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El documento habla sobre la naturaleza del poder político. Explica que el poder es inherente a la naturaleza humana y que el Estado institucionaliza el poder. También describe las tres funciones principales del poder: dirección, especialización y coacción. Finalmente, argumenta que el Estado es necesario para organizar la sociedad y defenderla de amenazas externas.
El documento habla sobre la naturaleza del poder político. Explica que el poder es inherente a la naturaleza humana y que el Estado institucionaliza el poder. También describe las tres funciones principales del poder: dirección, especialización y coacción. Finalmente, argumenta que el Estado es necesario para organizar la sociedad y defenderla de amenazas externas.
El documento habla sobre la naturaleza del poder político. Explica que el poder es inherente a la naturaleza humana y que el Estado institucionaliza el poder. También describe las tres funciones principales del poder: dirección, especialización y coacción. Finalmente, argumenta que el Estado es necesario para organizar la sociedad y defenderla de amenazas externas.
DOCTOR JOSÉ LUIS TICONA YANQ CAPÍTULO I EL PODER POLÍTICO NATURALEZA DEL PODER
En el ápice del Estado se halla el Poder, o sea la
facultad de gobernar, de dictar reglas a la conducta ajena. Al abordar el presente estudio, comprobamos que el poder es inherente a la naturaleza humana y que el Estado, en un primer aspecto, es institucionalización del poder. El Poder es la energía organizadora de la vida social. Hauriou lo define como "una energía de la voluntad" que asume el gobierno gracias a su superioridad, para asegurar el orden y crear el derecho. Para Burdeau, el poder es una fuerza al servicio de una idea. "Es una fuerza nacida de la voluntad social preponderante, destinada a conducir el grupo hacia un orden que estima benéfico y, llegado el caso, capaz de imponer a los miembros los comportamientos que esta búsqueda exige". NATURALEZA DEL PODER
El poder comporta dos elementos: dominación y
competencia. Este último determina que normalmente el poder sea obedecido sin recurrir a la coacción. En cuanto idea, el poder pertenece al mundo del espíritu, a diferencia de la fuerza, que pertenece al mundo físico. Tiene el poder quien sabe ofrecer al hombre motivos eficaces del obrar; posee la fuerza quien dispone de armas ante las que desaparece toda resistencia, dice Mayert El poder puede existir sin la fuerza, así como la fuerza puede carecer de poder. No cabe explicarse la vida social sin analizar el impulso de poder, ya que la historia nos prueba que la voluntad de dominio es una de las fuerzas más constantes en la dinámica social y seguramente la de mayor expansión. LA POLÍTICA COMO FUNCIÓN SOCIAL
La política es la lucha por el poder. Pero no es
lucha ciega, al menos modernamente, pues se halla condicionada por intereses morales, por ideologías que conforman una cultura política, o sea un ámbito que es parte de la cultura general. La realidad social es gobernada y orientada por la política en cuanto a vocación de poder. Mucho antes de que hubiera Estado, la actividad política existía como función social que organizaba la cooperación del grupo. El concepto de lo político es más amplio que el de lo estatal; no sólo la actividad política es anterior a la aparición del Estado sino que existen grupos políticos dentro del Estado y entre los Estados. No toda actividad del Estado es actividad política, pues la mayor parte de sus funciones constituyen y aspectos de mera administración. LA POLÍTICA COMO FUNCIÓN SOCIAL
La idea del poder ha sido obsesiva en muchos
pensadores alemanes, sobre todo desde el siglo diecinueve. La "voluntad del poder" fue exaltada por Nieztsche y primó como teoría sicológica y racial con el nazismo. Cuando el Estado resulta un ente ávido de poder, ello conduce, inevitablemente, a la dictadura en lo interno y a la guerra en lo exterior. La política se explica por la aspiración al poder y a la detentación de él, lo que pervierte con frecuencia todo sistema de valores y lleva a constatar que los recursos jurídicos de nada sirven frente a los hechos de poder. Si la vida internacional se mira con realismo, no puede negarse que ella obedece, casi siempre, a una pugna de poder, pugna que puede ser sutil o con despliegue de fuerza, pero que subyace respecto de las doctrinas y las declaraciones retóricas. LA POLÍTICA COMO FUNCIÓN SOCIAL
El poder político es el único que puede ejercerse
sobre la comunidad entera, a diferencia del poder económico del poder religioso o del poder sindical. El poder es multiforme e incluye desde la jefatura de una organización de cualquier tipo hasta el de la burocracia. Pero el cargo político es el único que inviste de autoridad global, el que dota de la aptitud para imponer un orden de conducta. El poder económico o el sindical son prominentes, pero no alcanzan la amplitud y eficacia del poder gubernativo, que es el máximo. El Poder cumple una triple función: de dirección, de especialización y de coacción. En efecto dicta reglas, las aplica de modo continuo y sanciona a los infractores. FUNCIÓN DE DIRECCIÓN
Siempre que se trate de una acción colectiva, la
ausencia de dirección implica el desorden; de ahí la necesidad de un poder que dirija y dicte normas antes de aplicadas. Por lo general, se piensa que el poder es necesario sólo para el efecto de poner la fuerza al servicio del orden y por eso concebimos el Estado como un aparato coactivo. Hay error en tal concepción, pues la necesidad de coacción no es la razón esencial del Poder. La razón primordial de éste, y por lo tanto la del Estado mismo, consiste en la necesidad de una dirección que asegure la unidad de acción o sea de una mente que formule el orden antes de imponerlo. La imposición de un orden determinado es una fase indispensable, sin duda, pero posterior a la formulación de la norma. FUNCIÓN DE DIRECCIÓN
Toda sociedad, toda actividad, toda empresa,
supone necesariamente una dirección, es decir, una autoridad. Nada importa que una labor empiece a una hora u otra, pero siempre será indispensable que se haga a una hora uniforme; ejemplo el tránsito de vehículos. En la Suma Teológica, Tomás de Aquino se pregunta si la autoridad sería necesaria en una sociedad compuesta por hombres en estado de inocencia, a lo que responde: "La vida en una sociedad numerosa no es posible sin un Jefe que vele por el bien común. Librados a ellos mismos, hombres distintos tienden a cosas distintas; un solo hombre tiende a una sola cosa". Suponiendo una sociedad compuesta por seres perfectos, siempre sería indispensable una autoridad que dicte normas generales para organizar la vida en común. FUNCIÓN DE ESPECIALIZACIÓN
Como quiera que la sociedad se halla basada en
la división del trabajo, se precisa que cada cual asuma una determinada función, especializándose en ella y realizándola mejor que la generalidad. La tarea de dirigir el grupo supone una especialización, pues, aunque el gobierno interesa a todos los asociados, es menester que exista un grupo de hombres consagrados exclusivamente a las tareas del gobierno a fin de realizar tal función de una manera continua y con mayor aptitud. Mientras unos hombres se dedican a la producción de bienes económicos, otros a la instrucción y al pensamiento y otros a la defensa de la sociedad, un grupo se consagra a la función de dictar normas para la convivencia social y de vigilar su aplicación con miras al bien común. FUNCIÓN DE COACCIÓN
La función compulsiva del Poder es, sin duda, la
que más impresiona y la más visible. De otro lado, es casi imposible concebir el derecho sin la nota de coercitividad, en virtud de la cual la norma se impone independientemente de la voluntad de los obligados, pues la regulación jurídica es inexorable y no depende del acuerdo con el sujeto. Es por ello que generalmente concebimos el Estado como un aparato coactivo, aunque sustancialmente su función es de dirección. Dada la naturaleza del hombre, que obedece normalmente a estímulos egoístas, no basta que el Poder establezca un orden sino que debe imponerlo en muchos casos por la fuerza. NECESIDAD DEL ESTADO
La primera necesidad es subsistir, lo que implica
alimentarse y resistir a los vecinos. Ello no se logra sin un mínimo de cohesión. La formación del Estado obedece a una inclinación de la naturaleza humana y ha sido admitida en todo tiempo por la razón como algo conveniente y necesario. Una fuerza organizada, ejercida por una autoridad superior a todos y que mira el bien común, es evidentemente preferible a las fuerzas particulares, dispersas y antagónicas, que emplearían los hombres si el Estado no existiera. El conflicto de intereses y el contraste de apetitos y pasiones, que son la entraña misma de la vida, hacen quimérico pensar en la conciliación espontánea. NECESIDAD DEL ESTADO
Guillermo Ferrero coincide con Hobbes al explicar
que la humanidad se ha organizado en Estados porque cada hombre sabe que es más fuerte que otros, pero también que es más débil que otros. Para liberarse del círculo de terrores, o sea para no temer a los más fuertes, el hombre renuncia a imponerse sobre los más débiles. El orden social radica en admitir la autoridad porque ella organiza la defensa contra otros grupos, a la vez que impone normas para precaver a todos contra la agresión interna. El temor al abuso, así como el temor a la guerra, explican el acatamiento al Poder desde las sociedades más rudimentarias hasta hoy en que se aspira a una organización internacional o super-Estado. PODER DE HECHO Y DE DERECHO
Propiamente hablando, no existe sino un Poder,
pero se distingue corrientemente entre el poder de hecho y el poder de derecho. En puridad, son los gobiernos los que pueden ser clasificados en regímenes de jure y regímenes de Jacto, según se posesionen del poder conforme al ordenamiento jurídico o quebrantando sus reglas. Los gobiernos de hecho se constituyen por revolución o por golpe de Estado, como sucedió en los casos típicos de CromweIl y Bonaparte, respectivamente. Por lo general se consolidan por medio de una Constitución o bien por el uso acertado de las facultades legislativas que se arrogan. PODER DE HECHO Y DE DERECHO
El gobierno de facto conserva casi todos los
caracteres del poder legítimo y su legislación es convalidada expresamente por el régimen legal posterior o bien subsiste por la bondad intrínseca de las normas dictadas. Fundamentalmente, el gobierno de facto se legitima cuando cumple el fin para el que existe el Poder. Cualquiera que sea su origen, el Poder necesita contar con la adhesión pública, siquiera sea en su forma de asentimiento tácito, pues de lo contrario establece un régimen de fuerza que es inestable. El grupo que ejerce el poder tiende a convertir su gobierno de hecho en un gobierno de derecho, sea que provenga de un golpe de Estado o de una revolución. PODER DE HECHO Y DE DERECHO
Un gobierno puede mantenerse por la fuerza
durante largos períodos, pero sólo en los casos en que una raza más ilustrada domine a otra. En cierto grado de civilización, es imposible que subsista un gobierno que tenga en su contra a la enorme mayoría de la nación. La adhesión a las monarquías, en gran parte pasiva e inspirada en hábitos tradicionales, explica el poder de que gozaron los reyes. El principio de la soberanía del pueblo reside en el fondo de todos los gobiernos y se oculta aun en las instituciones menos libres, como observa TocquevilIe. El propio emperador romano, autócrata omnipotente, decía fundar su autoridad en la delegación de poder que había recibido del pueblo. PODER DE HECHO Y DE DERECHO
El Poder de Derecho posee la ventaja de ser
ejercido en nombre de una institución, el Estado. Ello le permite dar respuesta a dos grandes interrogantes: 1 ° ¿En virtud de qué principio tiene el Poder la facultad de mandar? y 2° ¿En un grupo dado, a quién le corresponde el derecho de mandar?. En cuanto a lo primero, o sea como competencia del Estado, el poder tiene la facultad de mandar porque la naturaleza social del hombre hace necesaria una autoridad. En cuanto a determinar a qué grupo de hombres corresponde el gobierno, ello constituye un problema debatido durante milenios y que trataremos de elucidar más adelante. PODER DE HECHO Y DE DERECHO
El Poder institucionalizado es el Estado. La
formación de éste no trae consigo, aparentemente, una modificación del fenómeno político primordial, pues siempre se ve unos hombres que mandan y otros hombres que obedecen. Pero en la esencia sí existe una transformación, pues las personas que deciden ya no llevan en sí mismas la vocación de mando. Ahora es la voluntad social la que sustenta la existencia de un Poder y no reconoce jefes sino simples gobernantes, habilitados en virtud de un estatuto del poder, o sea la Constitución, y obligados a ceñirse en el ejercicio de su autoridad a los fines del Estado. Desde que el Estado adquiere forma, la investidura de los gobernantes, así como su actividad y su sucesión, se hallan normados por el derecho. PODER DE HECHO Y DE DERECHO
El titular del Poder es el Estado, o sea un titular
abstracto. En su nombre se exige obediencia y se obliga a un comportamiento determinado. El Poder resulta así dividido entre un titular, que es el Estado, y los agentes a su servicio, que son los gobernantes. Como ilustran Kelsen y Georges Burdeau, el Estado existe porque es pensado, a la vez que se da en la experiencia como real. Es pensado por los gobernantes, que encuentran en él la fuente de su autoridad, y por los gobernados, que ven en él un fundamento de las reglas. POLITICIDAD ESENCIAL DEL ESTADO: DERECHO Y POLÍTICA
Política es la relación entre gobernantes y
gobernados y una búsqueda de lo que es bueno para los gobernados. El acto político tiene una naturaleza propia, tal como se distingue un acto moral o un acto económico. Dado que los hechos se vinculan con el pensamiento, el conocimiento del Estado no puede desprenderse de la actividad política. Esta es la actividad ordenadora que precede a la sociedad ordenada o Estado, así como al orden de la sociedad o sea a la Constitución. Como anota Sánchez Agesta, la actividad política no es una forma de conducta que realice su efecto (la ordenación) y luego se inhiba. Por el contrario, supone una acción continua dentro del Estado e influye sobre el orden constitucional para remodelarlo según las ideas que predominen. POLITICIDAD ESENCIAL DEL ESTADO: DERECHO Y POLÍTICA
La "Razón del Estado" es la máxima del obrar
político, la ley motor del Estado, a fin de mantenerlo vigoroso. Pueden los políticos discrepar en cuanto a los medios para alcanzar los objetivos del Estado, pues en cada momento histórico hay una línea ideal de obrar, o sea una razón de Estado ideal. Pero, junto al valor del bien del Estado, existen otros valores elevados que también piden para sí una vigencia incondicionada, como son la moral y la idea del Derecho. En último término, el poder mismo puede verse amenazado por el quebrantamiento de los valores morales y jurídicos. POLITICIDAD ESENCIAL DEL ESTADO: DERECHO Y POLÍTICA
Meinecke, en La idea de la razón del Estado en la Edad
Moderna, señala el vasto espacio en el cual se entrecruzan en la acción gubernativa el utilitarismo y la motivación ética, al punto que ésta se pone de manifiesto sólo cuando coincide con el provecho del Estado. El político respeta las fronteras del Derecho y limita su impulso de mayor poder por la presión coincidente de razones prácticas y de móviles idealistas. El hombre "goza con deleite del poder en sí y en lo que tiene de intensificación de la personalidad". La voluntad de poder, halIado del hambre y del amor, dice Meinecke, es uno de los impulsos más eficaces; "sin las bárbaras concentraciones de poder, tejidas con terror y crueldad, de déspotas y castas primitivas, no se hubiera llegado a la fundación de Estados ni a la educación del hombre para grandes cometidos supraindividuales". POLITICIDAD ESENCIAL DEL ESTADO: DERECHO Y POLÍTICA
Como afirma Jellinek, hay un derecho virtual,
engendrado por el ansia de justicia, que aspira a ser derecho actual mediante su consagración por ley. Por eso, las ideas políticas adquieren juridicidad, o sea que la política se juridiza, cuando la aspiración alcanza a triunfar en la esfera del poder. Una visión realista del poder nos lleva a considerar la relación entre derecho y política, ya que el objeto directo de la idea de derecho no es el hombre sino el grupo social, el cual asume un ordenamiento según sea la ideología de quienes gobiernan. La política tiene por fin el gobierno o dirección del Estado; para sus realizaciones se sirve de técnicos y administradores que hacen posible la ejecución de los planes concebidos por los políticos. POLITICIDAD ESENCIAL DEL ESTADO: DERECHO Y POLÍTICA
Cabe distinguir, pues, entre la política como ciencia de
gobierno, especulación teórica, y la política como arte de gobierno, actividad práctica. En la realidad social tal diferencia es difícil de advertir, pues la política se vale de instrumentos jurídicos y de medios prácticos para alcanzar finalidades señaladas por la elaboración doctrinaria. Arnold Brecht ha puesto de relieve, con los ejemplos de Lenin y Stalin, que el pensamiento teórico no es asunto ajeno a la vida, como sostienen algunos políticos de oficio. La importancia de la teoría es muy grande. Basta recordar que la ideología marxista condujo al poder a Lenin, precisamente en el país que Marx consideró no adecuado en razón de hallarse insuficientemente desarrollado. La ideología, es decir la superestructura, cambió las formas de producción, es decir la infraestructura, contrariando el determinismo económico por efecto de la voluntad de poder. POLITICIDAD ESENCIAL DEL ESTADO: DERECHO Y POLÍTICA
Más allá de toda cuestión jurídica, es indubitable que la
voluntad de poder constituye una de las "grandes fuerzas de la vida individual y social. Bertrand Russell afirma en su obra El Poder que éste tiene en el mundo del espíritu la misma importancia que la energía en el mundo de la física. Por tanto, el Estado debe ser mirado, esencialmente, como agrupación política, o sea como un ente de poder, antes que como ordenamiento jurídico. Es la agrupación política suprema y, como quiera que orienta su actividad con arreglo a cauces jurídicos, puede definírsele como un ser político que se organiza jurídicamente. Querer huir de la política es como pretender huir del Estado, dice Carl Schmitt, dado que la comunidad nacional nos envuelve y nos afecta en una totalidad en la que entrecruzan la administración, la economía, la moral y el poder. EL PODER Y LA SOCIEDAD DE MASAS
La sociedad de nuestro siglo es una sociedad de masas,
caracterizada por su tamaño y su complejidad. A las pequeñas democracias griegas, a las nacionalidades surgidas desde la edad moderna y gobernadas por pequeñas élites, han sucedido las sociedades masivas, sean pluralistas o totalitarias, en las que la voluntad política determinante es aquélla que sabe apoyarse en la masa. El comportamiento de las masas las hace vulnerables al totalitarismo, al engreimiento arrollador del derecho, a la manipulación mediante maniobras de conductismo, pero es innegable que traduce la aspiración de mejores niveles de vida, a la vez que una exigencia de mayor participación en las decisiones políticas, lograda a través del sufragio frecuente o por la cohesión transitoria en tomo a una dictadura. El máximo problema de nuestra época radica en organizar el consentimiento, o sea la adhesión a una forma política, bien sea por resignación o por participación activa. EL PODER Y LA SOCIEDAD DE MASAS
El creciente número de contestatarios o impugnadores y la
violencia desatada por el "poder joven", el "poder negro" y el terrorismo urbano constituyen fisuras en el orden social, que hoy se mueve hacia el cambio. Nuestra sociedad respeta cada vez menos los medios jurídicos de resistencia a la opresión, por ineficaces, y es incitada a los métodos de violencia. La masa intuye una necesidad de transferencias de los centros de poder, problema arduo y de manejo más difícil que el de los explosivos, pues supone el planteo de los teóricos y la habilidad innata del hombre político, del conductor carismático que sea capaz de equilibrar su poder personal con la subsistencia de instituciones valiosas pero necesitados de modificación urgente. Vivimos una era de discontinuidad, tentando vías que conduzcan a un nuevo pluralismo, a la reforma de todo lo viciado, a la organización de un consentimiento sin miedo. EL PODER Y LA SOCIEDAD DE MASAS
En cada circunstancia histórica ha surgido la reinterpretación
de los ideales vigentes. Para ello, la teoría política y la ciencia política nos brindan un rico material de reflexión, aunque ésta sea contemporánea a la realización de hechos violentos que vienen alterando la sub estructura social. La sociedad no es una adición de individuos, sino un compuesto. Por virtud del Poder adquiere una voluntad y sigue un comportamiento determinado. Este comportamiento es producto de la orientación política. El ordenamiento jurídico y la estructura del Estado son resultantes de la actividad política. Por la toma de conciencia de esta realidad, el poder se ha convertido hoy en el centro de la lucha social y económica. A su vez la política es mirada como el arte de convertir las tendencias sociales en normas jurídicas. El político hace posible el objetivo entrevisto o anhelado. EL PODER Y LA SOCIEDAD DE MASAS
Nuestra época es una transición del Estado liberal al Estado
social, siendo perceptible una mayor participación del pueblo en el poder. Se quiere pasar de la democracia gobernada a la democracia gobernante. Las construcciones formales están cambiando su contenido, para no quedar vacías de verdad. Tanto el pensamiento del derecho natural del siglo XVIII como el derecho racional de Kant, concibieron una organización estatal con raíces individualistas. Pero a partir de la Primera Guerra Mundial, se hizo patente que los partidos políticos, los sindicatos y los grupos de presión iban operando con un dinamismo que debilitaba lo formal del derecho. Todo ello se ha acentuado notablemente desde que los sindicatos de masas, las Iglesias, el poder militar y la tecnocracia han gravitado claramente sobre la vida del Estado. EL ORDEN, PODER Y LA LIBERTAD
Orden social, poder y libertad son nociones llamadas a
equilibrarse en la vida normal de un Estado. Maurice Hauriou, eminente constitucionalista de la década anterior a la Segunda Guerra Mundial, opina que la concepción de un régimen constitucional tiene por fin establecer "un equilibrio fundamental que sea favorable a la libertad, asegurando el desenvolvimiento regular del Estado". Este equilibrio se establece por el juego de dos fuerzas dinámicas o de movimiento, que son el poder y la libertad, y de una fuerza de resistencia, que es el orden. Tal como afirmó Freud, toda sociedad se construye sobre el renunciamiento a las satisfacciones instintivas; por ello es represiva. Orden, poder y libertad conforman una trilogía en torno a la cual se centra toda la problemática política. Son factores recíprocamente imbricados, pues el poder hace un juego equilibrador a fin de compatibilizar el orden y la libertad. EL ORDEN, PODER Y LA LIBERTAD
El equilibrio constitucional es el término medio, pues el orden
hace resistencia a los cambios, en tanto que la libertad y el poder suelen presionar para alterar lo establecido por virtud de la dinámica política. Si la resistencia que el orden opone a los cambios reclamados por la libertad, es excesiva, dice Hauriou, el poder coloca su fuerza al Iado del cambio. Por el contrario, si las reformas le parecen exageradas o prematuras, el poder se inclina del lado del orden. Otro tanto podemos decir de las reformas exigidas por el sentido de justicia o de liberación social, que Hauriou no pudo entrever. La primacía del poder en la formación y en la vida del Estado es evidente. Es él quien mantiene la cohesión entre los componentes de una sociedad, más por situación que por adhesión, como anota Prélot. EL ORDEN, PODER Y LA LIBERTAD
Un mínimum de fuerza material le es indispensable, pues la
cooperación libre, espontánea, unánime, no pasa de ser una utopía. Por ello afirmó Ihering que hablar de Estado sin fuerza es "una contradicción en sí". Pero, desde luego, la autoridad no es solamente fuerza material compulsiva; consiste sobre todo en ofrecer motivos para ser obedecida. Si el poder residiera en la fuerza, tras de cada súbdito habría que situar un vigilante o un policía, así como tras de éste habría que colocar otro guardián. En límite, cabría preguntar: ¿Quién custodia al guardián?. El orden proviene del hecho de que cada súbdito del Estado reconoce que éste tiene derecho a ser obedecido, porque existe una relación de dependencia respecto de la norma. De ahí que, cualquiera sea su origen, todo gobierno invoca algún título de legitimidad, sea por su procedencia democrática o afirmando que realiza el bien común. Todo poder aspira a ser obedecido con un mínimo empleo de la fuerza y trata de ganar prestigio como condición de su perdurabilidad. EL ORDEN, PODER Y LA LIBERTAD
Ciertamente, la importancia de la represión varía en razón
inversa del grado de consenso. En los grupos coherentes, la represión es innecesaria de modo general, pero en los grupos de consenso débil, la represión es indispensable para evitar la disolución. Por ello, en los países en los que el consenso sobre los valores colectivos es grande, la influencia de la Fuerza Armada es menor y su actividad se limita al rol específico de seguridad. En el punto de partida de toda concepción humanista está la afirmación de la libertad humana, que opone resistencia a los gobernantes en todo caso de arbitrariedad. Se admite la necesidad del mando, y más ahora que se tiende a hacer del Estado el "agente creador de una sociedad nueva", como definen muchos. El diseño de esta organización futura es impreciso, además de que varía ciento ochenta grados de uno a otro lado del mundo. LA REVOLUCIÓN Y EL MOVIMIENTO
La realidad política es la de un orden en movimiento. Como
dice Georges Burdeau, llamamos estabilidad a lo que no es sino un equilibrio de fuerzas. El orden muestra siempre un determinado grado de aptitud para integrar las fuerzas de renovación. Cuando el proceso de cambio se cumple por medio de una continua incorporación de normas de justicia al orden establecido, éste no sufre convulsión. Pero cuando el orden no muestra capacidad para introducir los cambios que la tensión social exige, se presenta el fenómeno denominado revolución. Consiste en el cambio brusco de estructuras, sea a raíz de un simple golpe de estado o bien tras una subversión radical, que se enfrenta a las fuerzas del Gobierno y las domina. Las democracias representativas tienen mecanismos reguladores, principalmente la autoridad de las ánfora s libres, para que el orden, solidario de una determinada idea del Derecho, incorpore reformas con oportunidad que evite violencias. LA REVOLUCIÓN Y EL MOVIMIENTO
El instrumento legislativo es el modo normal de usar la
flexibilidad si el orden tiene razonable porosidad. Pero cuando el pluralismo de las corrientes políticas enerva la autoridad gubernativa, o bien cuando las fuerzas conservadoras se muestran impermeables y ciegas, adviene el cambio brusco: la revolución. Esta realiza el cambio cuyo anhelo movió a desacatar el orden, pero a la vez aspira a restablecer la cohesión social, para que el nuevo orden sea estable. Más allá del cambio de equipo gobernante, una revolución entraña la sustitución del orden social sobre el cual se basaba el anterior aparato político. La revolución recoge la nueva idea del derecho y la convierte en derecho. Desde luego, la palabra Derecho comprende todo lo legislado que esté vigente de un modo real. Hablando con propiedad, no hay nuevo derecho y viejo derecho, sino simplemente Derecho. Este se enriquece incorporando medidas de justicia que la convicción general reclamaba y que facilitan un orden social estable, de acuerdo con los tiempos. LA REVOLUCIÓN Y EL MOVIMIENTO
No es imposible, aunque sí improbable, efectuar una
revolución dentro de la libertad, o sea mediante la ley, respetando las formas de la democracia representativa. En la esencia de la revolución, no está la violencia, pero generalmente la acompaña, como sucedió en la revolución francesa, la rusa, la mexicana, la china y la cubana. La experiencia de algunos países no desarrollados es contradictoria al respecto, pues la transformación se ha realizado de maneras diversas, inclusive sin derramamiento de sangre. A partir de la experiencia cubana, los regímenes instaurados con el propósito de cambiar las estructuras asumen la denominación de "gobiernos revolucionarios", tal como sucedió en Argelia, Perú, Guinea e lrak. Dado que recusan el orden jurídico anterior, invocan una legitimidad nueva y hacen de la revolución una fuente de derecho de la que emana su título. CONTROL DE LECTURA CONTROL DE LECTURA
“UN HOMBRE QUE EN TODAS PARTES QUIERA HACER
PROFESIÓN DE BUENO ES INEVITABLE QUE PIERDA ENTRE TANTOS QUE NO LO SON. POR LO CUAL ES NECESARIO QUE TODO PRINCIPE QUE QUIERA MANTENERSE (EN EL PODER) APRENDA A NO SER BUENO, Y A PRACTICARLO O NO DE ACUERDO CON LA NECESIDAD”
“SURGE DE ESTO UNA CUESTION: SI VALE MAS SER AMADO
QUE TEMIDO, O TEMIDO QUE AMADO, NADA MEJOR QUE SER AMBAS COSAS A LA VEZ; PERO PUESTO QUE ES DIFICIL REUNIRLAS Y QUE SIEMPRE HA DE FALTAR UNA, DECLARO QUE ES MEJOR SER TEMIDO QUE AMADO” CONTROL DE LECTURA
“LOS PRINCIPES DEBEN EMBARCARSE EN GRANDES
PROYECTOS Y HAZAÑAS PARA AUMENTAR SU POPULARIDAD Y SU REPUTACIÓN. EL MOTIVO DE ESTAS HAZAÑAS ES MANTENER UN CONSTANTE ESTUPOR ENTRE LOS SUBDITOS Y MANTENERLOS OCUPADO CON EL ÉXITO DE TUS AVENTURAS. DE ESTA MANERA NO LES DAS TIEMPO A LOS HOMBRES PARA PREPARAR ALGUNA ACCIÓN EN TU CONTRA”
“EL PRINCIPE DEBERÁ ESCOGER BUENOS CONSEJEROS Y
EVITAR A LOS ADULADORES” ESTADO Y SOCIEDAD
El Estado es sociedad más Poder, o sea una sociedad
políticamente organizada. La entidad o ser del Estado deriva de la sociabilidad humana. Estado y sociedad son indesligables en la práctica, si bien se les separa conceptualmente. En cuanto realidad sociopolítica, el Estado es una obra del hombre, pero de acuerdo con la naturaleza social de éste. Como dice Heller, el hombre es producto y a la vez productor de la historia. En la historia que se produce actúa la ya producida. Analizar la naturaleza del Estado es un estudio conexo al de los elementos de su trama, que son la sociedad, el poder y el derecho. Como toda institución, el Estado es un producto de la interacción humana. ESTADO Y SOCIEDAD
Al Estado no lo advertimos en forma corpórea sino a través
de sus acciones, o sea a través de la legislación, de la administración pública, de la fuerza armada y de los símbolos. De ahí que su naturaleza aparezca inaprehensible, y es que el Estado es un concepto, ante todo. Su realidad se concreta en la sociedad. El concepto de sociedad es más extenso que el de Estado; el primero representa el género y el segundo la especie. No es un orden normativo, por más que las normas reflejen la estructura que decide darse. No está formado por hombres sino por actividades humanas. Aclarando la noción, enseña CARNELUTTI que una sociedad se llama Estado en tanto y en cuanto produce derecho. Precisamente la palabra Estado expresa la consistencia que la sociedad adquiere merced al derecho. "El Estado es una sociedad que está, es decir, que dura, porque el derecho impide la disgregación". ESTADO Y SOCIEDAD El destino del hombre es influido por lo social porque la existencia, como precisara Heidegger, comporta la dimensión de vivir con otros. Esta condición gregaria está en la esencia de la historia. El hombre es naturalmente social: ordena su vida a través de una convivencia necesaria. El Estado realiza una inclinación humana radial: la de organizarse políticamente. Pero el hombre, a la vez que recibe el Estado como una imposición de la realidad social, lo reforma a su voluntad. La Filosofía del Derecho nos explica el sentido radical de lo jurídico en la vida humana y en el universo. Nos presenta la sociedad como convivencia humana bajo unos mismos principios, según definió Ortega y Gasset, el cual aclara que el Estado es también sociedad, pero no toda ella, sino un modo de ella. Es importante subrayar, además, la coexistencia de sociedad e individuo, para valorizar que el hombre, sea como persona o como colectividad, es el sujeto final, por lo que no puede ser como un medio para la grandeza del Estado. ESTADO Y SOCIEDAD
Con un fin didáctico, puede definirse el (Estado como la
colectividad humana organizada políticamente sobre un territorio). No tiene una existencia natural propia; es una entidad formada por la agrupación de individuos. De ahí que se empleen indistintamente los términos Sociedad y Estado, pues éste no es sino la forma más elevada de organización social. Como fenómeno social concreto, se distingue de las demás agrupaciones por el elemento Poder. Ante todo, cabe preguntarse, ¿cuál es la naturaleza o esencia del Estado?. La naturaleza de su realidad es la de un ser de relación, o sea un tejido de comportamientos. Como estructura social-histórica, se basa y se sustancializa en los hombres en sociedad que lo componen; sin esta base social, el Estado no es nada. El concepto Sociedad es más general que el de Estado, pues éste, aunque muy importante, es sólo un aspecto de lo social, el aspecto político-jurídico. ESTADO Y SOCIEDAD
La naturaleza de su realidad es la de un ser de relación,
pues no existe a la manera de un árbol o un animal, los cuales tienen sustancia. El Estado no existe y subsiste por sí mismo; existe y subsiste en el ser de los individuos. No es la mera pluralidad de éstos, pues al conjunto de hombres agrega una realidad nueva: la relación de poder, indestructible y necesaria. De otro lado, el fenómeno social que llamamos poder político suscita una actitud intelectual, cuyo resultado es el Estado. El Estado existe porque es pensado. No es una construcción a partir de lo real sino un concepto, porque su realidad reside en el espíritu de los hombres que lo componen, como explica Burdeau. Es una institución de instituciones, la institución suprema, algo que ha sido fundado. ELEMENTOS DEL ESTADO
Pueblo, territorio y poder son los tres elementos del
Estado. Si se añade que el poder existe para realizar el bien común, la definición se completa. Algunos autores consideran como un cuarto elemento el ordenamiento jurídico, pero nosotros creemos que tal arquitectura de normas es la producción del Estado, a la vez que el sistema que lo estructura. Refleja la voluntad que dicta las normas, es decir, el Poder. Esencialmente, el Estado es poder, impuesto inicialmente y más tarde institucionalizado. Derecho y Estado se entremezclan y se suponen recíprocamente. Los actos coactivos que caracterizan al Derecho y al Estado son los mismos. El Estado, como dice Del Vecchio, puede concebirse en dos formas: 1° Como unidad de un sistema jurídico que tiene vigor positivo, o sea que puede ser impuesto por la fuerza; y, 2° Como sujeto invisible pero real de ese mismo orden jurídico. ORIGEN DE LA DENOMINACIÓN “ESTADO”
La palabra Estado es moderna y corresponde en puridad a
la unificación política lograda después de la era medieval. Para los griegos, la palabra polis, o sea ciudad, expresaba la comunidad diferenciada por un modo de vida propia. El Estado era entendido por los romanos como res publica o cívítas. Del uso de expresiones tales como "status reí romanae" puede provenir la voz Estado. Al extender su dominación, Roma llamó imperíum a su organización política, acentuando así el elemento decisivo del concepto Estado, que es el imperio o potestad de mandar. En el derecho germánico también se acentuó el elemento de dominio, pues el Estado fue llamado "Reich", voz que procede de "regnum", o sea mando de un príncipe. ORIGEN DE LA DENOMINACIÓN “ESTADO”
La denominación "Estado" fue acuñada por Maquiavelo,
desde las líneas iniciales de su obra “El Príncipe”. Tal acepción de la palabra "stato", derivada de la voz latina "status", que expresa un orden, vino a responder a una necesidad general, ya que ninguna de las voces antes usadas servía para denominar la pluralidad de formas políticas existentes en la Italia renacentista. Unido al nombre de una ciudad como Florencia, Génova o Venecia, el término "stato" dio expresión a todas las formas, fueran republicanas, monárquicas o tiránicas, o bien aplicadas a sólo una ciudad o a toda una región sometida a una misma autoridad. La nueva denominación fue adoptada antes de dos siglos por los principales idiomas y su uso se convirtió en universal. FORMACIÓN HISTORICA DEL “ESTADO”
El Estado es el resultado de una larga evolución de la
convivencia humana. Aparece con la civilización sedentaria, cuando el grupo pasa de la vida nómade a la vida agraria. Con el Estado se alcanza el grado más alto de la organización social, el de una unidad colectiva dotada de capacidad para la autodeterminación y regida por una ordenación jurídica. El hecho de que el hombre esté naturalmente destinado a la convivencia fue lo que determinó las formas primitivas de la vida social y la aparición del Estado. Los elementos humanos más próximos del Estado no son los individuos, puesto que la sociedad no es un agregado de átomos, sino las comunidades locales y las familias. Se ha constituido históricamente por la asociación de los grupos naturales, o sea familia y comunidades locales, las cuales formaron un grupo superior en cuyo desarrollo se fueron distinguiendo las funciones que hacen necesario el Poder, que son básicamente las siguientes: FORMACIÓN HISTORICA DEL “ESTADO”
1° Establecer reglas para las actividades del grupo.
2° Hacer efectivas dichas reglas, contrarrestando los actos que estén en conflicto con ellas. La primera sociedad natural fue sin duda la familia. Por extensión o crecimiento espontáneo de la familia, o bien por agregación de otras, se formaron el clan y la tribu. Esta fundó la ciudad, realidad permanente que arraiga al hombre a un territorio. Las necesidades de la defensa común y el intercambio comercial favorecieron la agregación de ciudades dentro de una más vasta unidad social: la nación. Sólo dentro de ella puede el hombre realizar sus destinos y alcanzar el mayor grado posible de perfección. Históricamente, ha sido el Poder el que ha creado al Estado, organismo social encargado de realizar el derecho. Lo más probable es que el Estado reconozca su origen en el acatamiento tácito de la autoridad de quienes asumieron el Poder por un simple impulso de voluntad. FORMACIÓN HISTORICA DEL “ESTADO”
La coexistencia de familias, o bien quizá la sujeción de
unas familias a otras, añadida a la descendencia común de una estirpe, no bastan para dar nacimiento a la sociedad civil, que es específicamente distinta de la familia. Se precisa siempre un factor de asentimiento a las obligaciones recíprocas, de costumbre o aceptación tácita, para explicarse la formación del Estado. El poder del Estado moderno es incontrastable. Desde el siglo XV ha venido dominando toda feudalidad. El ejército permanente, la burocracia jerarquizada y el establecimiento de impuestos generales lo han emancipado. Concentra el empleo legítimo de la fuerza e impone su dominación. EL PROBLEMA DEL ORÍGEN DEL “ESTADO”
No es tan fácil de resolver como el de su definición, pues
ésta se hace en vista de tres elementos empíricos: un territorio, un pueblo y un gobierno. Como quiera que el problema del origen y el problema de la esencia del Estado son de carácter predominantemente sociológico y filosófico, respectivamente, muchos juristas han renunciado a investigar los principios esenciales del Estado y se limitan a enfocar su atención sobre el estudio del derecho positivo. Así, el eminente tratadista Hans Kelsen sostiene que la teoría política debe renunciar por principio a todo intento de explicación del Estado y sus fuentes, pues su causalidad es meta jurídica, o sea que se halla más allá de la ciencia del Estado. Según Kelsen, cada Estado debe ser estudiado con pautas puramente jurídicas; la norma original de cada Estado, la “URSPRUNGNORM”, determina la naturaleza de su estructura y el estudio de dicha norma original escapa a la teoría política. EL PROBLEMA DEL ORÍGEN DEL “ESTADO”
A una conclusión igualmente escéptica llegó Carré de
Malberg, quien afirmó que la ciencia del derecho no se relaciona con la investigación del origen del Estado, problema ajeno al examen de los juristas. Semejante conclusión, válida para los juristas, no lo es para la politología, pues comporta una abdicación de la ciencia política a su carácter de ciencia si renunciara a ofrecer una explicación racional de las causas primeras. El problema del origen del Estado, extremando su planteo, consiste en saber si el Estado existe como una exigencia de la naturaleza humana o si es una creación de la voluntad. El problema interesa directamente al Derecho, pero pertenece a la filosofía social, pues entraña un juicio de valores; equivale a preguntarse si el Estado es dado o construido. La respuesta acertada es una media entre ambos extremos, pues el Estado es natural por su origen y también es voluntario por el hecho de contar con el asentimiento del grupo. EL PROBLEMA DEL ORÍGEN DEL “ESTADO”
Entre las diversas teorías sobre el origen del Estado,
merecen especial estudio las cuatro siguientes: la teoría organicista, la teoría de la lucha de clases, la teoría del contrato social y la teoría de la naturaleza social del hombre.
TEORÍA ORGANICISTA
En general, los organicistas establecen analogías entre el
individuo orgánico, inclusive los animales inferiores, y el compuesto social. Para sus representativos, que son particularmente Spencer, Spengler y Kjellen, la sociedad es un organismo, es el producto de la evolución histórica. Bluntschli extremó tal concepción, afirmando que el Estado alemán era de sexo masculino y había alcanzado su edad viril con Federico II. EL PROBLEMA DEL ORÍGEN DEL “ESTADO”
La célebre comparación de Platón de que el Estado es
como un hombre en grande, no da a entender que el filósofo haya concebido el Estado como un organismo biológico, sino más bien como una unidad de voluntad. La concepción de Aristóteles se acerca más a la teoría organicista, pues advierte una analogía en el hecho de que el Estado, al igual que el hombre o los animales, posee órganos y funciones que hacen posible la vida del todo. Spencer vio en el Estado a un organismo biológico, pero se ufanaba de que el Poder iría disminuyendo con el progreso democrático. La experiencia ha demostrado lo contrario, pues por doquiera se ha producido la acentuación del poder. EL PROBLEMA DEL ORÍGEN DEL “ESTADO”
La teoría organicista yerra en cuanto desconoce la diferencia
radical que existe entre la composición de la sociedad y la del organismo, pues mientras en éste los órganos existen para servir al conjunto, en el Estado cada individuo tiene un fin propio. Pero tiene un mérito indiscutible: haber puesto de relieve el carácter real del Estado, en oposición a la doctrina de los liberales, imperante en el pasado siglo, que hacía del Estado una simple construcción jurídica, un mero producto ideológico. Para el más importante de los organicistas modernos, Rudolf Kjellen, los Estados cuyo proceso conocemos por la Historia son verdaderos seres vivos, aunque no en el sentido biológico; están dotados de sensibilidad y de razón e influidos en cierta forma por el territorio. Fue él quien propuso dar el nombre de Geopolítica a la investigación del fundamento geográfico de los Estados. Subrayó así la importancia del elemento espacial para las naciones. EL PROBLEMA DEL ORÍGEN DEL “ESTADO”
La concepción organicista tiene similitudes con la concepción
romántica e historicista que supone la existencia del alma popular, o sea de una psique colectiva. Ambas son de tipo comunitario; hacen predominar el valor colectivo sobre las personas individuales. La tendencia es en gran parte germana, pues el pensamiento alemán es proclive a atribuir esencia al todo social, a una estructura que insume al hombre. Desde Hegel al comunismo actual cabe observar que la noción de individuo es sustituida por la de estructura o totalidad. En cambio, los latinos admitimos la importancia de la colectividad pero mantenemos como sujeto real y esencial al hombre, cuyo desarrollo debe armonizarse con el de la sociedad en que vive inmerso. Los organicistas extreman el planteamiento forzando una disyuntiva, al igual que los contractualistas, pues se dicen: El Estado proviene o bien del impulso natural o bien de la libre voluntad del hombre. EL PROBLEMA DEL ORÍGEN DEL “ESTADO”
TEORÍA DE LA LUCHA DE CLASES
Según ella, el Estado es una superestructura de opresión de la clase poseedora, impuesta con el fin de asegurar un orden de privilegios. En forma rotunda, fue Marx el primero en sustentar esta teoría, si bien su crítica se contrajo sólo al Estado actual, sin profundizar en cuanto al origen mismo del Estado. En el Manifiesto Comunista, de 1848, llamó al Estado "comité de gerencia de la burguesía", afirmando que la clase preponderante funda su posición política en la tenencia de los medios de producción. "La estructura económica de la sociedad es la base real sobre la que se levanta el edificio jurídico y político, y a la cual corresponden determinadas formas de la conciencia social". La estructura económica, o sea las condiciones de producción, es lo que determina la superestructura política y la ideología. EL PROBLEMA DEL ORÍGEN DEL “ESTADO”
En el siglo XIX, cuando las relaciones de producción y la
evolución cultural condicionada por ellas permitieron descubrir que la servidumbre humana deriva de la propiedad privada, dice Marx, el hombre advirtió que se halla enajenado al Estado por la ilusión de encontrar en él un instrumento de seguridad y libertad. Engels, amigo y discípulo de Marx, señaló en la base de la civilización la explotación de una clase por otra. En su obra más importante, Origen de la familia, de la propiedad y del Estado, afirma que el Estado no existe desde toda la eternidad, que hubo sociedades que se pasaron sin él y que no tuvieron ninguna noción de la autoridad. "En cierto grado del desarrollo económico, necesariamente unido a la escisión de la sociedad en clases, esta escisión hizo del Estado una necesidad impuesta por los poseedores para continuar imperando sobre los proletarios. La burguesía, al crear la gran industria, ha creado el proletariado y éste habrá de enterrarla". EL PROBLEMA DEL ORÍGEN DEL “ESTADO”
En la obra citada, Engels afirma: "No faltaba más que una
cosa; una institución que no sólo asegurase las nuevas riquezas de los individuos contra las tradiciones comunistas de la organización de la gens, que no sólo consagrase la propiedad individual tan poco estimada previamente e hiciese de esta santificación el fin más elevado de la sociedad humana, sino que, además, legitimase en nombre de la sociedad en general las nuevas formas de adquirir la propiedad que se desarrollasen unas después de otras, es decir, el crecimiento cada vez más acelerado de las riquezas; en una palabra, una institución que no sólo perpetuase la naciente división de la sociedad en clases, sino también el derecho de la clase poseedora de explotar a la que no poseyese nada, y la preponderancia de la primera sobre la segunda"... "Y se inventó el Estado". EL PROBLEMA DEL ORÍGEN DEL “ESTADO”
El marxismo postula que la sociedad es anterior al
poder y al derecho. Estos aparecieron por obra de la usurpación y la violencia, cuando algunos introdujeron la propiedad privada de los medios de producción. La división del trabajo ha engendrado la diferenciación política, la cual entraña la alienación de la sociedad en favor de la clase económicamente fuerte. Para restituir la sociedad a su pureza original, deben ser eliminadas las clases. Aparecida sin derecho ni Estado, la sociedad continuará existiendo sin ellos, puesto que son fenómenos efímeros y pasajeros. Para el marxismo, todo esfuerzo de libertad política es un engaño si el hombre sigue estando alienado social y económicamente. La política no es sino un reflejo de la realidad social y el Estado desaparecerá cuando se extinga la lucha de clases. EL PROBLEMA DEL ORÍGEN DEL “ESTADO”
Contradictoriamente, la experiencia soviética ha
demostrado que son los instrumentos políticos los más eficaces para alterar los mecanismos socio-económicos, y no a la inversa. Era utópica la teoría de Marx, enunciada en escritos anteriores al Manifiesto Comunista, en los manuscritos de 1844, respecto de que la vida civil no tiene necesidad de ser integrada por el Estado, de que es éste quien resulta mantenido por la vida civil de relación, o sea por el conjunto de relaciones de producción y distribución, y no a la inversa. El marxismo, que erigió en doctrina la primacía de lo económico sobre lo político, ha realizado lo contrario: la primacía de lo político sobre lo económico. La nacionalización de los medios de producción no ha logrado un aumento de la producción que permita atender las necesidades de todos, como afirmó Marx. Tampoco, ha conducido a la abolición de las clases ni menos aun, a la extinción del Estado. EL PROBLEMA DEL ORÍGEN DEL “ESTADO”
Sin conexión ideológica con Engels y Marx, algunos
sociólogos con invocación a cierta antropología arbitraria, han basado la diferenciación política en la raza y en las predisposiciones individuales heredadas. Gumplowicz en el siglo pasado y Franz Oppenheimer en el actual han asegurado que el Estado es una institución social impuesta por un grupo victorioso de hombres a una estirpe vencida, con el único fin de regular la dominación y precaverse contra rebeliones internas. Posteriormente, estas diferencias de raza se han transformado en diferencias de clase. El Estado, para dichos autores, es un instrumento de opresión clasista. Al igual que Marx, Oppenheimer sostuvo que, al desaparecer la explotación de una clase por otra, desaparecerá también el Estado para ser reemplazado por una sociedad de libre armonía. EL PROBLEMA DEL ORÍGEN DEL “ESTADO”
Las teorías que conciben al Estado como un órgano de
dominación clasista no alcanzan a explicar la sumisión del grupo primitivo a la casta sacerdotal o la colonización de los territorios inhabitados. Tampoco explican satisfactoriamente el Estado actual, cuya política consiste en prestar protección a las clases no poseedoras y en regular el poder de la riqueza. En la actualidad, por elemental sentido de defensa, el Estado impone restricciones al poder económico y hace viables, continuamente, nuevas formas de re distribución del ingreso. La notable elevación del nivel general de vida en los países de Europa Occidental, por ejemplo, así como la extensión de la clase media, hacen patente dicho impulso. Nuestra era es altamente política y la jerarquía social resulta muchas veces derivada de la jerarquía política. El poder político es hoy más fuerte que cualquier clase económica y se dirige a la protección jurídica general y al bienestar de la mayoría. EL PROBLEMA DEL ORÍGEN DEL “ESTADO”
TEORÍA DEL CONTRATO SOCIAL
Sostenida especialmente por Hobbes y Rousseau, aunque expuesta indeterminadamente por varios autores desde muy antiguo, la téoría del pacto social afirma que el Estado proviene de la convención de los hombres. En sus tratados De Cive y Leviatán, fue Hobbes el primero en exponer la tesis del contrato. Es importante anotar que la hipótesis del pacto celebrado por los individuos conduce a Hobbes a legitimar el absolutismo del príncipe, en tanto que a Rousseau lo lleva a afirmar la soberanía popular. Hobbes, el gran teórico del absolutismo, parte del supuesto de que el hombre es un ser anti-social, lo que ha hecho necesario el Estado como autoridad omnipotente e incontrastable, nacida del temor. Los hombres lo han establecido para asegurar un orden que sustituyera el estado natural de la sociedad, que es el de una lucha implacable: "homno homini lupus". EL PROBLEMA DEL ORÍGEN DEL “ESTADO”
El hombre primitivo se vio ante la disyuntiva de la anarquía
o la autoridad absoluta del Estado y convino en admitir esa autoridad como precio necesario para su seguridad. El hombre, animal egoísta, nada sabe de lo que es justo e injusto; obedece a sus naturales apetitos y aversiones, lo que determinaría un estado permanente de lucha si no se hubiera conferido la autoridad suprema al Estado, al que los hombres obedecen porque cuenta con fuerza para obligarles. Por ser fundamentalmente racionalista, Hobbes atribuye la formación de la sociedad a un "contrato de paz" y subraya la importancia del poder, que ha recibido en transferencia los derechos individuales porque el ejercicio anárquico de ellos conduciría a la desaparición de la paz social. EL PROBLEMA DEL ORÍGEN DEL “ESTADO”
La tesis política de Rousseau es expuesta en su Discurso
sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres, que es un ensayo de historia conjetural del género humano, y más ampliamente en El Contrato Social. Sostiene que el hombre es un ser bueno y social por naturaleza. En el origen, todos los hombres eran libres e iguales; los más fuertes se impusieron a los demás y crearon la propiedad privada conjuntamente con el predominio político. El primero que cercó un campo y dijo "esto es mío" fue el factor de la infelicidad humana. La sociedad civil se ha constituido por un pacto tácito acordado con el fin de proteger bienes y personas. Por virtud de dicho pacto, "cada uno, uniéndose a los otros, no obedece, a pesar de esto, más que a sí mismo y permanece tan libre como antes", pues obedece a la voluntad general. De esta manera, el hombre se despoja de su derecho de libertad en favor de la comunidad. EL PROBLEMA DEL ORÍGEN DEL “ESTADO”
Pierde su voluntad particular, sometiéndose a la voluntad
general expresada por la mayoría. Tal concepción es una petición de principio o círculo vicioso, pues que el pacto supone como condición previa la vida en la sociedad, ya que sin aquella experiencia social no podían haberse advertido las ventajas del orden civil. Rousseau se pregunta por qué el hombre está por todas partes encadenado, o sea, sometido a una disciplina social. Del estado natural de libertad, ha pasado al estado de sujeción por virtud del pacto social, cuyas cláusulas se reducen a una sola, a saber: "la enajenación total de cada asociado, con todos sus derechos, a la comunidad". En compensación, el hombre ha recibido la libertad civil, que si bien es más restringida, es también mucho más eficaz, puesto que está garantizada por la voluntad general. EL PROBLEMA DEL ORÍGEN DEL “ESTADO”
Para la tesis pactista, por tanto, el Estado no proviene de
la naturaleza. Incurriendo en contradicción, el propio Rosseau deja entender que la vida en sociedad es una exigencia de la naturaleza: "supongo a los hombres habiendo llegado a un punto en que los obstáculos que atentan a la conservación en estado de naturaleza exceden a las fuerzas que cada individuo puede emplear para mantenerse en este estado. Entonces ese estado primitivo ya no puede subsistir; y el género humano perecería si no cambiase su manera de ser". Así reluce que si los hombres acordaron vivir en sociedad para no perecer, no eran libres para convenir lo contrario. EL PROBLEMA DEL ORÍGEN DEL “ESTADO”
En otro pasaje dice que "el tránsito del estado de
naturaleza al estado civil produce en el hombre un cambio muy notable, sustituyendo en su conducta la justicia al instinto y dando a sus acciones la moralidad de que antes carecían. .. Por más que se prive en este estado de muchas ventajas que recibe de la naturaleza, gana otras muy considerables, sus facultades se ejercitan y desarrollan, sus ideas se amplían, sus sentimientos se ennoblecen, y su alma entera se eleva a tal punto que, si los abusos de esta nueva condición no lo degradasen a menudo por debajo de aquélla que antes tenía, debería bendecir sin cesar el feliz instante que lo arrancó de ella para siempre y que, de un animal torpe y limitado, lo hizo un ser inteligente y un hombre". EL PROBLEMA DEL ORÍGEN DEL “ESTADO”
Bien mirada, la posición de Rousseau no repudia la
sociabilidad natural del hombre y tiene el mérito de haber redescubierto la comunidad. Al afirmar que el individuo realiza su condición de hombre en la sociedad política, está reconociendo que ésta es necesaria al perfeccionamiento humano. Creemos obvio que el deseo de orden social no ha aparecido de súbito, sino que se exteriorizó al desarrollarse las agrupaciones locales, pero, aunque no haya nacido con el primer hombre, es innegable que pronto se hizo sentir como una exigencia de la naturaleza humana. Por tanto, si la voluntad humana tradujo una tendencia natural, la sociedad ha nacido de la naturaleza y el orden civil no depende de la pura voluntad ni puede ser disuelto por acuerdo. EL PROBLEMA DEL ORÍGEN DEL “ESTADO”
En la teoría del pacto social lo más importante es la
afirmación de un elemento voluntario en la institución del Estado. Si bien la causa primaria de la sociedad política reside en la naturaleza humana, no puede negarse que es la voluntad la que la coordinado los esfuerzos y que la razón ha admitido las ventajas de la vida en sociedad, con lo que se formó un consenso general de obediencia. La tendencia natural fue estimulada, sin duda, por la comprobación que la experiencia proporcionó respecto de las bondades del orden y de la seguridad colectiva. Seguramente fue así como nació el Estado, por exigencia de la naturaleza y por el propósito o voluntad de mantener una organización. EL PROBLEMA DEL ORÍGEN DEL “ESTADO”
TEORÍA DE LA NATURALEZA SOCIAL DEL HOMBRE
Confirmando enseñanzas de Sócrates, Platón afirma como origen del Estado la necesidad de asociarse dada la insuficiencia del hombre. En su célebre tratado Politeia, voz que equivale a Estado y que fue traducida por los romanos como La República, el filósofo enuncia una organización ideal cuyo fin es la justicia. Sostiene que la ciudad se formó con vistas a lo necesario "por darse la circunstancia de que ninguno de nosotros se basta a sí mismo, sino que necesita de muchas cosas". Son las necesidades las que construyen el Estado, cuya población se diversifica por razón de la división del trabajo. De la clase de los guardianes de la sociedad, o sea los guerreros, salen los gobernantes. EL PROBLEMA DEL ORÍGEN DEL “ESTADO”
De acuerdo a su concepción idealista, Platón atribuye al
Estado una existencia propia que, en cuanto idea, es más real que la de los individuos que lo componen. Esta individualidad colectiva guarda analogía ética y fisiológica con la naturaleza humana, pues se funda en tres facultades diferentes: razón, valor y deseo. A cada una de estas facultades corresponde una clase social. Los magistrados corresponden a la razón; sus almas están fabricadas con metal más noble, el oro, siendo su función el gobernar. Los guerreros están animados por el desprecio al peligro y el amor a la gloria; están hechos de plata y tienen por misión la defensa de la comunidad. Los artesanos y los labriegos, hechos de hierro y de bronce, respectivamente, están motivados por la necesidad de ganar el sustento; por excepción, puede surgir de entre ellos un hombre con virtudes de oro y encumbrarse a la clase más alta. EL PROBLEMA DEL ORÍGEN DEL “ESTADO”
Aristóteles, que estudió los Estados reales a través de
centenas de constituciones, afirmó la polis, el Estado, como una comunidad natural. En su tratado La Política trata del origen y naturaleza del Estado, de sus formas de organización y de sus funciones. El Estado, dice, es un hecho natural; el hombre es por naturaleza un animal político, destinado a vivir en sociedad. La ley impone una obediencia en la que son libres e iguales los ciudadanos y los gobernantes. Señala el valor impersonal de la ley y las excelencias de un gobierno fundado en el bien general. Mira al Estado, o sea la polis, como una asociación política originada en la naturaleza humana. También la filosofía cristiana explica el origen de la sociedad civil o Estado como institución de la naturaleza. EL PROBLEMA DEL ORÍGEN DEL “ESTADO”
En la encíclica Inmortale Dei, relativa a la constitución
del Estado, afirma León XIII: "El vivir unido en sociedad es una tendencia natural del hombre, pues siéndole imposible procurarse todo lo necesario y útil para la vida y alcanzar su perfección espiritual y cultural haciendo una vida solitaria, fue destinado por disposición divina a hacer vida en común con sus semejantes, tanto en sociedad familiar como en la civil, la cual es la única capaz de procurarle lo que basta a la perfección de su vida". Dado que ninguna sociedad puede subsistir sin alguien que coordine los esfuerzos de todos hacia el fin común, se deduce que, al constituirse los hombres en sociedad, debe haber una autoridad que los rija. El hombre, ser sociable por naturaleza, es un politikon, como afirmaba Aristóteles. TIPOS HISTÓRICOS DE ESTADO
A través de la historia universal, y sin que ello implique
la necesidad de tales etapas para cada grupo histórico, puede apreciarse que el Estado ha pasado por las fases de Estado imperio, Ciudad-Estado y Estado-nación. En el seno de este último nació el actual Estado de Derecho. Las grandes monarquías de Oriente se formaron por la agregación de pueblos sometidos al imperio de la raza mejor dotada para la lucha o para la organización social. Eran Estados-imperios, de fundamento despótico y teocrático, aunque con un cierto orden jurídico, particularmente en lo relativo a los intereses privados. El Estado-ciudad aparece configurado en la Grecia homérica y se perfecciona con la democracia ateniense, en la cual existe ya el imperio de la ley, si bien es débil el respeto a la persona. Cada ciudad constituye un Estado soberano y el individuo está inerme frente al Poder. TIPOS HISTÓRICOS DE ESTADO
En efecto, la libertad helénica consistía en la
participación del individuo en la formación de las leyes, pero éstas dominaban al individuo de un modo totalitario. La Roma monárquica, y aun la Roma de los primeros siglos de la república, era un Estado ciudad, que había logrado formar el imperio sin confundir el territorio de la urbe latina con el de sus dominios. Después de las primeras empresas extra- peninsulares, Roma fue constituyendo un inmenso Estado- imperio en el que se concedió la ciudadanía paulatinamente a todos los súbditos. El Estado romano, por obra del Derecho notablemente avanzado, tuvo un concepto más claro de la capacidad jurídica de la persona. TIPOS HISTÓRICOS DE ESTADO
En la Edad Media, paralelamente a la idea sacra del
Imperio y a la teoría de una comunidad universal, comienzan a constituirse las nacionalidades europeas, pero el proceso es detenido por la fragmentación del poder que conocemos con el nombre de Feudalismo. Nuevamente cobran autonomía política muchas ciudades y las comarcas sirven de referencia para el espíritu de comunidad. La formación de un poder central en cada país sobreviene después del medioevo. Es en la Edad Moderna cuando aparece el Estado arraigado a la nación. Después de que Francia, España e Inglaterra formaron unidades nacionales, opuestas al ecumenismo anterior el mundo occidental vio extenderse el tipo de Estado-nación como sistema político normal. TIPOS HISTÓRICOS DE ESTADO
La idea de unidad y la de autolimitación del Estado
frente al individuo, son los caracteres esenciales del Estado moderno. Nace como "obra de arte", según el dicho de Burckhardt, a la sombra de la monarquía absoluta que absorbe los poderes locales y luego evoluciona hacia la libertad por influjo de la doctrina del derecho natural. Triunfante la Revolución Francesa, se configura la democracia, la cual acentúa la idea de la voluntad nacional y tiende a identificar los conceptos de nación y Estado. Por último, después de la Primera Guerra Mundial, se disuelve el último Estado-imperio, AustriaHungría, para dar vida a varios Estados constituidos sobre nacionalidades diversas. Actualmente, el ideal político de Occidente consiste en la coincidencia de los fenómenos Nación y Estado. TIPOS HISTÓRICOS DE ESTADO
De ahí que cada comunidad nacional se organice como
comunidad estatal, o bien que una gran comunidad estatal se esfuerce por crear un sentimiento nacional capaz de unir grupos de distinto origen. No pocas veces el Estado ha logrado transformar la convivencia política de grupos diversos en una verdadera unidad nacional, por un proceso de homogenización. Actualmente, en los países africanos de multiplicidad tribal es el Estado el poder unificador que va imponiendo una conciencia nacional dentro de fronteras que no han surgido del sentir colectivo sino del trazo que fijó el conquistador. Dentro de ese ámbito, hasta hace poco artificial, van cohesionándose las nacionalidades. TIPOS HISTÓRICOS DE ESTADO El Estado democrático moderno, surgido de la Revolución Francesa y de la era de Transformación Industrial, ha superado al Estado-nación, al cual prolonga, y se ha organizado como Estado de Derecho, poniendo énfasis en los derechos humanos. Se reconoce hoy la preeminencia de éstos sobre la empresa histórica del Estado y se atribuye la soberanía a la comunidad, suponiendo una voluntad general encaminada al bien común. Para el Estado democrático, la acción estatal debe fomentar la libertad y promover el bienestar del conjunto social. Tal como afirma Mac Iver, en El tejido del gobierno, la democracia consiste precisamente en la distinción entre la sociedad y Estado como planteamiento constitucional, o sea, en el control del Estado por la comunidad. No radica en el predominio de la masa sino en la soberanía del electorado pacífico y en el respeto recíproco de los derechos de gobernados y gobierno.