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GUERRA Y REFORMA , 1879 – 1899 - 1

La cruenta guerra del pacífico trajo la devastación de los campos de cultivo de la


costa, saqueos a la propiedad pública y privada, el desmantelamiento de las instituciones
educativas, culturales y médicas como la universidad de San Marcos y la pérdida de los
territorios del sur. Pero también la secuela de liquidación del pasado.
- Con la desaparición del guano y el salitre se esfumaron probablemente para bien, los
sueños de levantar un Estado fiscalmente autónomo al margen de la sociedad civil. El
ánimo patrimonialista que había arrastrado incluso de los antiguos liberales perdió todo
asidero real.
- El estado peruano debió aprender a vivir de los impuestos que pagaban sus
ciudadanos. Bien se dice, por ello, que las guerras hacen las veces de revoluciones
sociales.
- La “reconstrucción nacional” como bautizó Basadre al periodo 1885-1899, significó un
conjunto de reformas que cambiaron el rostro del Perú sentaron las bases para la
estabilización y prosperidad de la “República Aristocrática”.
- Durante este periodo, la clase propietaria cerró filas y sus intereses se perfilaron mejor,
logrando asegurar el control del Estado por varias décadas.
LA GUERRA DEL SALITRE: 1879-1883
En 1878, el gobierno boliviano constató que si el Estado quería realizar labor
efectiva en un país que había quedado tan retrasado en la carrera del progreso, debía
contar con suficientes ingresos fiscales.
La economía de esa nación era, sin embargo, pobre, como para poder exprimir de ella
algunos impuestos de significación. Pero alguien recordó que allá, en el apartado litoral de
Antofagasta, empresarios y trabajadores venidos de otros lares venían explotando los
caliches del desierto, para convertirlos en salitre y exportarlos.
Aunque el Estado no había tomado ninguna acción en favor de esa actividad (Puerto
Cobija) podía legítimamente imponer tributos a la producción y exportación de salitre. ¿No
había el Estado peruano, incluso, estatizado los yacimientos de salitre, reivindicándolos
totalmente para sí? ¿No había procedido, antes, de la misma guisa con el guano?.
El impuesto que el Estado boliviano introdujo fue moderado (10 centavos por quintal),
cierto es que rompía un acuerdo de estabilidad tributaria firmado años atrás y que aún
estaba vigente; pero un gobierno decidido como el de Hilarión Daza no se iba a dejar atar
las manos por un acuerdo internacional.
En 1873 el Perú había firmado un Tratado de Alianza Defensiva con Bolivia.
Se suponía que el gobierno chileno tenía conocimiento de esto y para que tenga injerencia
en el asunto del salitre debía pensar dos veces.
Las empresas chilenas rehusaron el pago de impuesto y pidieron el apoyo de su gobierno
ante la inminente expropiación boliviana. Hasta ahí todo discurría como se podría haber
previsto; lo que no era fácil de prever en 1878 fue el rotundo éxito que las empresas
salitreras chilenas consiguieron, al lograr que el Estado chileno idenficase sus intereses con
los de ellas.
El impuesto de los diez centavos se convirtió, en el curso de unos meses, ya no en el
problema particular de unas empresas, sino en un problema nacional de Chile; la
dirigencia de este país entreveró que los agobios fiscales de su nación venía padeciendo
podían resolverse si el país conseguía dominar solo el mercado del salitre.
- Desatado el conflicto, con la ocupación chilena del litoral boliviano, Perú se puso del lado
de Bolivia, según la historiografía peruana o porque también ambicionaba el salitre del
territorio boliviano a fin de reconstruir su ansiado monopolio de los fertilizantes, según la
chilena.
La guerra, vista a la distancia de más de un siglo y dado el esquema económico y fiscal en
que se movían los tres Estados implicados era inevitable.
En efecto, ante el dilema de elegir entre una profunda reforma fiscal que lograse en el largo
plazo aumentar los ingresos del Estado, tarea de suyo delicada y que acarreaba grandes
costos y riesgos políticos o intentar ganar monopolio de un recurso como el salitre, que
tenía una demanda garantizada por mucho tiempo en el mercado mundial, para ello la
guerra era un costo inevitable y estalló en abril de 1879.
- Aunque el Perú contaba con una población de 2,8 millones, mayor a la de Chile (2
millones), no disponía, como tampoco Bolivia, de un ejército cohesionado.
- Gran Bretaña apoyó a Chile, cuya causa se identificaba más con la libre empresa y la
libertad de comercio que ella defendía. La suerte de los aliados parecía, si no condenada
a la derrota, al menos sí harto complicada.
- Los grupos dirigentes peruanos no cobraron, sin embargo, conciencia de ello al
contrario: élites exportadores, especuladores de las finanzas, militares y caudillos se
volcaron a una campaña belicista en la que todos esperaban ganar algo.
• Las primeras, por cuanto la caída de la moneda nacional frente a la libra esterlina,
corolario previsible de una guerra, iba a multiplicar su ganancia.
• Los segundo, porque el conflicto iba a ser una magnífica oportunidad para emprender
negocios de toda clase y,
• Los últimos, porque una guerra era una oportunidad para aumentar los galones y ganar
una popularidad que luego tendría premios políticos.
- El conflicto bélico puede dividirse en tres momentos:
La campaña marítima, la campaña del sur y la campaña de Lima.
• En la primera, los acorazados chilenos consiguieron deshacerse de los principales navíos
peruanos en sendos combates (Iquique y Angamos). Si esta campaña se prolongó por
seis meses fue por la pericia del contralmirante peruano Miguel Grau quien, al mando
del Huáscar impidió hasta octubre de 1879 el control del mar por la flota chilena. La
captura del Huáscar en Angamos dio inicio a la…
• campaña del sur. En esa campaña los ejércitos aliados del Perú y Bolivia no alcanzaron
a coordinar esfuerzos. No se trataba de ejércitos profesionales que pudieran, por
ejemplo, realizar maniobras conjuntas y ordenadas.
En una demostración estéril de activismo y valor personal, los presidentes se trasladaron al
teatro de operaciones, en vez de permanecer en las ciudades capitales organizando el
gobierno en una situación de emergencia; mientras que los generales en las batallas
marcharon arma en mano a la cabeza de sus hombres, en lugar de quedarse en la
retaguardia con unos binoculares, ordenando las maniobras y el uso de las fuerzas de
reserva.
- Tras la tercera jornada de agobiante camino por el desierto, los soldados se rebelaron a
proseguir la marcha y hubo de ordenarse el regreso. A veces los batallones se perdían en la
“camanchaca” (neblina) del desierto, las órdenes no llegaban a tiempo y así se perdieron
las batallas de San Francisco (19 de octubre de 1879), Tacna (26 de mayo de 1880) y Arica
(7 de junio de 1880). Únicamente la batalla de Tarapacá (27 de noviembre de 1879),
librada en el curso de la retirada de San Francisco, significó una victoria peruana; impidió la
liquidación de su ejército y permitió retrasar por unos meses la caída del sur.
- El desorden político en que se sumergieron los aliados también propició la derrota.
- El presidente peruano Mariano Ignacio Prado, que al inicio de la guerra habíase
trasladado a Arica para dirigir personalmente las acciones no halló mejor forma de encarar
las primeras derrotas que marchándose a Europa a comprar armamento.
Nicolás de Piérola forjador del Contrato Dreyfus, encabezó el golpe de Estado contra el
vicepresidente La Puerta en diciembre de 1879 y tomó el mando de la República.
• En enero de 1881 se produciría la toma de Lima por las fuerzas enemigas. La defensa de
la capital comprometió esta vez incluso a la clase acomodada y a gentes de todas las
edades en las sucesivas acciones de San Juan y Miraflores.
- La improvisación y la falta de armamento no pudo ser contrarrestada solo por el
entusiasmo y, tras el sacrificio de miles de vidas, Lima quedó inerme frente a las fuerzas del
general chileno Baquedano, quien contó con el apoyo de su armada.
El 17 enero entró a la ciudad el ejército chileno. Hicieron cuarteles de los locales públicos y
en el viejo palacio de Pizarro se izó la bandera del país del sur.
- La ocupación chilena se prolongó por tres años y medio. Los hacendados de la costa y
los comerciantes de las ciudades debieron pagar cupos a los invasores, bajo la amenaza
de la destrucción de sus estancias y negocios.
- En Lima, los notables eligieron a un presidente con quien los chilenos pudieran negociar
la paz, el jurista Francisco García Calderón, quien condujo el breve gobierno de “La
Magdalena” . Chile pretendía la anexión del territorio de Tarapacá, pero García Calderón
se cerró en la postura de un acuerdo de paz sin cesión territorial.
El Perú podía reconocer una indemnización de guerra, el guano y el salitre podía ser
tomados por Chile hasta recuperar el gasto desembolsado en el conflicto, pero según
García Calderón no procedía el despojo territorial perpetuo ya que no había un cuestión
de límites entre Perú y Chile. Al comprobar que García Calderón no les servía, los chilenos
lo enviaron preso a Santiago.
El contralmirante Lizardo Montero fue designado presidente de la resistencia en 1882,
mientras el general Andrés Cáceres organizaba guerrillas en la zona central de los Andes
con el concurso de los campesinos de la región.

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