es intemporal, aunque se realiza a partir de sus temas básicos, esto es, de aquellos temas que consideran más fundamentales y permanentes. Para presentar la ética se conviene comenzar explorando brevemente cuáles son las circunstancias sociales actuales que condicionan, estimulan y delimitan nuestra pregunta por lo moral. La ética es una parte de la filosofía que trata acerca del bien y del mal. No es una mera descripción de lo que cada uno o cada sociedad considera bueno o malo, eso sería sociología. La ética tiene que ver con los sentimientos, pero no se reduce a eso, tiene también una base racional. Se puede argumentar acerca del bien y del mal de nuestras acciones, incluso acerca de nuestros criterios morales, que pueden ser correctos o erróneos. De esto se ocupa la ética, de la base racional de la moral. Y es una disciplina práctica: según afirma Aristóteles en Ética a Nicómaco, estudiamos ética porque queremos hacernos mejores, no por un puro interés teórico. La ética ambiental trata desde un punto de vista racional los problemas morales relacionados con el medio ambiente. Esta rama de la ética, la ética ambiental, tiene cada día más importancia, dado que los problemas ambientales están hoy muy presentes, pues nuestra capacidad de intervención sobre el medio es cada vez mayor. Además, estos problemas no se resuelven por mera aplicación de las éticas tradicionales, sino que exigen claramente la adecuación de las mismas, un nuevo pensamiento ético. Las políticas de medio ambiente buscan mantener un medio limpio y utilizable para las personas, preservar algunos espacios naturales y proteger la biodiversidad. La legitimidad política del primero de los objetivos aparece con mayor claridad que la del resto, pues siempre puede haber quien se pregunte por qué ha de pagar impuestos o aceptar restricciones a favor de la diversidad. Además, estos tres objetivos pueden entrar en conflicto y amenazarse mutuamente, de manera que a veces tendremos que decidir entre uno u otro Para mantener la diversidad o la limpieza puede hacer falta intervención humana, con lo cual se reduce el carácter natural de un entorno, por ejemplo: - La construcción de una presa para producir energía más limpia puede amenazar la diversidad de la vida en un río (este es un caso real que llegó incluso a los tribunales americanos y se conoce como el caso TVA v. Hill) ¿Cómo elegimos en esto casos, con qué criterios? ¿Cuáles tienen más valor y por qué, y cómo se puede comparar ese valor con el bienestar de los humanos cuando hay que conciliar ambos? ¿Qué vale más un individuo con mayor valor intrínseco (por ejemplo, un primate) o un viviente que pertenezca a una especie en peligro de extinción? Todas estas cuestiones difícilmente se pueden abordar sólo con nuestras intuiciones morales y buenos sentimientos (aunque evidentemente sin ellos tampoco podemos resolverlas). En definitiva, la ética es necesaria. Se requiere una base racional para tomar decisiones ambientales correctas desde el punto de vista moral. Aún más cuando hoy día tenemos que tomar muchas decisiones difíciles de este tipo. Éste es un fenómeno reciente, pues las relaciones entre el hombre y la naturaleza, entre lo artificial y lo natural, han sufrido en poco tiempo un gran cambio debido al desarrollo de la tecno-ciencia. La ética se puede comparar con la tecno ciencia. Hasta hace relativamente poco tiempo, parecía que la tecno ciencia amenazaba con sustituir a la ética. La primera se nos presentaba, en efecto, como un conocimiento fiable y fecundo, como saber y transformación de lo que se sabe, del que cabía derivar orientaciones precisas de cara a lo que conviene hacer para afrontar nuestros problemas y resolver nuestros males físicos y sociales. Los sistemas de prescripciones propuestos por las diversas teorías éticas parecían mostrarse arbitrarios e ineficaces. Se vivía la ideología del progreso tecno científico. Pero es este propio progreso el que nos ha impulsado a volver con fuerza a la ética debido a dos tipos de razones. Por un lado ha hecho aparecer problemas nuevos que no vemos cómo pueden resolverse desde el mero enfoque científico: por ejemplo, en las biotecnologías aplicadas o aplicables a la reproducción humana (clonación), que cuestionan nuestra concepción de la persona humana (de lo que es y de cuándo comienza a ser), nuestras relaciones de parentesco a través de las que nos hemos constituido, etc. Por otro lado, la tecno ciencia se ha mostrado no sólo como liberación sino como amenaza, debido a que en unas ocasiones no ha sabido predecir y en otras no ha podido controlar los efectos perversos de sus realizaciones: piénsese aquí especialmente en la destrucción ecológica que daña gravemente a las generaciones presentes y amenaza aún más decididamente a las generaciones futuras, pero también en los efectos en ocasiones desconocidos aún y en otros ya experimentados como dañinos para nuestra salud, de las tecnologías aplicadas a aquello con lo que nos alimentamos. La tecno ciencia se ha mostrado como gran poder, pero no como poder discerniente ni auto controlable y donde hay poder sobre lo valioso, hay responsabilidad moral de cara a su conservación, una responsabilidad que se concreta en una pregunta estrictamente ética: ¿Debe hacerse todo lo que técnicamente puede hacerse? La ciencia que oscureció a la ética la ha puesto así de moda, pidiéndole directrices para su acción. Pero esta llamada de socorro no está exenta de ambigüedad. En parte debido a que sigue muy presente la creencia en que en definitiva es la tecno ciencia la que resolverá nuestros problemas y la que nos abrirá a los humanos a posibilidades de realización impensadas. La ética en nuestros días es muy necesaria pero débil. Se tiene que matizar esta primera conclusión desde otras características de la sociedad actual, avanzando a partir de las consideraciones precedentes. La tecno ciencia no sólo se muestra como poder deficientemente discerniente y auto controlable, se muestra igualmente como poder no equitativo. El hecho de que a la ética se nos muestre como necesaria y débil, refuerza el reto no sólo de clarificar sus fundamentos y sus expresiones sino también el de interiorizarlos en todos los ciudadanos a fin de que su efectividad sea real. Todos los pensadores clásicos al tratar de discernir qué era eso de la ética, incluían una dimensión de paideía, de educación en la misma como parte decisiva. Esta dimensión de paideía se desprende como necesidad de todo lo que antecede, pero también de todo lo que sigue. En las limitaciones del enfoque científico, aplicado tanto a la producción material de bienes como a la organización de la sociedad, se descubre algo que es muy relevante a nivel social pero también a nivel personal: no podemos centrarnos en los medios sin habernos planteado la cuestión de los fines La ética en el mundo de hoy y la globalización La sociedad global se enfrenta a una doble crisis: una concerniente a nuestra relación con el medio ambiente natural y otra referida a la propia condición humana. Con esta idea como punto de partida, se plantea la necesidad de volver la mirada y pensar en los temas del desarrollo, no solo en el sentido económico, sino en el sentido humano más pleno. Las instituciones educativas y las universidades en particular tendrán un papel fundamental por ser los lugares por excelencia para el cuestionamiento, la reflexión y las nuevas propuestas. La ética tiene un papel fundamental para la toma de decisiones ante esta grave problemática. La ética y la globalización son dos tipos de realidades que nos superan, envuelven y condicionan, a las que se ha de atender y que ineludiblemente se imponen. La globalización, en términos genéricos, puede describirse como un conjunto de vastos procesos de cambio en los que convergen los países avanzados industrialmente, en un intervalo temporal relativamente limitado, dando lugar a una nueva realidad social, de gran complejidad, que desborda las estructuras eco-nómicas, políticas y culturales de los estados nacionales. Al hablar de Ética y Globalización no podemos obviar la fuerte conexión que existe entre la noción de desarrollo y la de globalización. Podemos considerar que el fenómeno de la globalización es un producto ocasionado por la aventura histórica de los países llamados “desarrollados” y que el proyecto de la globalización consiste en llevar a cabo un desarrollo federalizado. En la actualidad la tendencia básica de la nueva economía, que deja sentir eficazmente sus efectos sobre otros campos de la actividad humana y social es el movimiento hacia la globalización. De manera muy general la globalización puede definirse como “el conjunto de procesos que conducen a un mundo único” o con otros términos la globalización se refiere al “hecho de que las interrelaciones entre los seres humanos han adquirido proporciones globales y se han transformado en dicho proceso” Para entender de mejor manera la relación entre la ética y la globalización es necesario clasificar en categorías a los problemas de los que se encarga la ética. - Problemas internacionales: Son aquellos que se plantean en las relaciones entre diferentes naciones. Los problemas de la ética ambiental obligan a transferir, gestionar y distribuir riesgos: las consecuencias de un comportamiento irresponsable de un solo país, pueden ser fatales para todo el planeta Todos estos problemas obligan a buscar nuevas estrategias de solución y a crear órganos políticos desde los que se pueda llegar a consensos para acordar esa solución, considerando que la responsabilidad y eficacia son asunto de todos. Pero las dificultades que presentan estas unidades políticas supranacionales, son también importantes, ya que permiten plantear varias preguntas como: ¿Tienen verdadera legitimidad estas unidades políticas internacionales? ¿Son realmente equitativas y justas o reflejan las desigualdades existentes en el orden internacional y o la desigualdad entre las sociedades más ricas y las más pobres? - Problemas intergeneracionales Son aquellos en los que los intereses de una generación pueden entrar en conflicto con los de las próximas, o incluso poner en peligro la existencia de éstas. La responsabilidad ambiental debe enfocarse a un programa integral de acciones encaminadas a asegurar que todas las materias primas, procesos, productos y servicios, se gestionen a través de un correcto y óptimo ciclo de vida, de una manera social y ambientalmente responsable. Lo que quiere decir que la responsabilidad ambiental recae tanto en los individuos, como en las empresas, países y en general, en la especie humana en su conjunto. Problemas interespecíficos Son aquellos que afectan a la relación del hombre con otras especies vivas, con los individuos de otras especies, y con la biosfera en su conjunto, es decir, con seres vivos no humanos. Lo que se discute es si estos seres tienen también un valor en sí mismo, o solamente tienen valor en la medida que aportan algo al ser humano (valor utilitario). Encontrar un criterio de este tipo es lo que en ética ambiental se conoce como el dilema del antiespecista. El “especismo” consistiría en pensar que una especie (por ejemplo, la humana) tiene más valor que cualquier otra especie animal. El antiespecista, por el contrario, defiende que ésta es una forma de discriminación que no debe permitirse. Es ahí que surge el dilema entre el ser y el valor, el discurso sobre lo que es y el discurso sobre lo que debe ser, han estado encendidos a lo largo de la modernidad, debido a la llamada falacia naturalista: si pasamos del ser al deber ser, estamos cometiendo una falacia. Esto hace que el conocimiento de la naturaleza difícilmente pueda ser empleado como base de la moral. Lo que aprendemos sobre los seres naturales no aporta luz acerca de cómo debemos tratarlos, sin embargo el surgimiento de los diferentes movimientos filosóficos de la ética ambiental permiten dar luz a estos problemas. Si reflexionamos hondamente, hoy en día nos percatamos de que todas las relaciones que subsisten se conjugan en un marco de gran complejidad, indistintamente de su ámbito. Por tal motivo, es conveniente que persista un punto de encuentro común para todos los seres humanos, que permita “establecer concesos, coordinar ciertas acciones, cohibir ciertas prácticas y elaborar expectativas y proyectos colectivos”, con lo cual se permita garantizar un futuro para todos.