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Lo que caracteriza a la tortura hasta por lo menos el siglo

XVIII es que se trataba de una actividad lícita y reglada,


que cumplía una función legítima en los sistemas políticos y
jurídicos de los Estados. Un elemento histórico y
fundamental de la tortura es que se trata de una práctica
relacionada desde siempre al sistema judicial.
En la antigua Grecia y en Roma la tortura tenía el objetivo
de obtener una confesión como prueba de la comisión de
delito, pero diferenciaron claramente cuando ésta
constituía una prueba natural -palabra jurada-, o era
prueba forzada -tortura. Es justamente en el Derecho
romano donde aparece una regulación detallada del uso
del tormento en el procedimiento judicial.
La tortura se institucionaliza en un tránsito a un sistema
legal complejo, donde el tema de la prueba es
fundamental y se relaciona con el problema de la
diferenciación entre esclavo y hombre libre (PETERS, 1985.).
En Grecia y en Roma el principal medio de prueba era el
testimonio, no obstante, el testimonio solo es posible
obtenerlo desde un ciudadano libre, que lo valida basado
en su honor. Para el esclavo, que carece de él, es necesario
recurrir a un medio subsidiario, que es cubierto por la
tortura.
Podemos identificar una concepción de la dignidad detrás
de esta práctica, que es fundamental para entender la
tortura aún en nuestros días. Y es que en estas sociedades
era posible la distinción entre individuos torturarbles e
individuos no torturables.
En la Edad Media la institución legal de la tortura fue
resultado de la interacción del derecho romano con el
nuevo derecho canónico, que daba un papel fundamental
en las investigaciones a la confesión, convirtiéndose en la
reina de las pruebas. Habiendo decaído en su uso,
reapareció con gran fuerza en el siglo XII. La tortura se
convierte en un instrumento fundamental del proceso
penal. Lo que se trata no es de descubrir la verdad sino
hacer confesar al sospechoso (GRIMA LIZANDRA).
En primer lugar, una definición corriente, que
entiende la tortura como aquellas situaciones en que
se agrede física o psíquicamente a alguna persona,
existiendo una situación de superioridad por parte del
agresor. No obstante, una definición como esta es
demasiado abierta e incluye conductas que ya reciben
un tratamiento especial en el ordenamiento jurídico
Desde un punto de vista eminentemente descriptivo,
tortura es todo acto que provoque daño físico y/o
psicológico a una persona, ejercido por alguien que
tenga carácter de funcionario público con el fin de
obtener información, de desarticular organizaciones
sociales, de inhibir y/o intimidar a la víctima directa o
a sectores más amplios de la sociedad. Amnistía
Internacional la resumió en 1984 como una agresión
deliberada a la mente, al cuerpo y a la dignidad
humana.
Una definición semejante refiere a la tortura como la aplicación deliberada y
sistemática del dolor agudo de una persona sobre otra, con el fin de obtener
información o confesiones, o generar intimidación sobre terceros. Dolor
generado por formas de castigo que afectan la voluntad del sujeto,
intentando deliberadamente afectar sus vínculos afectivos, sus lealtades y sus
creencias.
Desde un punto de vista fenomenológico, existen varios rasgos que delimitan
la situación de tortura:
La asimetría total entre torturador (poder) y torturado (inermidad). Este
poder está direccionado hacia la destrucción de la víctima;
La anonimidad. Los participantes de la tortura no se conocen y el agresor
engaña a su víctima respecto a su identidad. Torturador y torturado
representan para el otro un ente colectivo;
Otro elemento es el carácter de “doble vínculo” en que se encuentra
atrapado el torturado: o sufrir y soportar la tortura o confesar y/o delatar y
convertirse en verdugo de sus compañeros;
La falsedad: el acto de tortura está rodeado de falsedad y mentira, en torno
a los supuestos cargos, las confesiones;
La espacialidad de la situación de tortura. El espacio aparece alterado. Las
cosas son despojadas de su sentido natural (la celda, la cama, el agua, el
cuerpo, etcétera);
Finalmente, la temporalidad de la situación de tortura. El tiempo se
presenta profundamente alterado.
A partir del siglo XVIII la tortura deja de ser un elemento
clave en el sistema penal y es progresivamente abolido y
prohibido en las constituciones y códigos penales en el
mundo.
Las razones para este cambio pueden encontrarse
básicamente en una confluencia de factores, entre los que
destacan:
La recepción de la ideas de la ilustración en el derecho
positivo. Especialmente las ideas sobre la dignidad
humana. Partiendo de la concepción política del
“contrato social” y las tendencias humanistas (libertad e
igualdad para todos los hombres), ya no se critica a la
tortura como fenómeno aislado o a su forma, sino más
bien a su esencia: “el acusado no podrá ser compelido a
declarar contra sí mismo ni contra otro, dejará de ser un
objeto al servicio de la Administración de Justicia”. En
consecuencia el triunfo de la Revolución Burguesa
significará la abolición de la misma.
Hay una nueva concepción de la dignidad - fundada en
Kant- que la considera como inherente a la condición de ser
humano y que no se pierde con ningún tipo de conducta.
Tiene dignidad el que vale por sí mismo, es un fin en sí. Por lo
tanto nunca puede ser tratado como medio o instrumento.
Desde esta nueva concepción el acusado dejará de ser un
objeto al servicio de la administración de justicia y la tortura
será criticada porque respondía a una lógica en la que
predomina el interés social sobre los derechos de los
ciudadanos.
No obstante, no habría bastado la influencia de la
ilustración en la abolición de la tortura, o no habría tenido
impacto real en las instituciones sino se hubieran producido
cambios a nivel político e institucional fundamentales como:
la reforma jurídica (especialmente en el ámbito del sistema
de sanciones y en el ámbito de la prueba), la doctrina de la
separación de los poderes legislativo y judicial, y la nueva
concepción de las relaciones individuo-Estado (RODRÍGUEZ
MESA, 2000)
En el artículo 1 de la Convención de las Naciones Unidas
contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles,
Inhumanos o Degradantes se expone la definición legal
de la tortura acordada a nivel internacional: “A los
efectos de la presente Convención, se entenderá por el
término ‘tortura’ todo acto por el cual se inflija
intencionadamente a una persona dolores o
sufrimientos graves, ya sean físicos o mentales, con el
fin de obtener de ella o de un tercero información o una
confesión, de castigarla por un acto que haya
cometido, o se sospeche que ha cometido, o de
intimidar o coaccionar a esa persona o a otras, o por
cualquier razón basada en cualquier tipo de
discriminación, cuando dichos dolores o sufrimientos
sean infligidos por un funcionario público u otra
persona en el ejercicio de funciones públicas, a
instigación suya, o con su consentimiento o
aquiescencia”.
Fue adoptada en el año 1984 y
entró en vigor en el año 1987.
LA CONVENCIÓN CONTRA LA TORTURA
ESTABLECE UNA DEFINICIÓN DE LA TORTURA.
A los efectos de la presente Convención, se entenderá por el término
‘tortura’ todo acto por el cual se inflija intencionadamente a una persona
dolores o sufrimientos graves, ya sean físicos o mentales, con el fin de
obtener de ella o de un tercero información o una confesión, de castigarla
por un acto que haya cometido, o se sospeche que ha cometido, o de
intimidar o coaccionar a esa persona o a otras, o por cualquier razón
basada en cualquier tipo de discriminación, cuando dichos dolores o
sufrimientos sean infligidos por un funcionario público u otra persona en el
ejercicio de funciones públicas, a instigación suya, o con su consentimiento o
aquiescencia. No se considerarán torturas los dolores o sufrimientos que
sean consecuencia únicamente de sanciones legítimas o que sean inherentes
o incidentales a éstas

LA CONVENCIÓN CONTRA LA TORTURA OBLIGA A


LOS ESTADOS A ADOPTAR MEDIDAS PREVENTIVAS.
Según se establece en el artículo 2 de la Convención, todos los Estados parte
tienen la obligación de tomar las medidas necesarias para impedir los actos
de tortura. Esto incluye medidas legislativas, administrativas, judiciales o
de cualquier otra índole que se estimen convenientes. Los Estados también
tienen la obligación de evitar otros tratos crueles, inhumanos o
degradantes, como se indica en el artículo 16.
Todas las definiciones insisten en que la tortura sólo puede ser
ejecutada por un funcionario público u otra persona en el
ejercicio de funciones públicas, a instigación suya o con su
aquiescencia, según la Convención Universal. La Convención
Interamericana contra la tortura hace lo mismo
indirectamente al señalar que serán responsables del delito de
tortura el funcionario público o empleado que, actuando en
esta capacidad, ordena, instiga o induce al uso de la tortura,
o que directamente la comete, o que no la evita pudiendo
hacerlo, o la persona que, a instigación de ese funcionario
público o empleado, ordena, instiga o induce al uso de la
tortura, la comete directamente, o es un cómplice de la misma
(BLANC ALTEMIR, 1990).

ENTRE LAS CARACTERISTICAS MENCIONAMOS LAS


SIGUIENTES:
 La imposición, de forma intencionada, de dolor o
sufrimiento grave, ya sea física o mentalmente,
 Por un funcionario público, que esté directa o
indirectamente involucrado,
 Con un propósito específico.
Los mecanismos descritos
requieren que el acto
calificado como tortura se
realice intencionadamente
(FAÚNDEZ LEDESMA). Ello
implica una determinada
actitud psicológica de parte
del sujeto activo; la
conciencia de que lo que se
está haciendo puede causar
un dolor o sufrimiento grave.
Este elemento, equivalente al
dolo en el derecho penal,
excluye actos accidentales o
cometido fruto de la
imprudencia o impericia
Se consideran como la posible finalidad que
se puede perseguir con el acto de torturar el
castigar o intimidar. En ambos casos siempre
está presente el sufrimiento. En unos casos se
utiliza el sufrimiento por sí mismo: se castiga
con el propio sufrimiento que se causa. En
otros casos, el sufrimiento se usa sólo como
un medio de violentar la voluntad de la
víctima con el fin de forzarla a ella o a otra
persona a tener el comportamiento que el
torturador quiere, que en la mayoría de
ocasiones consiste en hacer una confesión o
una declaración.
La tortura puede realizarse con los siguientes
propósitos básicos :
a) Obtener algún tipo de información
(comprendiendo, incluso, una posible
confesión o la denuncia de cómplices)
b) Castigar a la persona por un acto que
haya cometido (o se crea que ha cometido),
sin que tal castigo constituya una sanción
penal, y aun cuando el acto cometido o que
se sospecha que la víctima ha cometido no
sea constitutivo de delito
c) Intimidar a esa persona o a otras
d) Cualquier otra motivación, basada en
cualquier tipo de discriminación.
a) Cuando dichos dolores o sufrimientos sean
infligidos por un funcionario público, o por
b) Otra persona en el ejercicio de funciones
públicas, a instigación suya, o con su
consentimiento o aquiescencia.
Por lo anterior, la tortura se comete de manera
intencional por servidores públicos y personas
que no tienen ese carácter, con el único requisito
que lo hagan por autorización, instigación o
aquiescencia de alguien que sí lo tenga.
Asimismo, no se considerarán como tortura los
dolores o sufrimientos físicos o mentales
producto de una sanción legítima.
El artículo 2.2 de la Convención establece
que “en ningún caso podrán invocarse
circunstancias excepcionales” para
justificar la tortura. Esto incluye las
situaciones de guerra o amenaza de
guerra, la inestabilidad política interna,
la lucha contra el terrorismo o cualquier
otra emergencia pública. No podrá
invocarse una orden de un funcionario
superior o de una autoridad pública como
justificación de la tortura.
El artículo 3 de la Convención
establece el principio de no
expulsión, que exige que ningún
Estado proceda a la expulsión,
devolución o extradición de una
persona a otro Estado cuando
haya “razones fundadas” para
creer que dicha persona estará en
peligro de ser sometida a tortura.
El artículo 4 de la Convención
indica que cada Estado parte
velará por que todos los actos de
tortura constituyan delitos
conforme a su legislación penal.
El Comité contra la Tortura exige
que los Estados parte utilicen,
como mínimo, la definición de
tortura contenida en el artículo 1
de la Convención.
 La tortura como crimen de lesa humanidad.
Son denominados delitos de lesa humanidad las conductas que
agravian directamente la esencia del ser humano, las que afectan
su dignidad como ninguna otra acción y omisión como las
desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales, torturas, las
detenciones arbitrarias, entre otras.
La tortura es prohibida expresamente en los tratados y convenios
internacionales.
Inclusive en situaciones excepcionales se preserva la protección de
la persona de esa práctica. Esto está recogido en numerosas
disposiciones en el Pacto, la Convención Interamericana de
Derechos Humanos, la Declaración contra la tortura, la Convención
Universal contra la Tortura y la Convención Americana contra la
tortura explícitamente.
Es decir, la protección de la integridad personal pertenece al núcleo
inderogable que no puede ser suspendido ni suprimido jamás,
cualquiera sea la circunstancia en que se encuentre un Estado.
La Convención obliga a que cada Estado parte
establezca su jurisdicción sobre las personas
que se encuentren en su territorio y que estén
acusadas de haber cometido el delito de
tortura, con independencia de que el delito se
haya cometido fuera de sus fronteras y con
independencia de la nacionalidad del presunto
autor, país de residencia o la ausencia de
cualquier otro tipo de relación con el país
(artículos 5-9). Si el Estado no es capaz de
condenar dicho delito, se requiere la
extradición del presunto acusado a un Estado
que sea capaz y esté dispuesto a condenar
dicho delito. Este principio de jurisdicción
universal constituye uno de los aspectos más
importantes de la Convención.
En el artículo 10 de la Convención se
exige a los Estados parte que tomen
medidas para garantizar que en la
formación profesional que recibe el
personal encargado de la aplicación de
la ley (sea éste civil o militar) el personal
médico, los funcionarios públicos y otras
personas que puedan participar en la
custodia, el interrogatorio o el
tratamiento de cualquier persona
sometida a cualquier forma de arresto,
detención o prisión, se incluya una
educación y una información completas
sobre la prohibición de la tortura.
En virtud del artículo 11 de la Convención,
los Estados parte están obligados a
mantener sistemáticamente en examen
las normas e instrucciones, métodos y
prácticas de interrogatorio, así como los
procedimientos de custodia. Estos deben
cumplir con las Reglas mínimas de las
Naciones Unidas para el Tratamiento de
los Reclusos y con el Conjunto de
Principios para la Protección de Todas las
Personas Sometidas a Cualquier Forma de
Detención o Prisión.
De acuerdo con el artículo 12 de la
Convención, siempre que haya motivos
razonables para creer que dentro de su
jurisdicción se ha cometido un acto de
tortura, las autoridades competentes de
cada Estado parte, deben de proceder a
una investigación pronta e imparcial.
Esto significa que, incluso en ausencia de
una denuncia formal, las autoridades
competentes deben realizar una
investigación imparcial, eficaz,
independiente y exhaustiva en cuanto se
reciba información que indique cualquier
indicio de tortura o de malos tratos.
La Convención establece que las
víctimas de tortura tienen derecho a
presentar una queja y a que su caso
sea pronta e imparcialmente
examinado por las autoridades
competentes (artículo 13). Asimismo,
en virtud del artículo 14, se
garantiza a la víctima de un acto de
tortura la reparación y el derecho a
una indemnización justa y
adecuada, incluidos los medios para
su rehabilitación lo más completa
posible.
Según el artículo 15 de la Convención,
ninguna declaración que se
demuestre que ha sido hecha como
resultado de tortura puede ser
invocada como prueba en ningún
procedimiento. Esta disposición es
fundamental puesto que, al ser tales
declaraciones consideradas
inadmisibles en los procesos judiciales,
uno de los principales objetivos por el
que se lleva a cabo la tortura se
vuelve superfluo.
El riesgo de tortura y de malos tratos está presente en
todas partes, en cualquier país y en cualquier
momento. La prevención de la tortura es una
estrategia global que trata de reducir este riesgo y de
crear un entorno en el que existan menos
probabilidades de que se produzcan actos de tortura
o malos tratos.
La prevención de la tortura requiere de un enfoque
estructurado en tres etapas, que viene a ser algo
similar a una "Casa de la prevención":

• Los cimientos:
En primer lugar, debemos
conseguir un marco jurídico
eficaz, que prevenga y prohíba
la tortura y otras formas de
malos tratos.
• Los muros
En segundo lugar, se ha de conseguir la aplicación de estas
leyes y reglamentos en la práctica. La aplicación se lleva a
cabo a través de la formación (de la policía y de los demás
actores), del desarrollo de las garantías procesales (grabación
audio-visual de los interrogatorios; registros de las prisiones)
y de las sanciones en caso de incumplimiento de la ley. Todas
estas intervenciones podrían formar los "muros de la casa".

 El tejado protector
Por último, se deben establecer mecanismos de control para
comprobar si existe un marco jurídico y si se aplica
correctamente. Uno de estos mecanismos son las visitas
periódicas a los lugares de detención por parte de los
organismos independientes. Además, los medios de
comunicación y las recomendaciones realizadas por los
organismos internacionales de derechos humanos también
podrían servir como órganos de control. Todo esto podría
formar el "tejado protector".
En virtud del artículo 17 de la Convención
contra la Tortura, en el año de 1988 entró en
funciones el Comité contra la Tortura (CAT),
encargado de velar por la observancia y
aplicación del tratado. En este punto cabe
señalar que la Convención contra la Tortura, al
igual que los otros seis tratados internacionales
de derechos humanos, dispuso la creación de
un comité internacional de expertos
independientes que se encargara de vigilar el
cumplimiento de sus disposiciones, así como de
instrumentar las medidas necesarias para
asegurar a todas las personas de los Estados
Partes el goce de los derechos previstos en la
Convención.
a) Llevar a cabo un examen exhaustivo de las
medidas adoptadas para armonizar la
legislación y la política nacionales con las
disposiciones de los tratados internacionales de
derechos humanos pertinentes en los que sea
Parte.
b) Verificar los progresos logrados en el goce de
los derechos establecidos en los tratados, en el
contexto de la promoción de los derechos
humanos en general.
c) Detectar los problemas y deficiencias que
hubiere en su enfoque de la aplicación de los
tratados.
d) Evaluar las futuras necesidades y objetivos
para una aplicación más eficaz de los tratados.
e) Planificar y elaborar políticas apropiadas
para alcanzar esos objetivos.
Protocolo detalla que tendrá como mandato:
a) Visitar los lugares mencionados en el artículo 4 y hacer recomendaciones a los
Estados Partes en cuanto a la protección de las personas privadas de su libertad
contra la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes.
b) Por lo que respecta a los mecanismos nacionales de prevención:
i) Asesorar y ayudar a los Estados Partes, cuando sea necesario, en la
creación de sus mecanismos; la convención contra la tortura y otros tratos o
penas crueles, inhumanos o degradantes
ii) Mantener contacto directo, en caso necesario confidencial con los
mecanismos nacionales de prevención y ofrecerles formación y asistencia
técnica con miras a fortalecer su capacidad;
iii) Ayudar y asesorar a los mecanismos nacionales de prevención en la
evaluación de las necesidades y las medidas destinadas a fortalecer la
protección de personas privadas de libertad contra la tortura y otros tratos
o penas crueles, inhumanos o degradantes;
iv) Hacer recomendaciones y observaciones a los Estados Partes con miras a
fortalecer la capacidad y el mandato de los mecanismos nacionales para la
prevención de la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanas o
degradantes.
 c) Cooperar, para la prevención de la tortura en general, con los órganos y
mecanismos pertinentes de las Naciones Unidas así como con instituciones u
organizaciones internacionales, regionales y nacionales cuyo objeto sea
fortalecer la protección de las personas contra la tortura y otros tratos o penas
crueles, inhumanos o degradantes
• Comisarías de policía.
• Centros de detención preventiva y prisiones preventivas.
• Centros de reclusión para sentenciados.
• Centros de reclusión para jóvenes y adolescentes.
• Instalaciones de la policía de fronteras y de las zonas de tránsito
en pasos fronterizos, puertos y aeropuertos internacionales.
• Centros de internamiento de inmigrantes y demandantes de
asilo.
• Instituciones psiquiátricas.
• Instalaciones de los servicios de seguridad y de inteligencia (si
tienen autoridad para proceder a detenciones).
• Instalaciones de detención bajo jurisdicción militar.
• Lugares de detención administrativa.
• Medios de transporte para el traslado de prisioneros (furgones
policiales, por ejemplo).

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