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Comunicación No Verbal

Juan Manuel Herrera Moreno


Intervención Psicológica en Crisis
Capítulo 2 y 3
¿Qué es un desastre y,
epidemiológicamente, cuál es su impacto?

En el lenguaje coloquial, un desastre es una calamidad, una desgracia,


definición que resulta demasiado amplia para que sea operativa en los
campos de la salud y de las ciencias sociales.

El Committee on the Challenges of Modern Society, ha definido al desastre


como “un acto de la naturaleza o del hombre, cuya amenaza es de suficiente
gravedad y magnitud para justificar asistencia de emergencia”.
¿Qué es un desastre y,
epidemiológicamente, cuál es su impacto?

División de los desastres:

• Los causados por el hombre o sociales, como incendios, explosiones


(en nuestro medio ejemplificado por el desastre reciente de San
Juanico), y las guerras (Nicaragua, en este punto es un caso cercano)

• Los naturales, que en general tienen la característica de ser menos


previsibles, como los terremotos, las inundaciones, las avalanchas, los
maremotos, los tifones, las erupciones volcánicas, entre otros.
¿Qué es un desastre y,
epidemiológicamente, cuál es su impacto?

Epidemiología. Ciencia dedicada clásicamente al estudio de las epidemias y


su relación con el hombre y su ambiente.

Su utilización contemporánea en problemas distintos a las enfermedades


infecciosas le ha llevado a ser definida como: “la ciencia diagnóstica en salud
pública” o como “ecología médica”.

Utiliza aportaciones de la biología, las ciencias sociales y las matemáticas. En


última instancia se encarga del análisis de los fenómenos de salud y
enfermedad, considerados como problemas de masas.
¿Qué es un desastre y,
epidemiológicamente, cuál es su impacto?

Tiende a mostrar la participación importante de factores sociales en los


llamados desastres naturales, tal como se desprende del estudio de dos
variables clásicas de la epidemiología:

1. Mortalidad. Proporción de defunciones en lugar y tiempo determinados.

2. Morbilidad. Proporción de enfermos de un cierto padecimiento en lugar


y tiempo determinados.
¿Qué es un desastre y,
epidemiológicamente, cuál es su impacto?

En el siglo XIX y XX las multitudes han llamado la atención de los


investigadores como objeto de estudio. En el siglo XIX pareciera que lo más
llamativo fuera en relación con su potencial de cambio social y, aún más, de
cambio social revolucionario.

Se crea una nueva disciplina, la economía política. Marx, Lenin y aún Weber
aportan importantes elementos para la comprensión económica, sociológica
y política de las colectividades humanas.
¿Qué es un desastre y,
epidemiológicamente, cuál es su impacto?

En el siglo XX recién se presenta como posible y necesaria su comprensión


psicológica.
• En 1916 apareció “Insticts of the herd in peace and war”, de Trotter;
• En 1920 dos obras que son fundamentales; “Psicología de las multitudes”
de Gustavo Le Bon, y “The group mind”, de McDougall.
• Freud, en 1921, su artículo “Psicología de las masas y análisis del yo”.

En su conjunto, estas obras dan origen a una nueva disciplina: la psicología


de las multitudes que por momentos se confunde en la corriente general de
la psicología social y por momentos se logra diferenciar en su singularidad.
¿Qué es un desastre y,
epidemiológicamente, cuál es su impacto?

Para Freud, sus planteos se organizan a partir de tres preguntas:


1. ¿Qué es una masa?
2. ¿Por qué medios adquiere la facultad de ejercer tan decisiva influencia
sobre la vida anímica individual?
3. ¿Y en qué consiste la modificación psíquica que impone al individuo?

Los seres humanos al incluirse en multitudes modifican su conducta de una


manera importante, volviéndose ésta menos intelectual y más emocional,
Freud tomó como ejemplo al ejército y a la iglesia católica.

Regresión a etapas tempranas (infantiles) del desarrollo que se produce


cuando el individuo se mezcla en las multitudes. Este vínculo es de orden
emocional, específicamente amoroso, como expresión de los impulsos
libidales.
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epidemiológicamente, cuál es su impacto?

El mecanismo psicológico implica en estas relaciones libidinales es el de


“identificación”, es decir, la primera expresión de un vínculo afectivo con otra
persona, donde se “aspira a conformar el propio yo análogamente al
otro tomado como modelo”.

Así, cada uno de los individuos que conforman el grupo substituyen su


“ideal del yo” por el líder (identificación “vertical”) y, a partir de esto, se
identifican el uno con los otros en su “yo” (identificación “horizontal”).

Ahora bien, la ausencia de un caudillo es tolerada por la masa a condición


de que se mantenga una idea líder que conserve los vínculos afectivos y con
ellos la cohesión social. El pánico se produce “por la intensificación del
peligro que amenaza a todos o por la ruptura de los lazos afectivos que
garantizaban la cohesión de la masa.
¿Qué es un desastre y,
epidemiológicamente, cuál es su impacto?

En los desastres (naturales o sociales) el comportamiento de la población va


a estar determinada por estas condiciones: mantenimiento de la vinculación
afectiva y a liderazgos funcionales por las necesidades del momento.

En la mayoría de los casos reportados de desastres, la población tiende a


prestar ayuda a los afectados desde los primeros momentos, pero también
se registran casos donde el comportamiento es de pánico, se pierde la
cohesión social y cada quien trata de salvarse individualmente.

En este caso domina la conocida voz: “sálvese quien pueda”, que apela a la
huida desordenada e individualizada.
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epidemiológicamente, cuál es su impacto?

¿Por qué es poco frecuente el pánico en los desastres?

Pareciera que por dos razones básicas:

• Porque, en la mayoría de las ocasiones, se conservan los suficientes


vínculos afectivos y de cohesión social

• Por la ayuda a los afectados y el enfrentamiento inmediato a la


destrucción derivada del desastre, funciona como un organizador social,
una idea líder.
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En cuanto al análisis de los aspectos psicodinámicos en los desastres civiles,


Tyhurst señala tres fases:
• de impact
• de regreso o reviviscencia
• post-traumática.

Frente a una realidad abrumadoramente difícil, se utilizan -en algunos casos-


mecanismos de defensa primitivos que distorsionan la interpretación del
suceso.
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La trivialización (defensa maniaca) al ubicar - familiarmente- los


acontecimientos dentro de los parámetros ordinarios o familiares, para
reducir en consecuencia, su importancia real.

La negación (junto con la disociación) pueden utilizarse para tomar distancia


de una realidad horripilante o difícil.

El aislamiento afectivo es otra reacción posible

Sobrerracionalidad que difiere el enfrentamiento emocional con la realidad.

La invulnerabilidad, como una protección mágica del peligro, es una reacción


todavía más primitiva, que a veces se instrumenta en el marco de una
interpretación religiosa de los sucesos.
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Todo este tipo de distorsiones de la realidad son peligrosas en tanto que


dificultan el enfrentamiento racional y eficaz con la misma y pueden
entorpecer la “metabolización” emocional de su impacto.
El período de reviviscencia está caracterizado por dependencia infantil,
necesidad de compañía y de ventilación de sentimientos que fueron
congelados previamente.
El período post-traumático empieza cuando el individuo evalúa los
efectos personales del desastre, lo que le puede llevar a la aparición de
síntomas como la ansiedad o la depresión.
Estos efectos pueden ser temporales o durar toda la vida, según la
correlación existente entre lo intenso del trauma y la habilidad de la
personalidad de la víctima.
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Clásicamente se han descrito cuatro niveles de expresión sintomática en el


caso de la neurosis traumática, a saber:
a) Accesos de emoción incontrolables, especialmente de ansiedad
(temor frente a los eventos destructivos), así como tristeza y rabia
(manifestaciones de duelo por lo perdido), todos ellos intentos tardíos de
descarga

b) Insomnio o perturbaciones graves al dormir, con sueños típicos en


donde el evento traumático se experimenta reiterativamente, para buscar
su descarga y gradual desgaste. El insomnio se debe a la cantidad de
excitación no controlada
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c) Bloqueo o disminución de diversas funciones del yo, tales como la


percepción (para impedir el aflujo de nuestras excitaciones); la
sexualidad (la energía psíquica se deriva a funciones o actividades más
urgentes en el exterior, o se elimina del exterior en una retirada
narcisista necesaria para recuperar el equilibrio del aparato psíquico);
también pueden aparecer toda clase de fenómenos regresivos
(infantiles); dependencia pasiva

d) Complicaciones psiconeuróticas secundarias, por el efecto


precipitante que el trauma puede tener sobre trastornos psíquicos
previos más o menos compensados.
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Crisis e intervención en crisis

Por crisis se entiende “una situación en la cual es inminente un


cambio decisivo para mejorar o empeorar”. Se le utiliza comúnmente
con relación a situaciones de orden social o económico. Ahora bien, en el
campo de la psiquiatría, también se ha ido desarrollando una “teoría de la
crisis”; así como los correspondientes métodos de “intervención en crisis”.
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Caplan describe tres grandes etapas en el desarrollo de una crisis:

• La fase de impacto, en la cual se produce la pérdida del equilibrio previo

• La fase de tensión, donde se define, en buena medida, la connotación


de crecimiento o regresión de la persona con relación a la crisis y una de
las mejores para las intervenciones en crisis

• La fase de resolución que a menudo implica, para el sujeto en cuestión,


la redefinición del problema en el contexto de los recursos que cuenta
para enfrentarlo, lo cual puede llegar a implicar una actitud activa de
resignación hacia los aspectos remanentes insolubles.
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La intervención en crisis implica la intervención más rápida posible,


especialmente en la segunda etapa, se utilizan los recursos personales (del
afectado) y sociales disponibles, para permitir la salida de la crisis en la línea
del crecimiento.

En las intervenciones - individuales, familiares, grupales- se utilizan la


contención y apoyo emocionales; la descarga catártica de los efectos, y la
búsqueda de soluciones a los problemas generados por el evento traumático.

Se utiliza ampliamente la aportación de las personas que forman la red de


apoyo familiar y social del afectado. El enfoque se centra en el problema
actual, cuya solución es el núcleo de los esfuerzos del terapeuta.
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Para el caso de la neurosis traumática, la recomendación terapéutica es


simple: apoyo y continencia emocional, en un primer momento, con el
fin de recrear el clima de protección y seguridad, roto por el evento
traumático.

En un segundo momento, se promueve y facilita la catarsis emocional,


la descarga mediata de las emociones que en su oportunidad no pudieron
expresarse: miedo, inseguridad, tristeza, enojo.

A partir de estos elementos básicos y sólo en tanto sea imprescindible por


sus efectos de bloqueo, se incluyen algunos datos interpretativos sobre la
estructura de la persona; sobre sus resistencias, esto, siempre
contextualizado en la situación y momento del trauma.
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epidemiológicamente, cuál es su impacto?

2.2. Psicoterapia dinámica breve. Duelo


Aunque se conocen algunas experiencias pioneras de Freud del tipo de una
psicoterapia dinámica breve.

La psicoterapia dinámica breve se desarrolló inicialmente bajo el encuadre o


formato de la terapia individual con características precisas en cuanto a sus
propósitos:

• Objetivos limitados en tiempo limitado.


• Objetivos de remoción sintomática con las modificaciones estructurales
(de la estructura del aparato psíquico) estrictamente necesarias para que
los síntomas pierdan funcionalidad, para mantener el equilibrio psíquico.
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El tiempo limitado oscila entre 1 y 40 sesiones, con una frecuencia semanal,


implican alrededor de tres meses, a un año como límite.

Si bien la intervención terapéutica se sustenta en la teoría psicoanalítica


general, la técnica de aplicación debe ser distinta -dada la diferencia de
propósitos- y está caracterizada por dos elementos básicos:

La focalización de la interpretación

La planificación del proceso terapia planificada o “terapia estratégica"’


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El duelo es un proceso mental (intrapsíquico, individual) consecutivo a la


pérdida de una persona afectivamente importante; de un objeto; de algún
símbolo (la Patria, por ejemplo) o de partes del propio cuerpo y mediante el
cual, el sujeto afectado logra desprenderse progresivamente de las
cargas afectivas (libidinales) colocadas en el objeto perdido.
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El proceso abarca tres etapas: inicial, media y de finalización, y se dedica


una buena parte al trabajo de terminación, donde se reactiva la ansiedad de
separación, y que reviste una importancia decisiva para mantener los
resultados terapéuticos.

Vale la pena distinguir tres de las distintas formas clínicas del duelo:
1. El normal es aquel en el cual se puede realizar este proceso con las
descargas emocionales respectivas, hasta la aceptación de la pérdida.
2. El diferido todo el proceso es propuesto, a veces como una necesidad
adaptativa por los requerimientos inmediatos de rescate o de lucha.
3. El patológico pasa a un primer plano la ambivalencia (amor- odio) con
el objeto perdido, donde la falta de resolución de este conflicto con el
muerto, impide o dificulta la realización del trabajo de duelo.
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Trabajar con el duelo, en terapia, incluye una exploración dolorosa de los


vínculos con la persona fallecida, para que el paciente pueda experimentar el
proceso normal del duelo, en todos sus aspectos”.
La técnica de tratamiento del duelo se analizan cuatro temas:

1) El análisis de las circunstancias de la muerte y del funeral, a fin de revivir


sentimientos y planteamientos relacionados con la persona fallecida.
2) Análisis de los recuerdos del muerto, llevando a la sesión fotografías y
objetos de valor afectivo, que se examinan junto con el terapeuta.
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3) Análisis de las relaciones previas con la persona fallecida, que pueden


examinarse en forma cronológica o en una organización que inicia con los
rasgos positivos y se continúa con los rasgos negativos, tema este último
frecuentemente prohibido después de la muerte.

4) Finalmente se examina la pérdida del lazo, con el terapeuta. Esta técnica,


como otras, se realizan en forma breve e intensiva.
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La organización civil de un sistema de intervención en crisis con


relación a los sismos de 1985 en México

El desastre de septiembre llevó a la psiquiatría y a la psicología en el campo


de la Salud pública a un primer plano de una manera insólita; puesto que la
costumbre era lo contrario.

Como la Cenicienta, tuvo su noche de gala. Paradoja de nuestra profesión:


toma relevancia en los países desarrollados conforme se resuelven los
problemas primarios de la población y aparecen los conflictos subjetivos; y
en los países subdesarrollados cuando aparecen desastres.
¿Qué es un desastre y,
epidemiológicamente, cuál es su impacto?

La comunidad en general, demandó información: qué hacer con relación a su


propio sufrimiento, cómo comprender lo que pasaba, cómo abordar la
ansiedad de los niños, etc. Los brigadistas y las instituciones que
proporcionaban ayuda, los campamentos y los albergues, demandaban
formación psicológica para que su personal pudiera enfrentar la nueva
problemática.

En lo asistencial; los individuos; las familias; las instituciones, solicitaban


ayuda psicológica; tratamiento a sus ansiedades; ayuda para resolver sus
problemas de relación como grupo de trabajo; visitas a domicilio; visitas a
instituciones; tratamientos en nuestra clínica de la AMPAG.
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En este caso, como paradigmas, los conceptos de crisis e intervención en


crisis; de psicología de la masa (identificación, idea líder, pánico); de
epidemiología y psicología de los desastres; terapia breve (indi- vidual,
grupal, familiar, especialmente con relación a neurosis traumática y duelo); y
para entrenamiento en servicio o formación de emergencia para brigadistas,
tres técnicas grupales de orientación psicoanalítica:

1. Los grupos Balint para supervisión y comprensión de la relación médico-


paciente o brigadista-paciente, centrado en el análisis de los aspectos
contra-transferenciales, o sea, de la repercusión de las vivencias y
actitudes del paciente sobre el médico o brigadista.
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El terremoto produjo una situación doble, una crisis. Los chinos tienen dos
ideogramas para acuñar la palabra crisis. Uno quiere decir peligro o
problema y el otro significa oportunidad. Nosotros en México hemos estado
viviendo el problema y el peligro.

La oportunidad la podemos aprovechar para crecer a partir de la crisis o para


hundirnos definitivamente en un país al que le ha llovido sobre mojado.

El peligro puede apabullar a la gente de tal manera que sea una situación
aún más grave la que se provoque.
El sismo: repercusiones psicológicas
Un modelo terapéutico

Los sismos que afectaron a la ciudad de México los días 19 y 20 de


septiembre de 1985, constituyen la mayor catástrofe que ha padecido la
capital durante el presente siglo. Nunca sabremos con exactitud el número
de muertos; de incapacitados, física o mentalmente; ni el costo real,
económico -familiar y social-que costó dicho fenómeno.

Hasta ahora, el síndrome de Stress postraumático se consideraba co- mo una


entidad nosológica de escasa incidencia en nuestro país, que afectaba, a
pocas personas en forma individual, pero no colectiva.
El sismo: repercusiones psicológicas
Un modelo terapéutico

Consideraciones teóricas:

1.- Esquema conceptual

El síndrome de Stress Postraumático, nuevo nombre de las antiguas


neurosis traumáticas, se define como el conjunto de conductas o
sentimientos repentinos, que surge ante estímulos ambientales o ideativos,
el cual evoca en forma asociativa el acontecimiento traumático (D.S.M. III).
El sismo: repercusiones psicológicas
Un modelo terapéutico

1.- Esquema conceptual

El psicoanálisis intenta la comprensión de los fenómenos mentales y


emocionales, a través de ubicarlos en un hipotético aparato psíquico; el cual
deriva del organismo que lo sustenta, la energía necesaria para su
funcionamiento.

Se considera que tal aparato está constituido, fundamentalmente, por tres


sistemas o instancias llamados: ello, yo y superyo.
El sismo: repercusiones psicológicas
Un modelo terapéutico

1.- Esquema conceptual

Del ello surge la energía que nos hace amar, crear, vivir, odiar, agredir y
morir. A esta energía se le denomina impulso instintivo, o pulsión.

En el superyo se acumulan las normas éticas, valores e ideales, que adquiere


el ser humano a lo largo de su desarrollo, a través del cual se convierte en
parte de la familia, sociedad y cultura en las cuales transcurre su vida.

El yo es el intercesor entre los requerimientos del ello, el superyo y la


realidad externa.
El sismo: repercusiones psicológicas
Un modelo terapéutico

1.- Esquema conceptual

Percibe los estímulos que provienen de estas tres fuentes mediante un


proceso de pensamiento más o menos complicado.

De esta forma, el yo dispone de los recuerdos de experiencias similares;


evalúa las posibles consecuencias que acarreará al ceder a las demandas del
ello, superyo y la realidad externa.

El producto de esta actividad se expresa a través de efectos y/o


pensamientos, precursores o substitutos de la acción susceptible de terminar
con el desequilibrio del aparato psíquico, originado por las demandas y
contraexigencias de los sistemas mencionados.
El sismo: repercusiones psicológicas
Un modelo terapéutico

1.- Esquema conceptual

Cuando los afectos y pensamiento resultan lesivos para la autoestima del


individuo o lo ponen en conflicto con personas significativas para él, el yo
inicia una serie de maniobras encaminadas a excluir de la conciencia aquello
que resulta displacentero (mecanismos de defensa).

Si debido a la intensidad de los impulsos instintivos o a la magnitud de los


estímulos provenientes del mundo externo, el yo es incapaz de mantener un
adecuado equilibrio entre las demandas en conflicto, aparecen la angustia y
otros afectos displacenteros, así como síntomas diversos.
El sismo: repercusiones psicológicas
Un modelo terapéutico

1.- Esquema conceptual

En el caso del síndrome de stress postraumático, el yo resulta incapaz para


manejar el impacto brutal y súbito de una serie simultánea de estímulos
externos e internos; intensos e inesperados; por ejemplo:

1. Sentir que la tierra tiembla, despierta angustias primitivas, que


causan un cambio en la relación con el suelo, que de parte firme y
segura se torna inestable y amenazante.
El sismo: repercusiones psicológicas
Un modelo terapéutico
1.- Esquema conceptual

2. Escuchar los diversos ruidos que proceden de distintos sitios


simultáneamente, mientras más difícil resulta ubicar su origen.
Incluso el silencio inhabitual, representa la suspensión de los
estímulos a los que se está adaptado, como parte del entorno
urbano.(La obscuridad contribuye también a la pérdida de los
puntos de referencia acostumbrados).

3. Observar la conducta de la gente atemorizada; personas que


huyen semidesnudas; imploran hincadas a mitad de la calle; los
objetos y las paredes que caen; el polvo de los derrumbes, todo
esto, enfrenta al sujeto a un mundo desconocido, imprevisible
cuyo cambio amenaza su identidad personal.
El sismo: repercusiones psicológicas
Un modelo terapéutico

2.- Reacciones ocasionadas por el terremoto

Además a los factores mencionados (personas, objetos o pensamientos que


permiten preservar un mínimo de seguridad frente al sismo) la intensidad de
la reacción depende, entre otros factores, del acercamiento físico a los
derrumbes; de la magnitud de las lesiones físicas y de la posibilidad de
escapar o el quedar atrapado; de la probabilidad y disposición para prestar
ayuda a los damnificados; del consuelo y apoyo de personas significativas
para la víctima; de la magnitud de las pérdidas, afectivas y económicas y del
equilibrio psicológico que se poseía antes del terremoto.
El sismo: repercusiones psicológicas
Un modelo terapéutico

3.- Síntomas del síndrome de stress postraumático

La reacción más generalizada de quienes contemplaron muy cerca -pero


lograron quedar a salvo- la caída de edificios; así como la de quienes
escaparon indemnes o con lesiones leves, fue un terror intenso, que produjo
un schock psicológico, descrito con los siguientes términos: aturdimiento,
atontamiento, confusión, perplejidad, sonambulismo, como en un sueño, y
no comprender lo que pasaba.

Estas vivencias expresan la disminución momentánea de las funciones de


percepción, integración, juicio y pensamiento, debido a la retracción del yo
frente al estímulo aterrador de ver el mundo hundirse ante los propios ojos.
El sismo: repercusiones psicológicas
Un modelo terapéutico

3.- Síntomas del síndrome de stress postraumático

Otros síntomas producto del bloqueo defensivo frente a los estímulos


externos, son: la constante negación del acontecimiento traumático; el temor
a salir a la calle; el miedo a entrar en construcciones cercanas a las zonas
más afectadas; la renuncia a recibir más noticias sobre la catástrofe; el
caminar o correr sin rumbo fijo, para alejarse del peligro; la inmovilidad que
restringe el mundo perturbador a sólo unos cuantos metros, etc.

La persistencia de este retraimiento defensivo, interfiere con casi todas las


actividades de la vida cotidiana (los estudios, el trabajo, la diversión) e
incluso el contacto con otras personas, de las que se mete recibir malas
noticias que pueden perturbar el propio estado psíquico.
El sismo: repercusiones psicológicas
Un modelo terapéutico

3.- Síntomas del síndrome de stress postraumático

Junto a estos síntomas producidos por el bloqueo defensivo de diversas


funciones yoicas, se encuentran otros que constituyen intentos del aparato
psíquico para librarse del exceso de estimulación que reciben. Éstos
funcionan, por así decirlo, como una válvula de escape para el exceso de
presión. Entre ellos de encuentran los estallidos emocionales (llanto, rabia,
risa); y su descarga a través del cuerpo: vómitos, diarreas, sudoración, etc.

En otros casos se intenta liberar mediante verborrea insulsa y repetitiva. O a


través de actividades compulsivas
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3.- Síntomas del síndrome de stress postraumático

El insomnio, síntoma frecuente en la secuela del terremoto, obedece a


distintas razones. El estado de hiperalerta, impide la relajación necesaria
para permitir el reposo y dormir.

El temor a que se repita la situación traumática, también dificulta conciliar el


sueño, y sorprende nuevamente a la persona, impreparada e inerme.

El insomnio puede originarse asimismo, en el deseo, no totalmente


consciente, de evitar enfrentarse, una vez más al trauma renovado por las
pesadillas. Además, puede sentirse la necesidad de estar despierto para
plantearse nuevas alternativas frente a futuras catástrofes.
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4.- Otros síntomas

Las pérdidas fueron muchas: vidas, bienes materiales, objetos, fuentes de


trabajo, escuelas, puntos de referencia, sitios de reunión, barrios, elementos
todos que alimentan la identidad, el sentido del sí mismo. Todo esto generó
estados de duelo, de intensidad variable: de la tristeza serenamente
asumida, al pensamiento suicida.

La depresión produjo en muchas personas damnificadas sensaciones de


desmoralización, apatía, pesimismo, vacío y desesperanza. Sentían que
habiéndose derrumbado su mundo, habiendo perdido todo, menos la vida,
nada tenía caso.
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4.- Otros síntomas

Permanecían pasivos, sintiéndose insignificantes, sin recursos, incapaces de


valerse por sí mismos, de ayudarse entre sí. Con la esperanza de que alguna
fuerza mágica y misteriosa como la que los había castigado, viniera a
rescatarlos, desaprovechaban el potencial de organización que el hecho de
estar reunidos podía aportarles.

Hubo cuadros angustiosos y depresivos, originados por la fantasía de ser


objeto de un castigo divino. Por la pérdida de la invulnerabilidad, que
procedía de una protección invisible avalada por una conducta intachable
previa, que se ponía en duda por la muerte masiva de personas igualmente
inocentes.
El sismo: repercusiones psicológicas
Un modelo terapéutico

4.- Otros síntomas

La necesidad de asumir la responsabilidad por la propia protección y control


sobre sus vidas, generó una tensión excesiva en personalidades
dependientes y pasivas, para quienes una lucha más comprometida,
implicaba la emergencia de una agresividad intolerable para su superyo.

Entre estas personas encontré también una fuerte adhesión a los diversos
rumores generados a raíz del terremoto; creencias a través de las cuales
daban salida a su ansiedad y buscaban, comunicándolas, colocarlas en el
interlocutor, para que éste se hiciera cargo de la angustia y así los aliviara.
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Un modelo terapéutico

5.- Psicoterapia en el síndrome de stress postraumático

Ante las situaciones de desastre, que afectan a un gran sector de la


población, el psicoterapeuta enfrenta una considerable demanda en un
mínimo de tiempo. Situación externa que excluye, por principio, planes de
terapias reestructurantes, reconstructivas y similares entre las que se
incluye, de manera preponderante, el psicoanálisis.

Al tener que prestar ayuda al mayor número de personas posible, el tiempo


del que se dispone para cada una, es necesariamente restringido. Por lo
tanto, son recomendables, los esquemas que corresponden a las terapias de
emergencia y crisis, así como el consejo y el apoyo.
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Un modelo terapéutico

5.- Psicoterapia en el síndrome de stress postraumático

La psicoterapia de crisis, tiene como objetivo proporcionar alivio a aquellas


personas en peligro de descompensación, bajo una situación de stress
específico, que son incapaces de enfrentar.

La terapia de emergencia tiene como propósito conseguir un alivio inmediato


en los pacientes que se en- cuentran en estado de descompensación
psicológica aguda y que no son capaces de enfrentar dicha situación de
stress.
En ambos casos, se emplean como recursos eficaces, la reafirmación frente a
la angustia y el temor, y el reforzamiento a la confianza en los propios
recursos.
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Un modelo terapéutico

5.- Psicoterapia en el síndrome de stress postraumático

El foco de la terapia es aliviar el sufrimiento a través de la


liberación de las emociones (catarsis); y su elaboración a través de
comprender las causas que las provocaron.

La revaloración de las culpas y temores injustificados, y la construcción de


planes realistas, acordes con las circunstancias externas y los recursos de la
persona, para reparar los posibles daños de la imagen corporal, el
sentimiento de sí mismo, la identidad, la autoestima y el sentimiento de
identificación y reciprocidad con sus congéneres, para librarse así de los
sentimientos de soledad, desamparo y subestimación.
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Un modelo terapéutico

5.- Psicoterapia en el síndrome de stress postraumático

El terapeuta es, en estos casos, un participante activo. Aquí no tiene cabida


la actitud distante y objetiva del espejo, que sólo refleja lo que el paciente
coloca frente a él; sino explora, sugiere, aconseja, brinda información,
desalienta los temores irracionales. Presiona e invita a expresar emociones y
afectos; aporta explicaciones y alternativas. La terapia se realiza cara a cara
o, si la situación lo requiere, puede hacerse telefónicamente o frente a los
acompañantes de quien solicita la ayuda.
La presencia de familiares o amigos durante la entrevista, constituye un
apoyo a las necesidades de protección y dependencia del paciente, cumple
en ocasiones la función de un .yo auxiliar, que tiene a su disposición
recuerdos y recursos, de los que al paciente carece temporalmente.
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Un modelo terapéutico

5.- Psicoterapia en el síndrome de stress postraumático

Tanto en sesiones de grupo, como individuales, resulta útil el siguiente


esquema de abordaje terapéutico:
1.- Propiciar la comunicación, con el fin de planear la estrategia que
deberá seguirse. En esta fase de apertura, se investiga la sintomatología
presente y la demanda del paciente. Asimismo, se establece una hipótesis
sobre la psicodinámica de la sintomatología, para relacionar las molestias del
paciente con los bloqueos en la descarga o, si ésta provoca conflictos frente
a los valores y/o superyo del sujeto.
En esta etapa, se alienta la expresión de afectos y fantasías, mediante
comentarios que expresan el entendimiento de la situación emocional o vital
del paciente.
El sismo: repercusiones psicológicas
Un modelo terapéutico

5.- Psicoterapia en el síndrome de stress postraumático

2. Promover en forma activa la catarsis. Si a pesar de esto, el paciente


no puede exteriorizar sus afectos, es preciso saber si esto se debe a que la
descarga provoca culpa, vergüenza o se vive como un ataque a la
autoestima y a la identidad, o entra en contradicción con los valores
culturales y personales atribuidos al sexo, situación, o status del paciente.

3. Elaboración. Una vez establecida la catarsis el terapeuta no hace


nada para presionar, calmar o consolar al paciente; lo deja en libertad para
expresar los sentimientos y pensamientos que lo aquejan, y ayuda si es
necesario, con gestos o frases que apoyan la expresión del paciente. Sólo
entonces, se inicia la tercera etapa; en ella se pretende que el paciente
recupere el control de su vida.
El sismo: repercusiones psicológicas
Un modelo terapéutico

5.- Psicoterapia en el síndrome de stress postraumático

5.- Retorno a la realidad. Antes de regresar al paciente a las tensiones


propias de la vida cotidiana, debemos intentar, con él, reestablecer la
relación con el mundo al que vuelve. A través de un cambio gradual,
trataremos de que aplique, al mundo externo, lo que haya aprendido de
sí mismo hasta el momento. Es útil invitarlo primero, a explorar, ahora,
sobre lo que debió haber hecho durante el suceso traumático.

En esta etapa, el terapeuta se encarga de apoyar las evaluaciones


realistas del paciente, o lo ayuda a corregir aquellas que se encuentren
teñidas por sentimientos de culpa, megalomanía o narcisismo,
interpretándolas como necesidades irreales, pero tranquilizadoras, que
sustentan una autoestima en bancarrota.
El sismo: repercusiones psicológicas
Un modelo terapéutico

5.- Psicoterapia en el síndrome de stress postraumático

5.- Cierre de la entrevista. Dependiendo del desarrollo de la misma,


cuando al terapeuta no sabe con exactitud qué tanto ha comprendido del
propio paciente acerca de lo que le sucede, y por lo mismo qué tan capaz
será de modificar su situación, puede ser necesario:
a) Pedirle que diga lo que entendió en la entrevista, qué aspectos
contribuyeron más para aclarar el problema y qué otros no fueron
suficientemente explicados, o no le resultan del todo convincentes
b) El terapeuta puede hacer el resumen de lo que considera la causa de
los síntomas, e intentar con este último paso comprender mejor al
paciente disminuir sus culpas y alentar su retorno a la realidad.
El sismo: repercusiones psicológicas
Un modelo terapéutico

5.- Psicoterapia en el síndrome de stress postraumático


6.- Indicaciones: Antes de dar por terminada la entrevista, puede ser
conveniente prescribir medicamentos, recomendar estudios físicos o
psicológicos complementarios o remitir al paciente con otros
especialistas, e incluso sugerir, si fuera el caso, que se le interne en la
institución hospitalaria adecuada.

Este es también el momento de asignar fecha para nuevas entrevistas, y


si no se considera necesario, el terapeuta debe asegurar al paciente su
disponibilidad para nuevos encuentros si él primero así lo requiere.
El sismo: repercusiones psicológicas
Un modelo terapéutico

6. Conclusiones y recomendaciones

Los terremotos son catástrofes que afectan a sectores amplios de la


población en zonas sísmicas. Provocan perturbaciones en el equilibrio
psíquico, van de reacciones anómalas transitorias -que no requieren de
intervención terapéutica- a la aparición de duelos severos y síndrome de
stress postraumático, que por su intensidad ameritan atención oportuna, con
el objeto de evitar complicaciones psiconeuróticas e incapacidades
permanentes.

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