escasos seis años
—, puesto que ya sea elevado el número de países que se vincularon, todavía no se pueden
cosechar frutos visibles de su aplicación, designadamente en la lucha contra el blanqueo de
capitales o valores provenientes del tráfico de droga, a despecho de las primeras señales
positivos. En este dominio, la aprobación de mecanismos legislativos y administrativos no se
vuelve fácil, quiere para los países menos desarrollados, quiere también, por las resistencias
internas, en los países industrializados, los grandes productores de esas sustancias o aquellos
en que concomitantemente están ubicados grandes emporios bancarios y financieros.
No son practicables experiencias aisladas de un país o mismo de una región, pues para
además de la conformidad de las mismas con el derecho internacional, su éxito depende
de la colaboración y adherencia de los países vecinos o de la misma región o, en el fin de
cuentas, de la comunidad internacional en su todo.
En la historia, al menos del último siglo, está patente un esfuerzo continuado en el sentido de
contener la expansión del consumo de drogas para fines no médicos, a través de varias
iniciativas de tipo legislativo, organizacional y cultural, no pareciendo aconsejable, tal como en
el ámbito interno, quiere cambios bruscos de estrategia, quiere los simples cambios que no
tengan por detrás buenos fundamentos de naturaleza científica o social.
Sin embargo, la aceptación de la ineficacia de ciertas medidas y la acomodación a los malos
resultados, será siempre de rechazar, hasta por la frustración de los más interesados.
De preferencia a la preparación de nuevas convenciones, se aboga la rentabilización de las
existentes, se posible mediante simple instrumentos de interpretación actualizadora.
Las medidas sugeridas, buscan ir al encuentro de las preocupaciones más candentes de
aquellos que desean cambios
diría, controladas o, al menos, estrategias claras, pero dentro de una postura de que las leyes
no sirven para legitimar los caminos más fáciles, pero los mejores para los intereses de la
generalidad de la población.
Lo que se va debatiendo por todo el mundo puede ser repercutido en la sesión especial de
la Asamblea General que tendrá lugar en Junio de 1998, y de cuya preparación está
incumbida la Comisión de Estupefacientes, actuando bajo mandato del Consejo Económico
y Social.
Compite a la Comisión de Estupefacientes actuar mientras organismo de política general y
de responsabilidad técnica, le cabiendo, por ello, estudiar las modificaciones que se
muestren necesarias a la buena organización del controlo internacional de estupefacientes,
sustancias psicotrópicas y precursores.
Es cierto que las Convenciones albergan procedimientos de enmienda simplificados, que,
aunque lleven algún tiempo a traducirse en alteraciones consolidadas, pueden volverse útiles
para enmiendas consideradas consensuales.
En el desempeño de esta ardua tarea de evitar que aquella sesión especial de la AG se
transforme en una reunión más de altas personalidades la profieran declaraciones
tonitruantes o compromisos inofensivos, la Comisión de Estupefacientes tiene que encontrar
formas pragmáticas de encarar las cuestiones, sin derrotismo, antes en una actitud de
evolución controlada y sustentada, necesaria para hacer renacer esperanza en los más
incrédulos, y sobre todo para hacer disminuir el sufrimiento de los que se dejaron enredar en
los tentáculos de la droga.
Parece no ser pacífica la aceptación del resultado de aquellos referendos, una vez que la
Administración Clinton entiende que afrontan la ley federal, que sólo permite la ministración
de marihuana a través de un programa de investigación, lo que estaría de acuerdo con el
régimen de las convenciones, decimos nosotros , amenazando los médicos que la prescriban
con la retirada de licencias y la exclusión del Medicare y Medicaid, lo que para algunos
pondrá en peligro su propia subsistencia. La California Medical Association vino ponerse al
lado del Presidente, afirmando dividir sus preocupaciones en la medida en que la política
antidroga debe basarse en la ciencia y no en la ideología.
fin…
¿Que son las drogas?
Son aquellas sustancias cuyo consumo puede producir dependencia, estimulación o
depresión del sistema nervioso central, o que dan como resultado un trastorno en la
función del juicio, del comportamiento o del ánimo de la persona.
Es toda sustancia capaz de alterar el organismo y su acción psíquica la ejerce sobre la
conducta, la percepción y la conciencia.
¿Qué es la drogadicción?
La drogadicción es una enfermedad crónica que se caracteriza por la búsqueda y el
consumo compulsivo o incontrolable de la droga a pesar de las consecuencias
perjudiciales que acarrea y los cambios que causa en el cerebro, los cuales pueden ser
duraderos. Estos cambios en el cerebro pueden generar las conductas dañinas que se
observan en las personas que se drogan. La drogadicción es también una enfermedad
con recaídas.
TIPOS, EFECTOS Y
CONSECUENCIAS DE LAS
DROGAS.
TIPOS

 DROGAS NATURALES

DROGAS SINTÉTICAS

DROGAS SEMI—SINTETICAS
EFECTOS INMEDIATOS DE LAS DROGAS

DEPRESORAS
ESTIMULANTES
ALUCINÓGENAS

EFECTOS EN EL EMBARAZO

EFECTOS A LARGO PLAZO


Señales Psicológicas de que una
persona está tomando drogas
Mal humor

Excitación

Ira

Hostilidad

Pérdida de motivación e interés

en la vida cotidiana.

Depresión
Señales físicas de que una
persona está tomando drogas
Somnolencia.
Ojos enrojecidos y pupilas dilatadas.
Ojeras
Falta de higiene.
Pérdida de peso.
TIPOS DE DROGADICCION
SEGÚN EL SUJETO
Comportamientos que desarrolla la persona a
cerca de la sustancia.
Consumo ocasional: realiza actos con las drogas
de forma esporádica. El sujeto consume las
sustancias en ambientes sociales.
Abuso de sustancias: el contacto que realiza el
individuo con la droga es mucho mas frecuente y
no lo hace solo en ocasiones especiales.
Drogodependencia: siente la necesidad
incontrolable de consumirla para que funcione
correctamente.
• SEGÚN LA SUSTANCIA
Alcohol: esta adicción es lenta pero a medida que
pasa el tiempo (años) se genera una dependencia
que también puede causar daños.
Tabaco: La dependencia al tabaco resulta
únicamente psicológica y no genera síntomas de
dependencia física.
Drogas estimulantes: La adicción genera una
elevada dependencia psicológica muy difícil de
superar pero no genera dependencia física.
Drogas depresoras: Su adicción es extremadamente
elevada principalmente debido a la fuerte
dependencia física que originan.
• SEGÚN DEPENDENCIA

Psíquica: Cuando la persona con dependencia


psíquica no consume la droga, experimenta una
serie de síntomas psicológicos como
irritabilidad, ansiedad o inquietud,
referentes al síndrome de abstinencia.
Física: Abarca el componente psicológico y
corporal de la persona.
Presenta alteraciones como: convulsiones,
vómitos, cefaleas o mareos pueden resultar
fatales e imposibilitar la desintoxicación.

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