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UNIVERSIDAD NACIONAL DEL

ALTIPLANO DE PUNO
ESCUELA PROFESIONAL
DE DERECHO

CURSO:
CIENCIA POLÍTICA

Dr. José Luis Ticona Yanqui


DOCTOR JOSÉ LUIS TICONA YANQ
CAPÍTULO
I
EL PODER POLÍTICO
NATURALEZA DEL PODER

En el ápice del Estado se halla el Poder, o sea la


facultad de gobernar, de dictar reglas a la conducta
ajena. Al abordar el presente estudio, comprobamos que
el poder es inherente a la naturaleza humana y que el
Estado, en un primer aspecto, es institucionalización del
poder.
El Poder es la energía organizadora de la vida
social. Hauriou lo define como "una energía de la
voluntad" que asume el gobierno gracias a su
superioridad, para asegurar el orden y crear el derecho.
Para Burdeau, el poder es una fuerza al servicio
de una idea. "Es una fuerza nacida de la voluntad social
preponderante, destinada a conducir el grupo hacia un
orden que estima benéfico y, llegado el caso, capaz de
imponer a los miembros los comportamientos que esta
búsqueda exige".
NATURALEZA DEL PODER

El poder comporta dos elementos: dominación y


competencia.
Este último determina que normalmente el poder
sea obedecido sin recurrir a la coacción. En cuanto idea,
el poder pertenece al mundo del espíritu, a diferencia de
la fuerza, que pertenece al mundo físico. Tiene el poder
quien sabe ofrecer al hombre motivos eficaces del obrar;
posee la fuerza quien dispone de armas ante las que
desaparece toda resistencia, dice Mayert El poder puede
existir sin la fuerza, así como la fuerza puede carecer de
poder.
No cabe explicarse la vida social sin analizar el
impulso de poder, ya que la historia nos prueba que la
voluntad de dominio es una de las fuerzas más
constantes en la dinámica social y seguramente la de
mayor expansión.
LA POLÍTICA COMO FUNCIÓN SOCIAL

La política es la lucha por el poder. Pero no es


lucha ciega, al menos modernamente, pues se halla
condicionada por intereses morales, por ideologías que
conforman una cultura política, o sea un ámbito que es
parte de la cultura general. La realidad social es
gobernada y orientada por la política en cuanto a
vocación de poder.
Mucho antes de que hubiera Estado, la actividad
política existía como función social que organizaba la
cooperación del grupo. El concepto de lo político es más
amplio que el de lo estatal; no sólo la actividad política
es anterior a la aparición del Estado sino que existen
grupos políticos dentro del Estado y entre los Estados.
No toda actividad del Estado es actividad política, pues
la mayor parte de sus funciones constituyen y aspectos
de mera administración.
LA POLÍTICA COMO FUNCIÓN SOCIAL

La idea del poder ha sido obsesiva en muchos


pensadores alemanes, sobre todo desde el siglo
diecinueve. La "voluntad del poder" fue exaltada por
Nieztsche y primó como teoría sicológica y racial con el
nazismo. Cuando el Estado resulta un ente ávido de
poder, ello conduce, inevitablemente, a la dictadura en lo
interno y a la guerra en lo exterior.
La política se explica por la aspiración al poder y a
la detentación de él, lo que pervierte con frecuencia todo
sistema de valores y lleva a constatar que los recursos
jurídicos de nada sirven frente a los hechos de poder. Si
la vida internacional se mira con realismo, no puede
negarse que ella obedece, casi siempre, a una pugna de
poder, pugna que puede ser sutil o con despliegue de
fuerza, pero que subyace respecto de las doctrinas y las
declaraciones retóricas.
LA POLÍTICA COMO FUNCIÓN SOCIAL

El poder político es el único que puede ejercerse


sobre la comunidad entera, a diferencia del poder
económico del poder religioso o del poder sindical. El
poder es multiforme e incluye desde la jefatura de una
organización de cualquier tipo hasta el de la burocracia.
Pero el cargo político es el único que inviste de autoridad
global, el que dota de la aptitud para imponer un orden
de conducta. El poder económico o el sindical son
prominentes, pero no alcanzan la amplitud y eficacia del
poder gubernativo, que es el máximo.
El Poder cumple una triple función: de dirección,
de especialización y de coacción. En efecto dicta reglas,
las aplica de modo continuo y sanciona a los infractores.
FUNCIÓN DE DIRECCIÓN

Siempre que se trate de una acción colectiva, la


ausencia de dirección implica el desorden; de ahí la
necesidad de un poder que dirija y dicte normas antes
de aplicadas. Por lo general, se piensa que el poder es
necesario sólo para el efecto de poner la fuerza al
servicio del orden y por eso concebimos el Estado como
un aparato coactivo. Hay error en tal concepción, pues la
necesidad de coacción no es la razón esencial del
Poder. La razón primordial de éste, y por lo tanto la del
Estado mismo, consiste en la necesidad de una
dirección que asegure la unidad de acción o sea de una
mente que formule el orden antes de imponerlo. La
imposición de un orden determinado es una fase
indispensable, sin duda, pero posterior a la formulación
de la norma.
FUNCIÓN DE DIRECCIÓN

Toda sociedad, toda actividad, toda empresa,


supone necesariamente una dirección, es decir, una
autoridad. Nada importa que una labor empiece a una
hora u otra, pero siempre será indispensable que se
haga a una hora uniforme; ejemplo el tránsito de
vehículos. En la Suma Teológica, Tomás de Aquino se
pregunta si la autoridad sería necesaria en una sociedad
compuesta por hombres en estado de inocencia, a lo
que responde: "La vida en una sociedad numerosa no es
posible sin un Jefe que vele por el bien común. Librados
a ellos mismos, hombres distintos tienden a cosas
distintas; un solo hombre tiende a una sola cosa".
Suponiendo una sociedad compuesta por seres
perfectos, siempre sería indispensable una autoridad
que dicte normas generales para organizar la vida en
común.
FUNCIÓN DE ESPECIALIZACIÓN

Como quiera que la sociedad se halla basada en


la división del trabajo, se precisa que cada cual asuma
una determinada función, especializándose en ella y
realizándola mejor que la generalidad.
La tarea de dirigir el grupo supone una
especialización, pues, aunque el gobierno interesa a
todos los asociados, es menester que exista un grupo de
hombres consagrados exclusivamente a las tareas del
gobierno a fin de realizar tal función de una manera
continua y con mayor aptitud.
Mientras unos hombres se dedican a la
producción de bienes económicos, otros a la instrucción
y al pensamiento y otros a la defensa de la sociedad, un
grupo se consagra a la función de dictar normas para la
convivencia social y de vigilar su aplicación con miras al
bien común.
FUNCIÓN DE COACCIÓN

La función compulsiva del Poder es, sin duda, la


que más impresiona y la más visible. De otro lado, es
casi imposible concebir el derecho sin la nota de
coercitividad, en virtud de la cual la norma se impone
independientemente de la voluntad de los obligados,
pues la regulación jurídica es inexorable y no depende
del acuerdo con el sujeto. Es por ello que generalmente
concebimos el Estado como un aparato coactivo,
aunque sustancialmente su función es de dirección.
Dada la naturaleza del hombre, que obedece
normalmente a estímulos egoístas, no basta que el
Poder establezca un orden sino que debe imponerlo en
muchos casos por la fuerza.
NECESIDAD DEL ESTADO

La primera necesidad es subsistir, lo que implica


alimentarse y resistir a los vecinos. Ello no se logra sin
un mínimo de cohesión. La formación del Estado
obedece a una inclinación de la naturaleza humana y ha
sido admitida en todo tiempo por la razón como algo
conveniente y necesario.
Una fuerza organizada, ejercida por una autoridad
superior a todos y que mira el bien común, es
evidentemente preferible a las fuerzas particulares,
dispersas y antagónicas, que emplearían los hombres si
el Estado no existiera. El conflicto de intereses y el
contraste de apetitos y pasiones, que son la entraña
misma de la vida, hacen quimérico pensar en la
conciliación espontánea.
NECESIDAD DEL ESTADO

Guillermo Ferrero coincide con Hobbes al explicar


que la humanidad se ha organizado en Estados porque
cada hombre sabe que es más fuerte que otros, pero
también que es más débil que otros.
Para liberarse del círculo de terrores, o sea para
no temer a los más fuertes, el hombre renuncia a
imponerse sobre los más débiles. El orden social radica
en admitir la autoridad porque ella organiza la defensa
contra otros grupos, a la vez que impone normas para
precaver a todos contra la agresión interna.
El temor al abuso, así como el temor a la guerra,
explican el acatamiento al Poder desde las sociedades
más rudimentarias hasta hoy en que se aspira a una
organización internacional o super-Estado.
PODER DE HECHO Y DE DERECHO

Propiamente hablando, no existe sino un Poder,


pero se distingue corrientemente entre el poder de
hecho y el poder de derecho. En puridad, son los
gobiernos los que pueden ser clasificados en regímenes
de jure y regímenes de Jacto, según se posesionen del
poder conforme al ordenamiento jurídico o quebrantando
sus reglas.
Los gobiernos de hecho se constituyen por
revolución o por golpe de Estado, como sucedió en los
casos típicos de CromweIl y Bonaparte,
respectivamente. Por lo general se consolidan por medio
de una Constitución o bien por el uso acertado de las
facultades legislativas que se arrogan.
PODER DE HECHO Y DE DERECHO

El gobierno de facto conserva casi todos los


caracteres del poder legítimo y su legislación es
convalidada expresamente por el régimen legal posterior o
bien subsiste por la bondad intrínseca de las normas
dictadas. Fundamentalmente, el gobierno de facto se
legitima cuando cumple el fin para el que existe el Poder.
Cualquiera que sea su origen, el Poder necesita
contar con la adhesión pública, siquiera sea en su forma
de asentimiento tácito, pues de lo contrario establece un
régimen de fuerza que es inestable. El grupo que ejerce el
poder tiende a convertir su gobierno de hecho en un
gobierno de derecho, sea que provenga de un golpe de
Estado o de una revolución.
PODER DE HECHO Y DE DERECHO

Un gobierno puede mantenerse por la fuerza


durante largos períodos, pero sólo en los casos en que una
raza más ilustrada domine a otra. En cierto grado de
civilización, es imposible que subsista un gobierno que
tenga en su contra a la enorme mayoría de la nación.
La adhesión a las monarquías, en gran parte pasiva
e inspirada en hábitos tradicionales, explica el poder de
que gozaron los reyes. El principio de la soberanía del
pueblo reside en el fondo de todos los gobiernos y se
oculta aun en las instituciones menos libres, como observa
TocquevilIe.
El propio emperador romano, autócrata
omnipotente, decía fundar su autoridad en la delegación de
poder que había recibido del pueblo.
PODER DE HECHO Y DE DERECHO

El Poder de Derecho posee la ventaja de ser


ejercido en nombre de una institución, el Estado. Ello le
permite dar respuesta a dos grandes interrogantes: 1 ° ¿En
virtud de qué principio tiene el Poder la facultad de
mandar? y 2° ¿En un grupo dado, a quién le corresponde
el derecho de mandar?.
En cuanto a lo primero, o sea como competencia del
Estado, el poder tiene la facultad de mandar porque la
naturaleza social del hombre hace necesaria una
autoridad. En cuanto a determinar a qué grupo de hombres
corresponde el gobierno, ello constituye un problema
debatido durante milenios y que trataremos de elucidar
más adelante.
PODER DE HECHO Y DE DERECHO

El Poder institucionalizado es el Estado. La


formación de éste no trae consigo, aparentemente, una
modificación del fenómeno político primordial, pues
siempre se ve unos hombres que mandan y otros hombres
que obedecen. Pero en la esencia sí existe una
transformación, pues las personas que deciden ya no
llevan en sí mismas la vocación de mando. Ahora es la
voluntad social la que sustenta la existencia de un Poder y
no reconoce jefes sino simples gobernantes, habilitados en
virtud de un estatuto del poder, o sea la Constitución, y
obligados a ceñirse en el ejercicio de su autoridad a los
fines del Estado. Desde que el Estado adquiere forma, la
investidura de los gobernantes, así como su actividad y su
sucesión, se hallan normados por el derecho.
PODER DE HECHO Y DE DERECHO

El titular del Poder es el Estado, o sea un titular


abstracto.
En su nombre se exige obediencia y se obliga a un
comportamiento determinado.
El Poder resulta así dividido entre un titular, que es
el Estado, y los agentes a su servicio, que son los
gobernantes. Como ilustran Kelsen y Georges Burdeau, el
Estado existe porque es pensado, a la vez que se da en la
experiencia como real. Es pensado por los gobernantes,
que encuentran en él la fuente de su autoridad, y por los
gobernados, que ven en él un fundamento de las reglas.
POLITICIDAD ESENCIAL DEL ESTADO:
DERECHO Y POLÍTICA

Política es la relación entre gobernantes y


gobernados y una búsqueda de lo que es bueno para los
gobernados. El acto político tiene una naturaleza propia, tal
como se distingue un acto moral o un acto económico.
Dado que los hechos se vinculan con el pensamiento, el
conocimiento del Estado no puede desprenderse de la
actividad política. Esta es la actividad ordenadora que
precede a la sociedad ordenada o Estado, así como al
orden de la sociedad o sea a la Constitución. Como anota
Sánchez Agesta, la actividad política no es una forma de
conducta que realice su efecto (la ordenación) y luego se
inhiba. Por el contrario, supone una acción continua dentro
del Estado e influye sobre el orden constitucional para
remodelarlo según las ideas que predominen.
POLITICIDAD ESENCIAL DEL ESTADO:
DERECHO Y POLÍTICA

La "Razón del Estado" es la máxima del obrar


político, la ley motor del Estado, a fin de mantenerlo
vigoroso. Pueden los políticos discrepar en cuanto a los
medios para alcanzar los objetivos del Estado, pues en
cada momento histórico hay una línea ideal de obrar, o
sea una razón de Estado ideal. Pero, junto al valor del
bien del Estado, existen otros valores elevados que
también piden para sí una vigencia incondicionada,
como son la moral y la idea del Derecho.
En último término, el poder mismo puede verse
amenazado por el quebrantamiento de los valores
morales y jurídicos.
POLITICIDAD ESENCIAL DEL ESTADO:
DERECHO Y POLÍTICA

Meinecke, en La idea de la razón del Estado en la Edad


Moderna, señala el vasto espacio en el cual se entrecruzan en
la acción gubernativa el utilitarismo y la motivación ética, al
punto que ésta se pone de manifiesto sólo cuando coincide con
el provecho del Estado. El político respeta las fronteras del
Derecho y limita su impulso de mayor poder por la presión
coincidente de razones prácticas y de móviles idealistas. El
hombre "goza con deleite del poder en sí y en lo que tiene de
intensificación de la personalidad". La voluntad de poder,
halIado del hambre y del amor, dice Meinecke, es uno de los
impulsos más eficaces; "sin las bárbaras concentraciones de
poder, tejidas con terror y crueldad, de déspotas y castas
primitivas, no se hubiera llegado a la fundación de Estados ni a
la educación del hombre para grandes cometidos
supraindividuales".
POLITICIDAD ESENCIAL DEL ESTADO:
DERECHO Y POLÍTICA

Como afirma Jellinek, hay un derecho virtual,


engendrado por el ansia de justicia, que aspira a ser derecho
actual mediante su consagración por ley. Por eso, las ideas
políticas adquieren juridicidad, o sea que la política se
juridiza, cuando la aspiración alcanza a triunfar en la esfera
del poder. Una visión realista del poder nos lleva a considerar
la relación entre derecho y política, ya que el objeto directo de
la idea de derecho no es el hombre sino el grupo social, el
cual asume un ordenamiento según sea la ideología de
quienes gobiernan.
La política tiene por fin el gobierno o dirección del
Estado; para sus realizaciones se sirve de técnicos y
administradores que hacen posible la ejecución de los planes
concebidos por los políticos.
POLITICIDAD ESENCIAL DEL ESTADO:
DERECHO Y POLÍTICA

Cabe distinguir, pues, entre la política como ciencia de


gobierno, especulación teórica, y la política como arte de
gobierno, actividad práctica. En la realidad social tal diferencia
es difícil de advertir, pues la política se vale de instrumentos
jurídicos y de medios prácticos para alcanzar finalidades
señaladas por la elaboración doctrinaria. Arnold Brecht ha
puesto de relieve, con los ejemplos de Lenin y Stalin, que el
pensamiento teórico no es asunto ajeno a la vida, como
sostienen algunos políticos de oficio. La importancia de la teoría
es muy grande. Basta recordar que la ideología marxista
condujo al poder a Lenin, precisamente en el país que Marx
consideró no adecuado en razón de hallarse insuficientemente
desarrollado. La ideología, es decir la superestructura, cambió
las formas de producción, es decir la infraestructura,
contrariando el determinismo económico por efecto de la
voluntad de poder.
POLITICIDAD ESENCIAL DEL ESTADO:
DERECHO Y POLÍTICA

Más allá de toda cuestión jurídica, es indubitable que la


voluntad de poder constituye una de las "grandes fuerzas de la
vida individual y social. Bertrand Russell afirma en su obra El
Poder que éste tiene en el mundo del espíritu la misma
importancia que la energía en el mundo de la física. Por tanto, el
Estado debe ser mirado, esencialmente, como agrupación
política, o sea como un ente de poder, antes que como
ordenamiento jurídico. Es la agrupación política suprema y,
como quiera que orienta su actividad con arreglo a cauces
jurídicos, puede definírsele como un ser político que se organiza
jurídicamente.
Querer huir de la política es como pretender huir del
Estado, dice Carl Schmitt, dado que la comunidad nacional nos
envuelve y nos afecta en una totalidad en la que entrecruzan la
administración, la economía, la moral y el poder.
EL PODER Y LA SOCIEDAD DE MASAS

La sociedad de nuestro siglo es una sociedad de masas,


caracterizada por su tamaño y su complejidad. A las pequeñas
democracias griegas, a las nacionalidades surgidas desde la edad
moderna y gobernadas por pequeñas élites, han sucedido las
sociedades masivas, sean pluralistas o totalitarias, en las que la
voluntad política determinante es aquélla que sabe apoyarse en la
masa. El comportamiento de las masas las hace vulnerables al
totalitarismo, al engreimiento arrollador del derecho, a la
manipulación mediante maniobras de conductismo, pero es
innegable que traduce la aspiración de mejores niveles de vida, a la
vez que una exigencia de mayor participación en las decisiones
políticas, lograda a través del sufragio frecuente o por la cohesión
transitoria en tomo a una dictadura.
El máximo problema de nuestra época radica en organizar el
consentimiento, o sea la adhesión a una forma política, bien sea por
resignación o por participación activa.
EL PODER Y LA SOCIEDAD DE MASAS

El creciente número de contestatarios o impugnadores y la


violencia desatada por el "poder joven", el "poder negro" y el
terrorismo urbano constituyen fisuras en el orden social, que hoy se
mueve hacia el cambio. Nuestra sociedad respeta cada vez menos
los medios jurídicos de resistencia a la opresión, por ineficaces, y es
incitada a los métodos de violencia. La masa intuye una necesidad
de transferencias de los centros de poder, problema arduo y de
manejo más difícil que el de los explosivos, pues supone el planteo
de los teóricos y la habilidad innata del hombre político, del
conductor carismático que sea capaz de equilibrar su poder personal
con la subsistencia de instituciones valiosas pero necesitados de
modificación urgente.
Vivimos una era de discontinuidad, tentando vías que
conduzcan a un nuevo pluralismo, a la reforma de todo lo viciado, a
la organización de un consentimiento sin miedo.
EL PODER Y LA SOCIEDAD DE MASAS

En cada circunstancia histórica ha surgido la reinterpretación


de los ideales vigentes. Para ello, la teoría política y la ciencia
política nos brindan un rico material de reflexión, aunque ésta sea
contemporánea a la realización de hechos violentos que vienen
alterando la sub estructura social.
La sociedad no es una adición de individuos, sino un
compuesto. Por virtud del Poder adquiere una voluntad y sigue un
comportamiento determinado. Este comportamiento es producto de
la orientación política. El ordenamiento jurídico y la estructura del
Estado son resultantes de la actividad política. Por la toma de
conciencia de esta realidad, el poder se ha convertido hoy en el
centro de la lucha social y económica. A su vez la política es mirada
como el arte de convertir las tendencias sociales en normas
jurídicas. El político hace posible el objetivo entrevisto o anhelado.
EL PODER Y LA SOCIEDAD DE MASAS

Nuestra época es una transición del Estado liberal al Estado


social, siendo perceptible una mayor participación del pueblo en el
poder. Se quiere pasar de la democracia gobernada a la democracia
gobernante.
Las construcciones formales están cambiando su contenido,
para no quedar vacías de verdad. Tanto el pensamiento del derecho
natural del siglo XVIII como el derecho racional de Kant, concibieron
una organización estatal con raíces individualistas.
Pero a partir de la Primera Guerra Mundial, se hizo patente
que los partidos políticos, los sindicatos y los grupos de presión iban
operando con un dinamismo que debilitaba lo formal del derecho.
Todo ello se ha acentuado notablemente desde que los sindicatos de
masas, las Iglesias, el poder militar y la tecnocracia han gravitado
claramente sobre la vida del Estado.
EL ORDEN, PODER Y LA LIBERTAD

Orden social, poder y libertad son nociones llamadas a


equilibrarse en la vida normal de un Estado. Maurice Hauriou,
eminente constitucionalista de la década anterior a la Segunda
Guerra Mundial, opina que la concepción de un régimen
constitucional tiene por fin establecer "un equilibrio fundamental que
sea favorable a la libertad, asegurando el desenvolvimiento regular
del Estado".
Este equilibrio se establece por el juego de dos fuerzas
dinámicas o de movimiento, que son el poder y la libertad, y de una
fuerza de resistencia, que es el orden. Tal como afirmó Freud, toda
sociedad se construye sobre el renunciamiento a las satisfacciones
instintivas; por ello es represiva. Orden, poder y libertad conforman
una trilogía en torno a la cual se centra toda la problemática política.
Son factores recíprocamente imbricados, pues el poder hace un
juego equilibrador a fin de compatibilizar el orden y la libertad.
EL ORDEN, PODER Y LA LIBERTAD

El equilibrio constitucional es el término medio, pues el orden


hace resistencia a los cambios, en tanto que la libertad y el poder
suelen presionar para alterar lo establecido por virtud de la dinámica
política.
Si la resistencia que el orden opone a los cambios
reclamados por la libertad, es excesiva, dice Hauriou, el poder
coloca su fuerza al Iado del cambio. Por el contrario, si las reformas
le parecen exageradas o prematuras, el poder se inclina del lado del
orden. Otro tanto podemos decir de las reformas exigidas por el
sentido de justicia o de liberación social, que Hauriou no pudo
entrever.
La primacía del poder en la formación y en la vida del Estado
es evidente. Es él quien mantiene la cohesión entre los componentes
de una sociedad, más por situación que por adhesión, como anota
Prélot.
EL ORDEN, PODER Y LA LIBERTAD

Un mínimum de fuerza material le es indispensable, pues la


cooperación libre, espontánea, unánime, no pasa de ser una utopía.
Por ello afirmó Ihering que hablar de Estado sin fuerza es "una
contradicción en sí". Pero, desde luego, la autoridad no es
solamente fuerza material compulsiva; consiste sobre todo en
ofrecer motivos para ser obedecida. Si el poder residiera en la
fuerza, tras de cada súbdito habría que situar un vigilante o un
policía, así como tras de éste habría que colocar otro guardián. En
límite, cabría preguntar: ¿Quién custodia al guardián?. El orden
proviene del hecho de que cada súbdito del Estado reconoce que
éste tiene derecho a ser obedecido, porque existe una relación de
dependencia respecto de la norma. De ahí que, cualquiera sea su
origen, todo gobierno invoca algún título de legitimidad, sea por su
procedencia democrática o afirmando que realiza el bien común.
Todo poder aspira a ser obedecido con un mínimo empleo de la
fuerza y trata de ganar prestigio como condición de su
perdurabilidad.
EL ORDEN, PODER Y LA LIBERTAD

Ciertamente, la importancia de la represión varía en razón


inversa del grado de consenso. En los grupos coherentes, la
represión es innecesaria de modo general, pero en los grupos de
consenso débil, la represión es indispensable para evitar la
disolución.
Por ello, en los países en los que el consenso sobre los
valores colectivos es grande, la influencia de la Fuerza Armada es
menor y su actividad se limita al rol específico de seguridad. En el
punto de partida de toda concepción humanista está la afirmación de
la libertad humana, que opone resistencia a los gobernantes en todo
caso de arbitrariedad. Se admite la necesidad del mando, y más
ahora que se tiende a hacer del Estado el "agente creador de una
sociedad nueva", como definen muchos. El diseño de esta
organización futura es impreciso, además de que varía ciento
ochenta grados de uno a otro lado del mundo.
LA REVOLUCIÓN Y EL MOVIMIENTO

La realidad política es la de un orden en movimiento. Como


dice Georges Burdeau, llamamos estabilidad a lo que no es sino un
equilibrio de fuerzas. El orden muestra siempre un determinado
grado de aptitud para integrar las fuerzas de renovación. Cuando el
proceso de cambio se cumple por medio de una continua
incorporación de normas de justicia al orden establecido, éste no
sufre convulsión. Pero cuando el orden no muestra capacidad para
introducir los cambios que la tensión social exige, se presenta el
fenómeno denominado revolución. Consiste en el cambio brusco de
estructuras, sea a raíz de un simple golpe de estado o bien tras una
subversión radical, que se enfrenta a las fuerzas del Gobierno y las
domina.
Las democracias representativas tienen mecanismos
reguladores, principalmente la autoridad de las ánfora s libres, para
que el orden, solidario de una determinada idea del Derecho,
incorpore reformas con oportunidad que evite violencias.
LA REVOLUCIÓN Y EL MOVIMIENTO

El instrumento legislativo es el modo normal de usar la


flexibilidad si el orden tiene razonable porosidad. Pero cuando el
pluralismo de las corrientes políticas enerva la autoridad gubernativa,
o bien cuando las fuerzas conservadoras se muestran impermeables
y ciegas, adviene el cambio brusco: la revolución. Esta realiza el
cambio cuyo anhelo movió a desacatar el orden, pero a la vez aspira
a restablecer la cohesión social, para que el nuevo orden sea
estable. Más allá del cambio de equipo gobernante, una revolución
entraña la sustitución del orden social sobre el cual se basaba el
anterior aparato político.
La revolución recoge la nueva idea del derecho y la convierte
en derecho. Desde luego, la palabra Derecho comprende todo lo
legislado que esté vigente de un modo real. Hablando con
propiedad, no hay nuevo derecho y viejo derecho, sino simplemente
Derecho. Este se enriquece incorporando medidas de justicia que la
convicción general reclamaba y que facilitan un orden social estable,
de acuerdo con los tiempos.
LA REVOLUCIÓN Y EL MOVIMIENTO

No es imposible, aunque sí improbable, efectuar una


revolución dentro de la libertad, o sea mediante la ley, respetando
las formas de la democracia representativa. En la esencia de la
revolución, no está la violencia, pero generalmente la acompaña,
como sucedió en la revolución francesa, la rusa, la mexicana, la
china y la cubana.
La experiencia de algunos países no desarrollados es
contradictoria al respecto, pues la transformación se ha realizado de
maneras diversas, inclusive sin derramamiento de sangre. A partir de
la experiencia cubana, los regímenes instaurados con el propósito de
cambiar las estructuras asumen la denominación de "gobiernos
revolucionarios", tal como sucedió en Argelia, Perú, Guinea e lrak.
Dado que recusan el orden jurídico anterior, invocan una legitimidad
nueva y hacen de la revolución una fuente de derecho de la que
emana su título.
CONTROL DE LECTURA
CONTROL DE LECTURA

“UN HOMBRE QUE EN TODAS PARTES QUIERA HACER


PROFESIÓN DE BUENO ES INEVITABLE QUE PIERDA
ENTRE TANTOS QUE NO LO SON. POR LO CUAL ES
NECESARIO QUE TODO PRINCIPE QUE QUIERA
MANTENERSE (EN EL PODER) APRENDA A NO SER
BUENO, Y A PRACTICARLO O NO DE ACUERDO CON LA
NECESIDAD”

“SURGE DE ESTO UNA CUESTION: SI VALE MAS SER AMADO


QUE TEMIDO, O TEMIDO QUE AMADO, NADA MEJOR QUE SER
AMBAS COSAS A LA VEZ; PERO PUESTO QUE ES DIFICIL
REUNIRLAS Y QUE SIEMPRE HA DE FALTAR UNA, DECLARO QUE
ES MEJOR SER TEMIDO QUE AMADO”
CONTROL DE LECTURA

“LOS PRINCIPES DEBEN EMBARCARSE EN GRANDES


PROYECTOS Y HAZAÑAS PARA AUMENTAR SU POPULARIDAD Y
SU REPUTACIÓN. EL MOTIVO DE ESTAS HAZAÑAS ES
MANTENER UN CONSTANTE ESTUPOR ENTRE LOS SUBDITOS Y
MANTENERLOS OCUPADO CON EL ÉXITO DE TUS AVENTURAS.
DE ESTA MANERA NO LES DAS TIEMPO A LOS HOMBRES PARA
PREPARAR ALGUNA ACCIÓN EN TU CONTRA”

“EL PRINCIPE DEBERÁ ESCOGER BUENOS CONSEJEROS Y


EVITAR A LOS ADULADORES”
ESTADO Y SOCIEDAD

El Estado es sociedad más Poder, o sea una sociedad


políticamente organizada.
La entidad o ser del Estado deriva de la sociabilidad
humana. Estado y sociedad son indesligables en la práctica, si
bien se les separa conceptualmente.
En cuanto realidad sociopolítica, el Estado es una obra
del hombre, pero de acuerdo con la naturaleza social de éste.
Como dice Heller, el hombre es producto y a la vez productor
de la historia. En la historia que se produce actúa la ya
producida. Analizar la naturaleza del Estado es un estudio
conexo al de los elementos de su trama, que son la sociedad,
el poder y el derecho. Como toda institución, el Estado es un
producto de la interacción humana.
ESTADO Y SOCIEDAD

Al Estado no lo advertimos en forma corpórea sino a través


de sus acciones, o sea a través de la legislación, de la
administración pública, de la fuerza armada y de los símbolos. De
ahí que su naturaleza aparezca inaprehensible, y es que el Estado
es un concepto, ante todo. Su realidad se concreta en la sociedad. El
concepto de sociedad es más extenso que el de Estado; el primero
representa el género y el segundo la especie.
No es un orden normativo, por más que las normas reflejen la
estructura que decide darse. No está formado por hombres sino por
actividades humanas. Aclarando la noción, enseña CARNELUTTI
que una sociedad se llama Estado en tanto y en cuanto produce
derecho. Precisamente la palabra Estado expresa la consistencia
que la sociedad adquiere merced al derecho. "El Estado es una
sociedad que está, es decir, que dura, porque el derecho impide la
disgregación".
ESTADO Y SOCIEDAD
El destino del hombre es influido por lo social porque la
existencia, como precisara Heidegger, comporta la dimensión de
vivir con otros. Esta condición gregaria está en la esencia de la
historia. El hombre es naturalmente social: ordena su vida a través
de una convivencia necesaria. El Estado realiza una inclinación
humana radial: la de organizarse políticamente. Pero el hombre, a la
vez que recibe el Estado como una imposición de la realidad social,
lo reforma a su voluntad.
La Filosofía del Derecho nos explica el sentido radical de lo
jurídico en la vida humana y en el universo. Nos presenta la
sociedad como convivencia humana bajo unos mismos principios,
según definió Ortega y Gasset, el cual aclara que el Estado es
también sociedad, pero no toda ella, sino un modo de ella. Es
importante subrayar, además, la coexistencia de sociedad e
individuo, para valorizar que el hombre, sea como persona o como
colectividad, es el sujeto final, por lo que no puede ser como un
medio para la grandeza del Estado.
ESTADO Y SOCIEDAD

Con un fin didáctico, puede definirse el (Estado como la


colectividad humana organizada políticamente sobre un territorio).
No tiene una existencia natural propia; es una entidad formada
por la agrupación de individuos. De ahí que se empleen
indistintamente los términos Sociedad y Estado, pues éste no es
sino la forma más elevada de organización social. Como
fenómeno social concreto, se distingue de las demás
agrupaciones por el elemento Poder. Ante todo, cabe
preguntarse, ¿cuál es la naturaleza o esencia del Estado?. La
naturaleza de su realidad es la de un ser de relación, o sea un
tejido de comportamientos.
Como estructura social-histórica, se basa y se
sustancializa en los hombres en sociedad que lo componen; sin
esta base social, el Estado no es nada. El concepto Sociedad es
más general que el de Estado, pues éste, aunque muy importante,
es sólo un aspecto de lo social, el aspecto político-jurídico.
ESTADO Y SOCIEDAD

La naturaleza de su realidad es la de un ser de relación,


pues no existe a la manera de un árbol o un animal, los cuales
tienen sustancia. El Estado no existe y subsiste por sí mismo;
existe y subsiste en el ser de los individuos. No es la mera
pluralidad de éstos, pues al conjunto de hombres agrega una
realidad nueva: la relación de poder, indestructible y necesaria.
De otro lado, el fenómeno social que llamamos poder político
suscita una actitud intelectual, cuyo resultado es el Estado.
El Estado existe porque es pensado. No es una
construcción a partir de lo real sino un concepto, porque su
realidad reside en el espíritu de los hombres que lo componen,
como explica Burdeau. Es una institución de instituciones, la
institución suprema, algo que ha sido fundado.
ELEMENTOS DEL ESTADO

Pueblo, territorio y poder son los tres elementos del


Estado. Si se añade que el poder existe para realizar el bien
común, la definición se completa. Algunos autores consideran
como un cuarto elemento el ordenamiento jurídico, pero nosotros
creemos que tal arquitectura de normas es la producción del
Estado, a la vez que el sistema que lo estructura. Refleja la
voluntad que dicta las normas, es decir, el Poder. Esencialmente,
el Estado es poder, impuesto inicialmente y más tarde
institucionalizado. Derecho y Estado se entremezclan y se
suponen recíprocamente. Los actos coactivos que caracterizan al
Derecho y al Estado son los mismos. El Estado, como dice Del
Vecchio, puede concebirse en dos formas:
1° Como unidad de un sistema jurídico que tiene vigor positivo, o
sea que puede ser impuesto por la fuerza; y,
2° Como sujeto invisible pero real de ese mismo orden jurídico.
ORIGEN DE LA DENOMINACIÓN “ESTADO”

La palabra Estado es moderna y corresponde en puridad a


la unificación política lograda después de la era medieval. Para
los griegos, la palabra polis, o sea ciudad, expresaba la
comunidad diferenciada por un modo de vida propia.
El Estado era entendido por los romanos como res publica
o cívítas. Del uso de expresiones tales como "status reí romanae"
puede provenir la voz Estado. Al extender su dominación, Roma
llamó imperíum a su organización política, acentuando así el
elemento decisivo del concepto Estado, que es el imperio o
potestad de mandar.
En el derecho germánico también se acentuó el elemento
de dominio, pues el Estado fue llamado "Reich", voz que procede
de "regnum", o sea mando de un príncipe.
ORIGEN DE LA DENOMINACIÓN “ESTADO”

La denominación "Estado" fue acuñada por Maquiavelo,


desde las líneas iniciales de su obra “El Príncipe”.
Tal acepción de la palabra "stato", derivada de la voz
latina "status", que expresa un orden, vino a responder a una
necesidad general, ya que ninguna de las voces antes usadas
servía para denominar la pluralidad de formas políticas
existentes en la Italia renacentista. Unido al nombre de una
ciudad como Florencia, Génova o Venecia, el término "stato"
dio expresión a todas las formas, fueran republicanas,
monárquicas o tiránicas, o bien aplicadas a sólo una ciudad o a
toda una región sometida a una misma autoridad. La nueva
denominación fue adoptada antes de dos siglos por los
principales idiomas y su uso se convirtió en universal.
FORMACIÓN HISTORICA DEL “ESTADO”

El Estado es el resultado de una larga evolución de la


convivencia humana. Aparece con la civilización sedentaria, cuando
el grupo pasa de la vida nómade a la vida agraria. Con el Estado se
alcanza el grado más alto de la organización social, el de una unidad
colectiva dotada de capacidad para la autodeterminación y regida
por una ordenación jurídica. El hecho de que el hombre esté
naturalmente destinado a la convivencia fue lo que determinó las
formas primitivas de la vida social y la aparición del Estado.
Los elementos humanos más próximos del Estado no son los
individuos, puesto que la sociedad no es un agregado de átomos,
sino las comunidades locales y las familias. Se ha constituido
históricamente por la asociación de los grupos naturales, o sea
familia y comunidades locales, las cuales formaron un grupo superior
en cuyo desarrollo se fueron distinguiendo las funciones que hacen
necesario el Poder, que son básicamente las siguientes:
FORMACIÓN HISTORICA DEL “ESTADO”

1° Establecer reglas para las actividades del grupo.


2° Hacer efectivas dichas reglas, contrarrestando los actos que estén
en conflicto con ellas.
La primera sociedad natural fue sin duda la familia. Por
extensión o crecimiento espontáneo de la familia, o bien por
agregación de otras, se formaron el clan y la tribu. Esta fundó la
ciudad, realidad permanente que arraiga al hombre a un territorio.
Las necesidades de la defensa común y el intercambio comercial
favorecieron la agregación de ciudades dentro de una más vasta
unidad social: la nación. Sólo dentro de ella puede el hombre realizar
sus destinos y alcanzar el mayor grado posible de perfección.
Históricamente, ha sido el Poder el que ha creado al Estado,
organismo social encargado de realizar el derecho. Lo más probable
es que el Estado reconozca su origen en el acatamiento tácito de la
autoridad de quienes asumieron el Poder por un simple impulso de
voluntad.
FORMACIÓN HISTORICA DEL “ESTADO”

La coexistencia de familias, o bien quizá la sujeción de


unas familias a otras, añadida a la descendencia común de
una estirpe, no bastan para dar nacimiento a la sociedad civil,
que es específicamente distinta de la familia.
Se precisa siempre un factor de asentimiento a las
obligaciones recíprocas, de costumbre o aceptación tácita,
para explicarse la formación del Estado.
El poder del Estado moderno es incontrastable. Desde
el siglo XV ha venido dominando toda feudalidad. El ejército
permanente, la burocracia jerarquizada y el establecimiento de
impuestos generales lo han emancipado. Concentra el empleo
legítimo de la fuerza e impone su dominación.
EL PROBLEMA DEL ORÍGEN DEL “ESTADO”

No es tan fácil de resolver como el de su definición, pues


ésta se hace en vista de tres elementos empíricos: un territorio, un
pueblo y un gobierno. Como quiera que el problema del origen y
el problema de la esencia del Estado son de carácter
predominantemente sociológico y filosófico, respectivamente,
muchos juristas han renunciado a investigar los principios
esenciales del Estado y se limitan a enfocar su atención sobre el
estudio del derecho positivo. Así, el eminente tratadista Hans
Kelsen sostiene que la teoría política debe renunciar por principio
a todo intento de explicación del Estado y sus fuentes, pues su
causalidad es meta jurídica, o sea que se halla más allá de la
ciencia del Estado. Según Kelsen, cada Estado debe ser
estudiado con pautas puramente jurídicas; la norma original de
cada Estado, la “URSPRUNGNORM”, determina la naturaleza de
su estructura y el estudio de dicha norma original escapa a la
teoría política.
EL PROBLEMA DEL ORÍGEN DEL “ESTADO”

A una conclusión igualmente escéptica llegó Carré de


Malberg, quien afirmó que la ciencia del derecho no se relaciona con
la investigación del origen del Estado, problema ajeno al examen de
los juristas. Semejante conclusión, válida para los juristas, no lo es
para la politología, pues comporta una abdicación de la ciencia
política a su carácter de ciencia si renunciara a ofrecer una
explicación racional de las causas primeras.
El problema del origen del Estado, extremando su planteo,
consiste en saber si el Estado existe como una exigencia de la
naturaleza humana o si es una creación de la voluntad. El problema
interesa directamente al Derecho, pero pertenece a la filosofía social,
pues entraña un juicio de valores; equivale a preguntarse si el
Estado es dado o construido. La respuesta acertada es una media
entre ambos extremos, pues el Estado es natural por su origen y
también es voluntario por el hecho de contar con el asentimiento del
grupo.
EL PROBLEMA DEL ORÍGEN DEL “ESTADO”

Entre las diversas teorías sobre el origen del Estado,


merecen especial estudio las cuatro siguientes: la teoría organicista,
la teoría de la lucha de clases, la teoría del contrato social y la teoría
de la naturaleza social del hombre.

TEORÍA ORGANICISTA

En general, los organicistas establecen analogías entre el


individuo orgánico, inclusive los animales inferiores, y el compuesto
social.
Para sus representativos, que son particularmente Spencer,
Spengler y Kjellen, la sociedad es un organismo, es el producto de la
evolución histórica. Bluntschli extremó tal concepción, afirmando que
el Estado alemán era de sexo masculino y había alcanzado su edad
viril con Federico II.
EL PROBLEMA DEL ORÍGEN DEL “ESTADO”

La célebre comparación de Platón de que el Estado es


como un hombre en grande, no da a entender que el filósofo haya
concebido el Estado como un organismo biológico, sino más bien
como una unidad de voluntad.
La concepción de Aristóteles se acerca más a la teoría
organicista, pues advierte una analogía en el hecho de que el
Estado, al igual que el hombre o los animales, posee órganos y
funciones que hacen posible la vida del todo.
Spencer vio en el Estado a un organismo biológico, pero
se ufanaba de que el Poder iría disminuyendo con el progreso
democrático.
La experiencia ha demostrado lo contrario, pues por
doquiera se ha producido la acentuación del poder.
EL PROBLEMA DEL ORÍGEN DEL “ESTADO”

La teoría organicista yerra en cuanto desconoce la diferencia


radical que existe entre la composición de la sociedad y la del
organismo, pues mientras en éste los órganos existen para servir al
conjunto, en el Estado cada individuo tiene un fin propio. Pero tiene
un mérito indiscutible: haber puesto de relieve el carácter real del
Estado, en oposición a la doctrina de los liberales, imperante en el
pasado siglo, que hacía del Estado una simple construcción jurídica,
un mero producto ideológico.
Para el más importante de los organicistas modernos, Rudolf
Kjellen, los Estados cuyo proceso conocemos por la Historia son
verdaderos seres vivos, aunque no en el sentido biológico; están
dotados de sensibilidad y de razón e influidos en cierta forma por el
territorio. Fue él quien propuso dar el nombre de Geopolítica a la
investigación del fundamento geográfico de los Estados. Subrayó así
la importancia del elemento espacial para las naciones.
EL PROBLEMA DEL ORÍGEN DEL “ESTADO”

La concepción organicista tiene similitudes con la concepción


romántica e historicista que supone la existencia del alma popular, o
sea de una psique colectiva. Ambas son de tipo comunitario; hacen
predominar el valor colectivo sobre las personas individuales. La
tendencia es en gran parte germana, pues el pensamiento alemán
es proclive a atribuir esencia al todo social, a una estructura que
insume al hombre. Desde Hegel al comunismo actual cabe observar
que la noción de individuo es sustituida por la de estructura o
totalidad. En cambio, los latinos admitimos la importancia de la
colectividad pero mantenemos como sujeto real y esencial al
hombre, cuyo desarrollo debe armonizarse con el de la sociedad en
que vive inmerso.
Los organicistas extreman el planteamiento forzando una
disyuntiva, al igual que los contractualistas, pues se dicen: El Estado
proviene o bien del impulso natural o bien de la libre voluntad del
hombre.
EL PROBLEMA DEL ORÍGEN DEL “ESTADO”

TEORÍA DE LA LUCHA DE CLASES


Según ella, el Estado es una superestructura de opresión
de la clase poseedora, impuesta con el fin de asegurar un orden
de privilegios. En forma rotunda, fue Marx el primero en sustentar
esta teoría, si bien su crítica se contrajo sólo al Estado actual, sin
profundizar en cuanto al origen mismo del Estado.
En el Manifiesto Comunista, de 1848, llamó al Estado
"comité de gerencia de la burguesía", afirmando que la clase
preponderante funda su posición política en la tenencia de los
medios de producción. "La estructura económica de la sociedad
es la base real sobre la que se levanta el edificio jurídico y
político, y a la cual corresponden determinadas formas de la
conciencia social". La estructura económica, o sea las
condiciones de producción, es lo que determina la superestructura
política y la ideología.
EL PROBLEMA DEL ORÍGEN DEL “ESTADO”

En el siglo XIX, cuando las relaciones de producción y la


evolución cultural condicionada por ellas permitieron descubrir
que la servidumbre humana deriva de la propiedad privada, dice
Marx, el hombre advirtió que se halla enajenado al Estado por la
ilusión de encontrar en él un instrumento de seguridad y libertad.
Engels, amigo y discípulo de Marx, señaló en la base de la
civilización la explotación de una clase por otra. En su obra más
importante, Origen de la familia, de la propiedad y del Estado,
afirma que el Estado no existe desde toda la eternidad, que hubo
sociedades que se pasaron sin él y que no tuvieron ninguna
noción de la autoridad. "En cierto grado del desarrollo económico,
necesariamente unido a la escisión de la sociedad en clases, esta
escisión hizo del Estado una necesidad impuesta por los
poseedores para continuar imperando sobre los proletarios. La
burguesía, al crear la gran industria, ha creado el proletariado y
éste habrá de enterrarla".
EL PROBLEMA DEL ORÍGEN DEL “ESTADO”

En la obra citada, Engels afirma: "No faltaba más que una


cosa; una institución que no sólo asegurase las nuevas riquezas
de los individuos contra las tradiciones comunistas de la
organización de la gens, que no sólo consagrase la propiedad
individual tan poco estimada previamente e hiciese de esta
santificación el fin más elevado de la sociedad humana, sino que,
además, legitimase en nombre de la sociedad en general las
nuevas formas de adquirir la propiedad que se desarrollasen unas
después de otras, es decir, el crecimiento cada vez más
acelerado de las riquezas; en una palabra, una institución que no
sólo perpetuase la naciente división de la sociedad en clases, sino
también el derecho de la clase poseedora de explotar a la que no
poseyese nada, y la preponderancia de la primera sobre la
segunda"... "Y se inventó el Estado".
EL PROBLEMA DEL ORÍGEN DEL “ESTADO”

El marxismo postula que la sociedad es anterior al


poder y al derecho. Estos aparecieron por obra de la usurpación
y la violencia, cuando algunos introdujeron la propiedad privada
de los medios de producción. La división del trabajo ha
engendrado la diferenciación política, la cual entraña la alienación
de la sociedad en favor de la clase económicamente fuerte. Para
restituir la sociedad a su pureza original, deben ser eliminadas las
clases. Aparecida sin derecho ni Estado, la sociedad continuará
existiendo sin ellos, puesto que son fenómenos efímeros y
pasajeros.
Para el marxismo, todo esfuerzo de libertad política es un
engaño si el hombre sigue estando alienado social y
económicamente. La política no es sino un reflejo de la
realidad social y el Estado desaparecerá cuando se extinga la
lucha de clases.
EL PROBLEMA DEL ORÍGEN DEL “ESTADO”

Contradictoriamente, la experiencia soviética ha


demostrado que son los instrumentos políticos los más eficaces
para alterar los mecanismos socio-económicos, y no a la inversa.
Era utópica la teoría de Marx, enunciada en escritos anteriores al
Manifiesto Comunista, en los manuscritos de 1844, respecto de
que la vida civil no tiene necesidad de ser integrada por el Estado,
de que es éste quien resulta mantenido por la vida civil de
relación, o sea por el conjunto de relaciones de producción y
distribución, y no a la inversa. El marxismo, que erigió en
doctrina la primacía de lo económico sobre lo político, ha
realizado lo contrario: la primacía de lo político sobre lo
económico. La nacionalización de los medios de producción no
ha logrado un aumento de la producción que permita atender las
necesidades de todos, como afirmó Marx. Tampoco, ha conducido
a la abolición de las clases ni menos aun, a la extinción del
Estado.
EL PROBLEMA DEL ORÍGEN DEL “ESTADO”

Sin conexión ideológica con Engels y Marx, algunos


sociólogos con invocación a cierta antropología arbitraria, han
basado la diferenciación política en la raza y en las
predisposiciones individuales heredadas. Gumplowicz en el siglo
pasado y Franz Oppenheimer en el actual han asegurado que el
Estado es una institución social impuesta por un grupo victorioso
de hombres a una estirpe vencida, con el único fin de regular la
dominación y precaverse contra rebeliones internas.
Posteriormente, estas diferencias de raza se han transformado en
diferencias de clase. El Estado, para dichos autores, es un
instrumento de opresión clasista. Al igual que Marx, Oppenheimer
sostuvo que, al desaparecer la explotación de una clase por otra,
desaparecerá también el Estado para ser reemplazado por una
sociedad de libre armonía.
EL PROBLEMA DEL ORÍGEN DEL “ESTADO”

Las teorías que conciben al Estado como un órgano de


dominación clasista no alcanzan a explicar la sumisión del grupo
primitivo a la casta sacerdotal o la colonización de los territorios
inhabitados. Tampoco explican satisfactoriamente el Estado
actual, cuya política consiste en prestar protección a las clases no
poseedoras y en regular el poder de la riqueza. En la actualidad,
por elemental sentido de defensa, el Estado impone restricciones
al poder económico y hace viables, continuamente, nuevas
formas de re distribución del ingreso. La notable elevación del
nivel general de vida en los países de Europa Occidental, por
ejemplo, así como la extensión de la clase media, hacen patente
dicho impulso. Nuestra era es altamente política y la jerarquía
social resulta muchas veces derivada de la jerarquía política. El
poder político es hoy más fuerte que cualquier clase económica y
se dirige a la protección jurídica general y al bienestar de la
mayoría.
EL PROBLEMA DEL ORÍGEN DEL “ESTADO”

TEORÍA DEL CONTRATO SOCIAL


Sostenida especialmente por Hobbes y Rousseau, aunque
expuesta indeterminadamente por varios autores desde muy
antiguo, la téoría del pacto social afirma que el Estado proviene
de la convención de los hombres. En sus tratados De Cive y
Leviatán, fue Hobbes el primero en exponer la tesis del contrato.
Es importante anotar que la hipótesis del pacto celebrado por los
individuos conduce a Hobbes a legitimar el absolutismo del
príncipe, en tanto que a Rousseau lo lleva a afirmar la soberanía
popular.
Hobbes, el gran teórico del absolutismo, parte del supuesto
de que el hombre es un ser anti-social, lo que ha hecho necesario
el Estado como autoridad omnipotente e incontrastable, nacida
del temor. Los hombres lo han establecido para asegurar un
orden que sustituyera el estado natural de la sociedad, que es el
de una lucha implacable: "homno homini lupus".
EL PROBLEMA DEL ORÍGEN DEL “ESTADO”

El hombre primitivo se vio ante la disyuntiva de la anarquía


o la autoridad absoluta del Estado y convino en admitir esa
autoridad como precio necesario para su seguridad. El hombre,
animal egoísta, nada sabe de lo que es justo e injusto; obedece a
sus naturales apetitos y aversiones, lo que determinaría un estado
permanente de lucha si no se hubiera conferido la autoridad
suprema al Estado, al que los hombres obedecen porque cuenta
con fuerza para obligarles.
Por ser fundamentalmente racionalista, Hobbes atribuye la
formación de la sociedad a un "contrato de paz" y subraya la
importancia del poder, que ha recibido en transferencia los
derechos individuales porque el ejercicio anárquico de ellos
conduciría a la desaparición de la paz social.
EL PROBLEMA DEL ORÍGEN DEL “ESTADO”

La tesis política de Rousseau es expuesta en su Discurso


sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los
hombres, que es un ensayo de historia conjetural del género
humano, y más ampliamente en El Contrato Social. Sostiene que
el hombre es un ser bueno y social por naturaleza. En el origen,
todos los hombres eran libres e iguales; los más fuertes se
impusieron a los demás y crearon la propiedad privada
conjuntamente con el predominio político. El primero que cercó un
campo y dijo "esto es mío" fue el factor de la infelicidad humana.
La sociedad civil se ha constituido por un pacto tácito acordado
con el fin de proteger bienes y personas. Por virtud de dicho
pacto, "cada uno, uniéndose a los otros, no obedece, a pesar de
esto, más que a sí mismo y permanece tan libre como antes",
pues obedece a la voluntad general. De esta manera, el hombre
se despoja de su derecho de libertad en favor de la comunidad.
EL PROBLEMA DEL ORÍGEN DEL “ESTADO”

Pierde su voluntad particular, sometiéndose a la voluntad


general expresada por la mayoría. Tal concepción es una petición
de principio o círculo vicioso, pues que el pacto supone como
condición previa la vida en la sociedad, ya que sin aquella
experiencia social no podían haberse advertido las ventajas del
orden civil.
Rousseau se pregunta por qué el hombre está por todas
partes encadenado, o sea, sometido a una disciplina social. Del
estado natural de libertad, ha pasado al estado de sujeción por
virtud del pacto social, cuyas cláusulas se reducen a una sola, a
saber: "la enajenación total de cada asociado, con todos sus
derechos, a la comunidad". En compensación, el hombre ha
recibido la libertad civil, que si bien es más restringida, es también
mucho más eficaz, puesto que está garantizada por la voluntad
general.
EL PROBLEMA DEL ORÍGEN DEL “ESTADO”

Para la tesis pactista, por tanto, el Estado no proviene de


la naturaleza. Incurriendo en contradicción, el propio Rosseau
deja entender que la vida en sociedad es una exigencia de la
naturaleza: "supongo a los hombres habiendo llegado a un
punto en que los obstáculos que atentan a la conservación
en estado de naturaleza exceden a las fuerzas que cada
individuo puede emplear para mantenerse en este estado.
Entonces ese estado primitivo ya no puede subsistir; y el
género humano perecería si no cambiase su manera de ser".
Así reluce que si los hombres acordaron vivir en sociedad para no
perecer, no eran libres para convenir lo contrario.
EL PROBLEMA DEL ORÍGEN DEL “ESTADO”

En otro pasaje dice que "el tránsito del estado de


naturaleza al estado civil produce en el hombre un cambio
muy notable, sustituyendo en su conducta la justicia al
instinto y dando a sus acciones la moralidad de que antes
carecían. .. Por más que se prive en este estado de muchas
ventajas que recibe de la naturaleza, gana otras muy
considerables, sus facultades se ejercitan y desarrollan, sus
ideas se amplían, sus sentimientos se ennoblecen, y su alma
entera se eleva a tal punto que, si los abusos de esta nueva
condición no lo degradasen a menudo por debajo de aquélla
que antes tenía, debería bendecir sin cesar el feliz instante
que lo arrancó de ella para siempre y que, de un animal torpe
y limitado, lo hizo un ser inteligente y un hombre".
EL PROBLEMA DEL ORÍGEN DEL “ESTADO”

Bien mirada, la posición de Rousseau no repudia la


sociabilidad natural del hombre y tiene el mérito de haber
redescubierto la comunidad. Al afirmar que el individuo realiza su
condición de hombre en la sociedad política, está reconociendo
que ésta es necesaria al perfeccionamiento humano.
Creemos obvio que el deseo de orden social no ha
aparecido de súbito, sino que se exteriorizó al desarrollarse las
agrupaciones locales, pero, aunque no haya nacido con el primer
hombre, es innegable que pronto se hizo sentir como una
exigencia de la naturaleza humana.
Por tanto, si la voluntad humana tradujo una tendencia
natural, la sociedad ha nacido de la naturaleza y el orden civil no
depende de la pura voluntad ni puede ser disuelto por acuerdo.
EL PROBLEMA DEL ORÍGEN DEL “ESTADO”

En la teoría del pacto social lo más importante es la


afirmación de un elemento voluntario en la institución del Estado.
Si bien la causa primaria de la sociedad política reside en
la naturaleza humana, no puede negarse que es la voluntad la
que la coordinado los esfuerzos y que la razón ha admitido las
ventajas de la vida en sociedad, con lo que se formó un consenso
general de obediencia.
La tendencia natural fue estimulada, sin duda, por la
comprobación que la experiencia proporcionó respecto de las
bondades del orden y de la seguridad colectiva.
Seguramente fue así como nació el Estado, por exigencia
de la naturaleza y por el propósito o voluntad de mantener una
organización.
EL PROBLEMA DEL ORÍGEN DEL “ESTADO”

TEORÍA DE LA NATURALEZA SOCIAL DEL HOMBRE


Confirmando enseñanzas de Sócrates, Platón afirma
como origen del Estado la necesidad de asociarse dada la
insuficiencia del hombre. En su célebre tratado Politeia, voz
que equivale a Estado y que fue traducida por los romanos
como La República, el filósofo enuncia una organización ideal
cuyo fin es la justicia.
Sostiene que la ciudad se formó con vistas a lo
necesario "por darse la circunstancia de que ninguno de
nosotros se basta a sí mismo, sino que necesita de muchas
cosas". Son las necesidades las que construyen el Estado,
cuya población se diversifica por razón de la división del
trabajo. De la clase de los guardianes de la sociedad, o sea los
guerreros, salen los gobernantes.
EL PROBLEMA DEL ORÍGEN DEL “ESTADO”

De acuerdo a su concepción idealista, Platón atribuye al


Estado una existencia propia que, en cuanto idea, es más real
que la de los individuos que lo componen. Esta individualidad
colectiva guarda analogía ética y fisiológica con la naturaleza
humana, pues se funda en tres facultades diferentes: razón,
valor y deseo. A cada una de estas facultades corresponde
una clase social. Los magistrados corresponden a la razón; sus
almas están fabricadas con metal más noble, el oro, siendo su
función el gobernar. Los guerreros están animados por el
desprecio al peligro y el amor a la gloria; están hechos de plata
y tienen por misión la defensa de la comunidad. Los artesanos
y los labriegos, hechos de hierro y de bronce, respectivamente,
están motivados por la necesidad de ganar el sustento; por
excepción, puede surgir de entre ellos un hombre con virtudes
de oro y encumbrarse a la clase más alta.
EL PROBLEMA DEL ORÍGEN DEL “ESTADO”

Aristóteles, que estudió los Estados reales a través de


centenas de constituciones, afirmó la polis, el Estado, como
una comunidad natural. En su tratado La Política trata del
origen y naturaleza del Estado, de sus formas de organización
y de sus funciones. El Estado, dice, es un hecho natural; el
hombre es por naturaleza un animal político, destinado a vivir
en sociedad. La ley impone una obediencia en la que son libres
e iguales los ciudadanos y los gobernantes. Señala el valor
impersonal de la ley y las excelencias de un gobierno fundado
en el bien general. Mira al Estado, o sea la polis, como una
asociación política originada en la naturaleza humana.
También la filosofía cristiana explica el origen de la
sociedad civil o Estado como institución de la naturaleza.
EL PROBLEMA DEL ORÍGEN DEL “ESTADO”

En la encíclica Inmortale Dei, relativa a la constitución


del Estado, afirma León XIII: "El vivir unido en sociedad es una
tendencia natural del hombre, pues siéndole imposible
procurarse todo lo necesario y útil para la vida y alcanzar su
perfección espiritual y cultural haciendo una vida solitaria, fue
destinado por disposición divina a hacer vida en común con
sus semejantes, tanto en sociedad familiar como en la civil, la
cual es la única capaz de procurarle lo que basta a la
perfección de su vida". Dado que ninguna sociedad puede
subsistir sin alguien que coordine los esfuerzos de todos hacia
el fin común, se deduce que, al constituirse los hombres en
sociedad, debe haber una autoridad que los rija.
El hombre, ser sociable por naturaleza, es un politikon,
como afirmaba Aristóteles.
TIPOS HISTÓRICOS DE ESTADO

A través de la historia universal, y sin que ello implique


la necesidad de tales etapas para cada grupo histórico, puede
apreciarse que el Estado ha pasado por las fases de Estado
imperio, Ciudad-Estado y Estado-nación. En el seno de este
último nació el actual Estado de Derecho. Las grandes
monarquías de Oriente se formaron por la agregación de
pueblos sometidos al imperio de la raza mejor dotada para la
lucha o para la organización social. Eran Estados-imperios, de
fundamento despótico y teocrático, aunque con un cierto orden
jurídico, particularmente en lo relativo a los intereses privados.
El Estado-ciudad aparece configurado en la Grecia homérica y
se perfecciona con la democracia ateniense, en la cual existe
ya el imperio de la ley, si bien es débil el respeto a la persona.
Cada ciudad constituye un Estado soberano y el individuo está
inerme frente al Poder.
TIPOS HISTÓRICOS DE ESTADO

En efecto, la libertad helénica consistía en la


participación del individuo en la formación de las leyes, pero
éstas dominaban al individuo de un modo totalitario. La Roma
monárquica, y aun la Roma de los primeros siglos de la
república, era un Estado ciudad, que había logrado formar el
imperio sin confundir el territorio de la urbe latina con el de sus
dominios. Después de las primeras empresas extra-
peninsulares, Roma fue constituyendo un inmenso Estado-
imperio en el que se concedió la ciudadanía paulatinamente a
todos los súbditos. El Estado romano, por obra del Derecho
notablemente avanzado, tuvo un concepto más claro de la
capacidad jurídica de la persona.
TIPOS HISTÓRICOS DE ESTADO

En la Edad Media, paralelamente a la idea sacra del


Imperio y a la teoría de una comunidad universal, comienzan a
constituirse las nacionalidades europeas, pero el proceso es
detenido por la fragmentación del poder que conocemos con el
nombre de Feudalismo. Nuevamente cobran autonomía
política muchas ciudades y las comarcas sirven de referencia
para el espíritu de comunidad. La formación de un poder
central en cada país sobreviene después del medioevo.
Es en la Edad Moderna cuando aparece el Estado
arraigado a la nación. Después de que Francia, España e
Inglaterra formaron unidades nacionales, opuestas al
ecumenismo anterior el mundo occidental vio extenderse el
tipo de Estado-nación como sistema político normal.
TIPOS HISTÓRICOS DE ESTADO

La idea de unidad y la de autolimitación del Estado


frente al individuo, son los caracteres esenciales del
Estado moderno. Nace como "obra de arte", según el dicho
de Burckhardt, a la sombra de la monarquía absoluta que
absorbe los poderes locales y luego evoluciona hacia la
libertad por influjo de la doctrina del derecho natural.
Triunfante la Revolución Francesa, se configura la
democracia, la cual acentúa la idea de la voluntad nacional y
tiende a identificar los conceptos de nación y Estado.
Por último, después de la Primera Guerra Mundial, se
disuelve el último Estado-imperio, AustriaHungría, para dar
vida a varios Estados constituidos sobre nacionalidades
diversas. Actualmente, el ideal político de Occidente consiste
en la coincidencia de los fenómenos Nación y Estado.
TIPOS HISTÓRICOS DE ESTADO

De ahí que cada comunidad nacional se organice como


comunidad estatal, o bien que una gran comunidad estatal se
esfuerce por crear un sentimiento nacional capaz de unir
grupos de distinto origen. No pocas veces el Estado ha logrado
transformar la convivencia política de grupos diversos en una
verdadera unidad nacional, por un proceso de
homogenización.
Actualmente, en los países africanos de multiplicidad
tribal es el Estado el poder unificador que va imponiendo una
conciencia nacional dentro de fronteras que no han surgido del
sentir colectivo sino del trazo que fijó el conquistador. Dentro
de ese ámbito, hasta hace poco artificial, van cohesionándose
las nacionalidades.
TIPOS HISTÓRICOS DE ESTADO
El Estado democrático moderno, surgido de la Revolución
Francesa y de la era de Transformación Industrial, ha superado al
Estado-nación, al cual prolonga, y se ha organizado como Estado
de Derecho, poniendo énfasis en los derechos humanos. Se
reconoce hoy la preeminencia de éstos sobre la empresa histórica
del Estado y se atribuye la soberanía a la comunidad, suponiendo
una voluntad general encaminada al bien común. Para el Estado
democrático, la acción estatal debe fomentar la libertad y
promover el bienestar del conjunto social.
Tal como afirma Mac Iver, en El tejido del gobierno, la
democracia consiste precisamente en la distinción entre la
sociedad y Estado como planteamiento constitucional, o sea, en
el control del Estado por la comunidad. No radica en el
predominio de la masa sino en la soberanía del electorado
pacífico y en el respeto recíproco de los derechos de gobernados
y gobierno.

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