Helena Stollenwerk
Nacimiento
Nació el 28 de noviembre de
1852, en Rollesbroich, una pequeña aldea
sin importancia de la comuna de
Simmerath en la región de Eiffel, Alemania.
Sus padres - Hermanos
Su padre era Juan Pedro
Stollenwerk, quien nació el 19 de
diciembre de 1785, se dedicaba
primeramente haciendo fletes. Éste se casó
el 16 de julio de 1807 con Ana Catharina
Stollenwerk. Después de la boda se cambió
de Witzerath al pueblito vecino de
Rollesbroich. De este primer matrimonio
nacieron nueve hijos, tres de los cuales
eran sordo-mudos.
Josefa Stenmanns
El 28 de Mayo de 1852, Hendrina
Stenmanns nació en el Bajo Rhin, en el
pueblo de Issum, cerca de la ciudad de
Geldern, en Alemania. Fue la primera hija
de siete.
Su padre, el sastre William
Francisco Stenmanns (1826-1887), y su
madre Anna María Wallboom (1825-1878).
La pareja tuvo siete hijos, de los cuales
Hendrina es la primera, luego vinieron los
siguientes: Heinrich, Adelgunde, Joseph,
Anton, Gertrude y Karl. Tres de ellos
murieron joven: Gertrude a la edad de 6
años, Heinrich a los 19 años y Karl a los 28
años de edad. Adelgunde y Anton se casaron
y tuvieron sus familias.
 A partir de 1816 Juan Pedro se El tejido de telas especiales para
identifica como campesino, y llegó a tener paraguas constituía la actividad fuerte de la
mucha propiedad, y llegó a tener cierto familia.
bienestar. En 1878 la madre de ellos murió
En 1833 murió la primera esposa, y de neumonía, a la edad de 53 años. En su
en 1836 se casó con Ana Bárbara Stollenwerk lecho de muerte pidió a Hendrina
(con la cual estaba emparentado lejanamente), prometerle que cuidaría de sus hermanos
ésta se había casado y quedó viuda, pero no más pequeños. Esto los unió aún más entre
tenía hijos. todos.
En el año 1851 murió la segunda
esposa, y se casó por tercera vez con Ana
María Bongard el 22 de enero de 1852. Y ésta
dio a luz a Helena. El padre ya tenía 67 años y
su madre 27.
Helena no pudo convivir mucho con
su padre, porque se encontraba más tiempo
afuera trabajando él. El mismo tenía cargos a
nivel eclesial, y fue quien impulsó la
construcción de una Iglesia en Rollesbroich
hasta llegar a ser erigida como parroquia
autónoma; y fue nombrado vice-alcalde de
Simmerath en 1825.
 Don Juan Pedro murió en 1859, y
Helena tenía sólo siete años.
Su madre luego se casó en 1860
con el herrero Juan Pedro Breuer, quien
aportó tres hijas más, y llegó a amar a
Helena como a su propia hija.
 Infancia
Helena era una niña tranquila, y esto
es comprensible tomando en cuenta su
situación familiar. Sus hermanastros eran todos
mucho mayores y habrían podido ser sus
padres. La brecha entre su padre era
demasiado grande como para que ella se
hubiese podido sentir cercana interiormente,
además por su trabajo no pudo convivir mucho
con él.
Tenía ella tan sólo siete años cuando
falleció su padre. La muerte de su padre y de
su única hermana de cuatro años, produjo una
fuerte impresión interior en ella. De ahora en
adelante reflexiona sobre la suerte de los niños
abandonados en la China, y surge de pronto el
interés por la misión.
Se llevaba muy bien con las hijas de
Juan Pedro Breuer (segundo esposo de su
madre), a quienes sentía como verdaderas
hermanas, y congeniaba también con el
padrastro.
La vida en Issum se sostenía por
las fábricas de seda, lana y la industria de
tejidos de algodón. La familia de Hendrina
trabajaba en la fábrica de tejidos de seda.
Desde muy joven Hendrina estaba
alerta a la situación. Ella compartió su pan
con los necesitados. Durante la semana
antes de la Misa de la mañana, ella ayudaba
en el hogar para los pobres y enfermos del
pueblo.
En ella se desarrolló un gran
sentido para las cosas prácticas, las que
cumplía rápida y eficazmente. Pronto se vio
abocada a la necesidad de ayudar en los
quehaceres domésticos.
La llamaban «Dineken», su
nombre en diminutivo.
 Creció en una situación muy
compleja. No desarrolló lazos íntimos con sus
hermanastros, por ser demasiado mayores.
Fue educada para unir a diferentes grupos e
intereses.
 Educación
Fue niña de talento. Empero, en los
inicios de su aprendizaje se vio enfrentada a
ciertas dificultades derivadas de enfermedad
infantil. Superado ese problema, pronto se
adelantó a sus compañeras, particularmente
en lo que refiere a religión.
Su trayectoria en la escuela fue
más bien una experiencia de estrechez. Ya
que el rey de Prusia, Federico Guillermo IV,
redujo la educación a las tres materias
elementales: leer, escribir y un poco de
matemáticas. Pero todos los días fue dada la
clase de religión.
Helena sufrió toda la vida a causa
de su precaria educación escolar. A veces
creía que su débil formación le impediría
aprender un nuevo idioma para poder ir a las
misiones.
Hendrina estudió en la Escuela
Primaria Católica de Issum del otoño de
1858, a los 6 años hasta sus 14 años de edad.
Fue inteligente y dispuesta para el estudio.
Años más tarde la profesora del
pueblo, profesora Anna Schröer expresó lo
que permaneció vivo en la memoria del
pueblo de Issum: “Muy pronto Dineken era
la preferida de su laboriosa maestra y
compañeros”.
El 21 de marzo de 1886, Hendrina y
otros catorce niños culminaron sus
exámenes finales. Cumpliendo con el deseo
de sus padres, ella aprendió a tejer en orden
a colaborar con la construcción de la nueva
casa de la familia.
 En los almanaques de la Infancia
Misionera leía artículos interesantes sobre
los niños de la China, así podía romper la
monotonía de su vida campesina y ampliar
sus conocimientos.
Su gran talento le permitió ingresar a
la escuela secundaria con una edad menor a la
común y establecida.
Luego, antes de cursar todo su
estudio abandona, ya que su madre la necesita
para los quehaceres de la casa, puesto que la
casa se amplió, y también para el cuidado de
sus hermanos más pequeños.
 Desarrollo religioso
Desde muy temprano, Dios ocupó
Su familia fue muy cristiana. Ella
un lugar importante en la vida de Hendrina.
creció en una comunidad eclesial viva y
Anna Schröer dejó anotado que Hendrina
activa. Asistió al culto dominical como
hizo su primera Comunión cuando tenía
igualmente a la catequesis en la tarde. Lo
trece años. Ella escribió todo lo que
que más llamó su atención fue la Asociación
aprendió del párroco P. Steegman y pasó sus
de la Santa Infancia de Jesús, que deseaba
notas más tarde a sus hermanos. Su piedad
despertar el interés de los niños hacia las
era tierna y natural. El pueblo de Issum la
misiones en la China. Editaba cuatro veces
describió como siempre muy alegre.
al año, una revista en la que los misioneros
Los domingos estaba mucho
relataban sus experiencias, y ella las leía
tiempo en la iglesia, participando en dos
ávidamente. Y ésta, constituía para ella la
Misas. Durante la semana participaba en la
puerta al mundo.
Misa antes de ir a la escuela o al trabajo, o
La vida espiritual se daba para
sea, todos los días. A la edad de 19 años se
ella, en forma prioritaria, en la Infancia
hizo Franciscana de la Tercera Orden,
Misionera; allí experimentó su propio
viviendo de acuerdo a la Espiritualidad de
modelo religioso.
San Francisco de Asís y formada por la
Cuando era día patronal Espiritualidad Franciscana: una vida cercana
enseñaba los cantos, al parecer lo hacía en a los pobres de acuerdo al evangelio,
forma tan impresionante, que los niños lo cuidando de la creación, trabajando por una
mantenían mucho tiempo en la memoria. Iglesia creíble, en íntima unión con
Jesucristo.
 Se solía hacer una caminata Así en el trato continuo con los
anual hasta Simmerath, ella no podía irse signados, se sintió impulsada a incrementar
por no recibir permiso de su madre. sus oraciones y obras de penitencia.
Cuando regresaron los niños mayores, una Desde temprana edad Hendrina ya
vez le dijeron que su nombre salió sintió la llamada a la vida Religiosa.
sorteado para ser madrina de un niño
pagano y que llevaría su nombre; decía
ella: “me contaron… esto me alegró
muchísimo, y terminó mi tristeza”.
Helena, al sentir un deseo
ardiente de ir a la China, se impone
muchas privaciones, acepta las tareas más
difíciles y ayuna mucho. Cuando se
organizaba un baile en el mesón, ella no
iba, porque su opción es muy diferente,
hace voto privado de celibato con
autorización de su director espiritual, y así
se dispone a vivir como una religiosa y
misionera.
Cuando tenía 19 años expresó
por vez primera su deseo misionero a su
madre, quien rechazó su idea.
 Vocación
Helena fue elegida cobradora de la
Asociación de niños misioneros, estuvo en
ese cargo por 20 años. Escribe así, en una
ocasión, cuando leía los anales de la
asociación: “Me parecía estar en el
extranjero y recibir cartas y noticias de la
querida patria”.
Lo que le tocó fue el destino de los
niños que era relatado en las revistas de la
Asociación, sobretodo, la suerte de los niños
de la china, así escribió: «Muchas veces
sentía compasión con los niños paganos
abandonados… entonces me venía un gran
deseo de estar allí con ellos, de rescatarlos y
llevarlos hasta el sacerdote para que sean
bautizados».
En aquellos tiempos era más fácil
que los varones fueran a las misiones, ella no
renegaba de su ser mujer, sólo se quejaba de
que, como mujer, no podría desarrollarse
como lo hubiera querido su corazón.
El amor por los pobres y enfermos
que Hendrina manifestara desde su niñez, se
fue desarrollando orgánicamente. Dado que
por entonces Issum carecía de enfermeras,
se sintió obligada a estar allí donde algún
enfermo requiriese ayuda.
Su actitud callada y el arte de
practicar el bien sin dejarlo traslucir, así
como la bondad con que trataba a los
enfermos, hizo que pronto todo el pueblo
reparase en ella. Servía de puente: recibía
donativos que destinaba a los necesitados.
Con suma frecuencia, junto al
lecho de dolor de enfermos y moribundos
había podido discernir el llamado del Espíritu
Santo, Quien la conducía a lo profundo.
 Aún así no se desanima, se motiva
por el ejemplo de los santos que, rompieron
los esquemas limitantes de su tiempo o de
su origen. Confía en la voz de Dios que
resuena en su interior.
Al principio le movía sólo el
entusiasmo por la misión, no pensó en una
orden religiosa, no sabía que existía.
Hacia afuera cumplía sus
obligaciones, pero, en su interior luchaba por
discernir su vocación y encontrar un camino
para realizarla.
En 1871 habla por primera vez con
el vicario Leonardo Julich, ahí comprendió
que sólo ingresando a una congregación
misionera alcanzaría su deseo. Luego éste
reacciona con un rechazo, tratando de hacer
entender a Helena que el tiempo no era
propicio. La derivó hasta el Decano Goller
quien aconsejó a Helena a esperar dos años.
Así se fue abriendo el cauce, el
deseo de consagrarse al Señor en la vida
religiosa, para proseguir su obra de servicio
desde una nueva radicalidad, desde una
entrega absoluta. Mas, ¿cómo hablar, de tan
pequeña estatura como era, de su anhelo
punzante?.
A los 19 años ingresa en la Tercera
Orden de S. Francisco. Tenía una tía
franciscana, pero cuando ésta murió, el
convento se clausura por el tiempo de la
revolución religiosa y cultural. También su
madre murió y le hizo prometer que velaría
por sus hermanos.
Por eso, por las obligaciones
familiares debió dejar de lado todo
pensamiento de ingresar a un convento, con
el corazón partido.
 Ella insistía en su deseo misionero,
hasta que el Decano Goller le aconsejó que
ingresara con las Franciscanas, pero ella
movida sentía que no estaba llamada ahí.
En 1881 Hubbert Cremer,
colaborador de la Santa Infancia, envió a
Helena la dirección de la Casa Misional de
Steyl, que Arnoldo Janssen había fundado en
Holanda como Seminario Misional para
Alemania.
Se embarcó el 18 y 19 de marzo
por primera vez, tenía la esperanza de que
Arnoldo le pudiera ayudar y le indicara una
congregación misionera ad extra. Pero ésta
no existía aún.
Allí en Steyl se ensanchó su
corazón y se llenó de alegría. Era una señal
de que Dios la había llamado para Steyl.
Es impresionante cómo Helena
confiaba en su propia inclinación.
En 1879, no poco curiosa, Hendrina
visitó Steyl y llegó a conocer la recientemente
fundada Casa Misional donde Lambert
Welbers, un aprendiz de su padre, había
entrado. Desde entonces ella fue al Steyl
anualmente para Pentecostés.
En esa visita supo que las
Hermanas de la Providencia, con ayuda de
una señorita cuidaban de la cocina del
seminario. Testimonios posteriores sostienen
que se llenó de santa envidia hacia esa mujer
sencilla a la que le era dado servir, desde los
últimos puestos, a la suprema obligación de
la Iglesia: la obra misional.
En 1882 reiteró su visita a Steyl
encontrando junto a Teresa Sicke, a Helena
Stollenwerk, ayudante también de las
Hermanas de la Providencia, supo entonces
que una y otra abrigaba la secreta esperanza
de poder marchar algún día, en calidad de
misioneras, a lejanas tierras.
En Steyl

La espera
 Primera Parte
Helena visitó Steyl en 1882 para
hablar con el Rector Janssen, así poder
encontrar más respuestas a su inquietud,
deseaba que Janssen la conduzca hacia una
congregación religiosa misionera. Ya cuando
hablaba con el Rector, éste le expuso
riguroso como era, los extremos sacrificios,
las privaciones que la vida religiosa y
misionera conllevan. En lugar de aflojarse su
ánimo, la decisión de la joven se afianzó.
Arnoldo le aclaró también que para la
fundación de una congregación misionera
quería penetrar más claramente en los
designios de Dios. Volvió a su casa con
nuevas luces.
De regreso a su casa, por el viaje
recordó que Arnoldo necesitaba una ayuda
para las Hermanas de la Providencia en la
cocina y el lavadero. Ella deseó ser esa
ayuda, pero temía pensando en la reacción
de sus familiares y del Cura de Rollesbroich.
La disposición personal y apertura
de Hendrina la condujo a Steyl. El aprendiz
de su padre Lambert Welbers entró en el
Seminario de la Casa Misional en 1887 y se
hizo seminarista pero no tenía los medios
necesarios.
Hendrina lo ayudó. Para
demostrarle su gratitud él la invitó a Steyl
para Pentecostés en 1882. Ella participó en la
oración de la joven comunidad y fue atraída
por ésta. En Pentecostés del 1883 ella
nuevamente fue a Steyl.
Debido a su débil salud, Lambert
Welbers ya no estaba allí pero ella descubrió
otras tres jóvenes que deseaban ser
hermanas misioneras. El entusiasmo de éstas
era contagioso. En 1884 Hendrina pidió a
Arnoldo Janssen ser aceptada: Hendrina
deseaba trabajar para que otros puedan
descubrir la felicidad de la fe. Para ella no era
importante ir a ultramar y hacer grandes
cosas.
 Ella tan sólo deseaba ingresar a
Steyl como empleada, caso que compartió
con su confesor, quien de primera rechazó la
idea. Ella no se desanima.
En la fiesta de la Asunción de
María, viaja por segunda vez a Steyl. Y en vez
de sentirse deseosa y entusiasta,
experimenta gran temor, como una
oscuridad al pensar si realmente era su
camino o no.
Pero al pisar Steyl, se esfumó tal
ansiedad. En su entrevista con Janssen hubo
un malentendido, ella pensó que en algunos
meses más se fundaría la congregación
(luego se resolvió).
El 28 de Octubre de 1882 recibió la
admisión como empleada a Steyl. Su
confesor no consintió nuevamente y le pidió
que no haga semejante paso. Helena luchaba
con su confesor para irse a Steyl.
Luego de 15 días su confesor
recibió una carta del Rector Janssen, por lo
que cambió rotundamente su idea.
Estaba convencida que a través de
una vida con Dios, se puede cruzar las
fronteras de los continentes. Ella imploraría
bendiciones sobre todos los pueblos en todos
los países; mientras trabaja ayudaría a las
actividades misioneras en ultramar.
La Hna. Raphaele Bruns escribió:
“Madre Josefa tuvo un gran amor y estima por
la vocación misionera. Cuando en 1883, ella
vio claramente que Dios la llamaba para
trabajar en el anuncio de la fe, y la divina
Providencia le mostrara el camino a Steyl,
siguió la voluntad de Dios”.
Arnoldo había pedido informe al
párroco de Issum sobre Hendrina, éste
contestó así: «Siempre ha manifestado su
inclinación hacia la vida religiosa, lleva una
vida interior profunda, sin hacer ostentación,
con sencillez y naturalidad. De misa diaria, es
sana, fuerte y muy trabajadora»
 Ahora que obtuvo la autorización
de su confesor, la lucha comenzó en su casa.
La separación les fue sumamente difícil; ya
que su madre la expresó que no soportaría
en vida. No sólo su familia sufría, ella misma
también por causarles el sufrimiento.
Hendrina pensaba al pedir su
admisión, entre oración y reflexión, que su
lugar en la familia podía ocupar la hermana
que le sigue en edad.
Arnoldo contestó a su carta
positivamente.
 Segunda Parte
(Llegada a Steyl)
El día 30 de diciembre de 1882
partió a Steyl junto a sus padres, llegaron
poco después del medio día.
Las últimas horas con sus padres
no fueron fáciles. Le apenaba su tristeza. El
superior trató de consolarlos, y al parecer se
sintieron más serenos.
Ella se sintió sumamente feliz por
haber dicho adiós a este mundo y haber
llegado a las salas santificadas de un
convento, donde podrá vivir bajo el mismo
techo con el buen Dios.
Cuando ella llegó ya había otra
criada, Teresa Sicke, con ella ingresa otra,
Teresa Volpert (quien abandona pronto el
seminario).
El 12 de Febrero de 1884,
Hendrina se unió a Helena Stollenwerk,
Theresia Sicke y Theresia Volpert en la Casa
Misional en Steyl.
. Cuando llegó a Steyl tenía casi 32
años de edad. La carta a Arnoldo Janssen era
una expresión de su espiritualidad y de su
profundo deseo dedicarse totalmente a la
tarea misional. No tenía grandes planes.
Simplemente llevaba a cabo lo que
reconocía como la voluntad de Dios en cada
momento.
Ellas eran las ayudantes de las
Hermanas de la Providencia quienes, a
pedido de Arnoldo Janssen, se encargaron
de las servicios de la cocina y de la casa.
Y vivían en una casa pequeña,
sumamente sencilla.
 Tercera Parte
El trabajo es duro en Steyl, el día
largo: comienza a las 4´30 de la madrugada y
cuando terminan son casi las 21´30. El
trabajo de cocina es el que más horas ocupa.
Hay que preparar comida para los 350
habitantes de la Casa. Pero, lo que imprime
el sello y da la tónica no es el trabajo por el
trabajo sino la Eucaristía y la vida de oración.

Helena se queja del poco tiempo Hendrina a pesar, de su aspecto

disponible: «La lectura espiritual resulta
poco provechosa por la preocupación de
llegar demasiado tarde a la cocina, el
retraso puede causar trastornos y
podemos impacientar a las demás
Hermanas». Le gusta el silencio, que ella
aprovecha para orar y que contribuye al
desarrollo de su vida interior. Era de fuerte
constitución y gozaba de óptima salud.
frágil, no rehúye ningún trabajo ni escatima
esfuerzos, pero sí necesita de apoyo
espiritual. Al fin y al cabo, con sus 32 años,
espera que se cumpla aún su deseo de
poder realizar su vocación. La oración es
una constante en su vida. Además lee
mucho. Sus compañeras la llaman «la
beatita». Le surgían grandes problemas
cada vez que debía prodigarse en trabajos
pesados. Pero, con extremo celo suplía sus
incapacidades.
 … Y los años pasaban. Más de
una vez Arnoldo acariciaba la posibilidad
de su segunda fundación. Pero jamás
hablaba de ello con quienes la anhelaban
de todo corazón. Entonces la confianza de
estas mujeres una vez más estuvo a
prueba.

De sus notas de esa época ¿En cuántas ocasiones las

podemos anoticiarnos de que no
amenguaba su inquietud por la actividad
apostólica, y puesto que las circunstancias
exteriores no se daban, ¿no habrían
podido sus pensamientos conducirla a
vanas ensoñaciones?
lágrimas habrán surcado, incontenibles, su
rostro y los entresijos de su ser? Pero ella
realimentaba su deseo, sin claudicaciones,
la esperanza de que su perseverancia las
conduciría al anhelado fin…
 Cuarta Parte,
Convento de los tres tilos
Las Hermanas de la Providencia dejaron la
Casa Misional el 12 de Julio de 1888, Hendrina y las
otras tres jóvenes se trasladaron a una pobre casa con
cuatro piezas. Una pieza tenía el piso de madera, los
otros pisos eran con baldosas.
Allí ellas zurcían y remendaban la ropa de
los 400-500 residentes de la Casa Misional. En aquel
“Pequeño Convento de los Tres Tilos”, nadie reclama.
Al principio el Rector hace que se turnen por meses
en el cargo de responsable. Estuvieron 9 meses allí.
En el verano de 1884 la electa a ser En diciembre de 1889 es nombrada
responsable llevará por más tiempo ese Hendrina como la encaragada de la pequeña
trabajo. Todas eligen a Helena. Supone para comunidad. Ella se encarga de distribuir las
ella una aproximación a su objetivo de ir a horas entre el trabajo y la oración, de
las misiones. La larga espera la consume más supervisar la colaboración con los Padres del
que el trabajo o que la austera vida claustral, Verbo Divino y de recibir sugerencias e
«tengo que pedir fuerzas a Dios, de lo indicaciones del P. Fundador.
contrario, podría perder fácilmente la
vocación». Se siente dispuesta a llevar una
vida pobre y despreciada.
 «… con mucho gusto nos
hubiéramos quedado en la pequeña casita,
éramos tan felices ahí».
 Los días de la fundación,
en el Convento de los Capuchinos
Arnoldo Janssen se dio cuenta que él no debía dejar a estas
jóvenes tanto tiempo en la insalubre situación. El debía decidir: ¿fundaría
él una congregación misionera para mujeres, o les aconsejaría ingresar en
otra congregación? Incluso antes que él fundara la Casa Misional estaba
convencido que en otras culturas solamente las mujeres podrían trabajar
entre mujeres y niños. En ese momento, sin embargo, titubeó tomar sobre
sí esa responsabilidad: “Esto significa nuevas cargas y temores y yo
realmente no sé cómo hacer justicia a mis responsabilidades presentes.”
El rezó para ver una señal desde Dios. En el otoño de 1889 una
comunidad de Capuchinos, que habían retornado de Francia y ahora
pensaban de regresar nuevamente, le ofrecieron en venta su casa ubicada
a pocos metros de la Casa Misional. Esto ayudó a decidir el tema. Al
atardecer del 07 de Diciembre, se mudaron allí: Theresia Sicke (Hna.
Anna), Helena Stollenwerk (Hna. María), Hendrina Stenmanns (Hna.
Josefa), Gertrud Hegemann (Hna. Andrea) y otras dos jóvenes que dejaron
la Congregacion más tarde. Allí poseían una capilla y un tabernáculo. Se
convierten en postulantes,
«Qué grande y espacioso me parece
todo», fue la primera impresión de Helena.
 El 08 de Diciembre es considerado el día fundacional de la
Congregación Misionera de las Siervas del Espíritu Santo. Una
semana más tarde las primeras en ser recibidas como postulantes
entraron en la nueva Congregación. En el ex monasterio Capuchino
la instrucción formal para su vida religiosa había comenzado.
Arnoldo trabajaba en el proyecto de las Constituciones y, en sus
conferencias y clases preparaba a las Hermanas para la vestición.
Nueve meses después de esta fecha se trasladan hasta un
convento que era de las agustinas contemplativas, el Notre Dame.
La nueva fundación encuentra eco a través de
Michaelskalender, revista editada por Arnoldo. Así, llegan muchas
peticiones de ingreso, para lo que el rector hace una cuidadosa
selección. Admite a ocho postulantes. En ése también se escoge a
una superiora, quien fue Helena Stollenwerk.

«Es una superiora que infunde

respeto y amor, no por sus órdenes,
sin por su ejemplo»
 La toma de hábito y primeros votos
El 17 de enero de 1892, tiene lugar en la casa de las Religiosas de
Steyl la primera fiesta de la toma de hábito. Helena Stollenwerk es la primera
que recibe de manos del superior general Janssen el hábito azul de la
Congregación y el nombre de religión: María. Luego recibión Hendrina
Stennmans, que recibe el nombre de Josefa.
Ella y otras 16 postulantes ahora son novicias, aunque su
verdadero noviciado se inicia en 1893, donde en la regla aparece una sección
de Hnas de vida contemplativa, y que la dirección gral sea por los del Verbo
Divino mientras cuenten con menos de 150 miembros con votos perpetuos.
Y sigue la afluencia de jóvenes entrantes. En otoño del mismo año, se
inaugura el primer curso de idioma, castellano, para preparar a las hermanas
que irán a la Argentina, ésta será el primer país que acoge a las MSSpS.
Arnoldo lleva la dirección del noviciado, pero el abril de 1893
nombra a la hermana María que llevaba ya once años en Steyl, maestra de
novicias mayores, siento ella misma aún novicia.
El 12 de mazo de 1894, la Hna María y la Hna Josefa, junto a otras
once novicias van a pronunciar sus votos, por de pronto prometen para siete
años vivir en pobreza, castidad y obediencia. Para Helena han pasado 24
años desde que expuso a su párroco su vocación.
 Un año luego de la profesión, Josefa es nombrada como maestra de
postulantes, da dos veces al día charlas para introducirlas en las exigencias de la
vida religiosa y comunitaria. Ella prefería la praxis antes que lo teórico.
Así, las hermanas apenas tienen preocupaciones materiales, ya que la
Cong. Del Verbo Divino se hace cargo en lo referente a comida y vestido, del
convento y sus necesidades.
En el horario de las postulantes y las novicias aparecen las asignaturas
del alemán, historia sagrada, catecismo, y en tiempo libre tienen ocasión de
aprender a tocar el piano y el armonio.
El 11 de setiembre de 1895 cuatro hermanas parten para Argentina. La
hna María no está entre ellas (ella deseaba mucho ir), por la decisión de hacer
quedar a las hermanas más competentes en Steyl para la formación de
postulantes y novicias por Arnoldo.
 La fundación para la vida
contemplativa
«Desde el comienzo, Arnoldo pensó la fundación de la congregación
femenina en dos ramas, las misioneras y las contemplativas».
Ya al final del primer año del noviciado, el 8 de enero de 1893, Janssen
preguntó a la hna María a cuál de las ramas se sentía llamada, a lo que había
respondido, «no tengo ninguna determinación, me someto totalmente a la disposición
de su Reverencia». A consecuencia de esto, el superior había decidido para ella la vida
contemplativa. Por eso, el 8 de diciembre de 1896 se funda la rama contemplativa.
Para esta fecha la hna María aun era de la rama misionera, hasta que el 8 de
diciembre de 1898 fue admitida como novicia en la clausura, ahora como María Virgo.
Esta transformación le habrá costado muchos cambios interiores, fue penoso para ella
despedirse de las hermanas misioneras. Ahí encuentra a la hna María Michaela, la
maestra, con un temple y una estructura muy diferentes a la Hna. María, pero ella se
adaptó bien a esta superiora en el noviciado.
El 8 de Diciembre 1898 la hermana María recibe el hábito de color rosado,
era un viernes santo. Tiene ahora 46 años y ha de empezar de nuevo… Y luego de tres
años podrá profesar como religiosa de clausura.
 Mientras tanto…
En 1894, antes de la fundación de las SSpS de la Adoración
Perpetua, las Hermanas pudieron decidirse por la permanencia en la
congregación misionera o contemplativa. Josefa por su parte, expone a
Arnoldo su deseo de seguir con las misioneras, pues se sentía feliz allí.
Arnoldo aceptó. A partir de entonces, la Hna. Josefa se hace
cargo de la responsabilidad como superiora de las Hermanas Misioneras,
cuyo número asciende a 130. No le costó llevar a cabo ese cargo, ella
misma se animaba diciendo: «Todo lo puedo con la ayuda de Dios».
Josefa se esmera en la formación de las hermanas. En este
tiempo según una disposición de Arnoldo reciben clases de música
(violín, piano, órgano), jardinería, enfermería, cocina, repostería, corte y
confección, confección de ornamentos litúrgicos, dibujo, pintura,
odontología, etc.
Ella será quien escoja a las hermanas para los lugares de
misión, porque conoce muy bien las aptitudes de cada una.
 Primera profesión perpetua

El 8 de septiembre de 1901, las primeras hermanas

pronuncian sus votos perpetuos, entre ellas la hermana Josefa.
La casa se hace pequeña, el número de hermanas crece
constantemente y también el de las participantes en las tandas de
ejercicios.
Cerca ya de la fiesta de Pentecostés de 1902 se coloca la
primera piedra, para los muros del nuevo convento.
 Muerte de las madres
El sacrificio que hizo la hermana
María Virgo con su paso a la clausura es su
último gran servicio a las dos comunidades.
Al poco tiempo cae gravemente
enferma, siente náuseas, tiene dolores de
cabeza y temperatura alta. En noviembre de
1899 recae más, la fiebre la va debilitando.
En enero de 1900, el médico diagnostica la
enfermedad: meningitis tuberculosa
incurable. Ella sufre mucho, pero no se
queja.
El 27 de enero recibe la unción de
los enfermos. El Padre Arnoldo envía un
telegrama diciendo que ella podía hacer su
profesión como religiosa de clausura; esto
tiene lugar el 31 de Enero. Ella habla del
amor mutuo por última vez.
A mediados de diciembre de
1902 sufre una recaída,, se complica con
hidropesía. Pide recibir la unción de los
enfermos el 26 de enero de 1903.
Diariamente recibe la eucaristía.
El asma aprieta, duele; lucha por respirar, y
más, para repetir «Ven, Espíritu Santo».
Se despiden de las hermanas. Los
dolores aumentan, aparecen llagas por
todo su cuerpo. La mañana del 20 de mayo
pide recibir al Señor. Son sus últimas
palabras. Al mediodía entrega su alma a
Dios.
El entierro tiene lugar tres días
más tarde. Reposa junto a Madre María.
 Sus últimas palabras las pronuncia
el 2 de febrero: «Jesús he vivido para ti;
Jesús muero para ti».
El 3 de febrero de 1900, a las dos y
media de la tarde, expira la hermana María
Virgo.
El 7 de febrero se da sepultura a al
difunta en el cementerio de las hermanas.
Espiritualidad de las
Madres
Co-fundadoras
 La escucha a Dios:
Siendo niña desarrolló una gran
sensibilidad por lo que Dios quería de ella.
Confiaba en que Dios no es un Dios lejano,
sino Alguien que se comunica con nosotros.
Helena se siente atraía por la Asoc. De la
Santa Infancia, ahí se entusiasma por la
misión en la China. Aquí siente la voz de
Dios: «Ven y sígueme»
Por cierto, en esta escucha, muchas veces
siente inseguridad. Le invaden tristezas en su
camino vocacional. Se cuestiona si su
vocación era sólo imaginación.
La crisis que pasó en Steyl, la obligó a
cuestionar su propia idea del llamado de
Dios, hasta que se dio cuenta lo que quería
de ella, no su obra sino su corazón.
Era importante el diálogo también para
ella. Aunque en algunos casos obedece en
primer lugar a Dios y no a los hombres.
Pequeña ante el Gran Dios:
Todos somos pequeños ante Dios; ella
era muy consciente de esto y también que
Dios es grande, hace grandes cosas y nos
hace grandes. Ella vivió de acuerdo al
principio de San Ignacio de Loyola (1491-
1556): “Confía en Dios incondicionalmente
como si no podrías hacer nada y sólo Dios
puede hacer todo; al mismo tiempo, haz
todo lo humanamente posible con el mismo
cuidado y energía como si todos los éxitos
dependieran sólo de ti y nada de Dios.”
Ella depositó gran confianza en la ayuda
de Dios, una confianza que causaba
admiración.
 La oración a Dios
Desde su juventud fue una persona de
oración. Ella limpiaba y adornaba el templo
de Rollesbroich, y pasaba muchas horas en
oración.
La adoración ha llegado a ser su forma de
orar. Ella trataba de olvidarse de todo, de sí
mismo, para estar totalmente con el Señor.
Delante el tabernáculo lograba calmarse
y sentía cómo el amor iba y venía entre ella y
Cristo. Se sentía en casa delante de él.
Además de la oración silenciosa y
contemplativa, conoce otra forma de
oración: las súplicas; la intercesión en favor
de las hermanas en las misiones.
Lo que vivió, se expresa hoy con: lucha y
contemplación, mística y política, resistencia
y entrega, ora et labora.
Ser la última:
En línea con su conciencia de su total
dependencia en Dios, la Hna. Josefa siempre
prefirió permanecer en el trasfondo y hacer
los trabajos calladamente desde allí. Esto ya
fue expresado en su primera carta a Arnoldo
Janssen: “Sólo deseo ser, con la gracia de
Dios la última y ofrecer todo mi ser como
sacrificio por la obra de extensión de la Fe”.
Su vocación personal de ser pequeña y
pobre y de servir, hizo nacer una veneración
muy especial al Espíritu Santo, con
frecuencia llamado el “desconocido” y
“oculto” Dios. Incluso en la vida de muchos
cristianos. Él toma el último lugar.
 La lucha con Dios:
Durante sus desolaciones sentía que Dios
no la escuchaba, que sus peticiones iban al
vacío. Así luchó en la oración hasta que Dios
le daba alguna señal orientadora.
Su fidelidad fue la expresión de su
relación con Dios. Ella encontró a través de la
fidelidad a su vocación, la unión de su vida y
su ser.
Amistad con Dios:
La Hna. Josefa fue capaz de combinar
contemplación y recogimiento con
actividades.
En su diario no se detenía en sus tiempos
de aridez u oscuridades: “Cuando no puedo
meditar, simplemente digo: ‘Señor,
enséñame cómo rezar’. Y otras veces rezo el
Padre Nuestro. Después de cada Oración del
Cuarto de Hora, pongo todas mis acciones en
las sagradas llagas de Jesús.
Estaba convencida que Dios no
necesitaba nuestras oraciones. Somos
nosotras las que necesitamos el contacto con
él.
Vivir en el Momento Presente
El estar escondida en Dios le dio fuerzas
para vivir totalmente en el aquí y ahora y
mirar el futuro con serenidad. Si las
situaciones eran difíciles y le causaron
preocupación, sabía que podía dejar
tranquilamente sus quebrantos en las manos
amorosas de Dios.
Veneraciones
 Sgdo. Corazón de Jesús, el Junto con la devoción al Espíritu Santo
Dios humanado – el hombre vulnerable. que la Madre Josefa cultivaba intensamente
Descubrió la importancia del amor que se y el amor filial a la Madre de Dios, se puede
expone a ser herido en su veneración al calificar de especial su devoción a San José.
Corazón de Jesús. Ella ha amado a las Era conmovedora la predilección que tenía
hermanas, a la humanidad entera, con un por este santo, al que recurría con éxito en
amor vulnerable. Con este amor ha puesto todos sus apuros.
la piedra fundamental para una comunidad.
Entendió que el sufrimiento que nos llega
tiene sentido y redunda en bendición para
otros.
Espíritu Santo, el Dios cercano – El
hombre espiritualizado
Ella le llamaba «Padre del Amor». Lo
consiga como una persona concreta. Ella
subraya también que sólo en comunidad
podemos ser cristianos, y es el Espíritu Santo
el que conduce a los hombres a la
comunidad de la Iglesia.
 Infancia de Jesús, el Dios tierno –
el hombre de buen ánimo.
Helena destaca el hecho de que Dios vino
a este mundo como tal. Un Dios tierno, un
Dios que se hace niño.
Dios arriesgará siempre un nuevo
comienzo con cada uno, en esto creyó ella, a
pesar de todo, Dios puede realizar el
nacimiento del Niño Divino en medio de
nuestro establo.
Características de
cada una
*Perseverante, silenciosa, paciente.
*Disponible, fiel y obstinada.
*Alegre y expresando con su vida
gratitud.
*Con palabras adecuadas y gestos
animantes (discreta, justa, sincera).
*Mujer orante.
*De Veneración a la Infancia de Jesús,
al Sagrado Corazón y al Espíritu Santo.
*Amor a la Eucaristía.
*Atenta en el servicio, amable,
solidaria.
*Con gentileza toleró las flaquezas de
los demás.
*Cercana, bondadosa, tierna (maternal).
*Alegre.
*Atenta, simple, disponible.
*No habló tanto, se expresaba de manera
breve y directa.
*Habilidosa para las cosas prácticas.
*Sentía admiración hacia la naturaleza.
*Animaba a los demás.
*Sencilla en todo su ser.
*Era orante e insistía a sus hermanas.
*Era muy caritativa.
*Veneraba la Eucaristía.
La vida comunitaria
 *Helena cumplió de un modo muy
personal la ley de Cristo: «Uno lleve la
carga del otro» (Gal 6,2). El lema que la
condujo toda la vida: «A Dios la gloria, al
prójimo el provecho y a mí la carga». La
impulsó a trabajar sin descanso por la
gloria de Dios, a mirarlo en todo lo que
hiciere.
*A su alrededor irradió alegría y
contento, entusiasmo y gratitud por su
vocación y vida con Cristo.
*El amor de Helena está marcado por
lo concreto. Pero su amor también puede
exigir. Es capaz de confrontar a hermanas
que se han desunido hasta llevarlas a la
reconciliación. Tenía la capacidad de unir
diferentes caracteres, era el corazón de la
comunidad.
*La Hna. Josefa muy pronto percibía si la
recién llegada a casa estaba miedosa o
nostálgica. Ella las escuchaba, rezaba por la
familia, preguntaba por los miembros
enfermos de la familia. Sobre todo animaba
a las nuevas a mantener firmes sus pasos en
el camino escogido y sentirse en casa en el
convento.
*Cuando la Hna. Josefa les sonreía o
hacía algún gesto cariñoso durante el rezo
del rosario, la nostalgia desaparecía. Era
creativa en encontrar caminos para afianzar
los primeros pasos de las nuevas jóvenes en
el seguimiento de Cristo.
*La Hna. Josefa enfrentó el creciente
desafío de distribuir bien los trabajos sin que
las Hermanas se desesperasen. Ella se
preocupaba que el levantar grandes
paquetes no afectara físicamente a las
Hermanas.
 *Siendo superiora muy pronto
experimentó, cuán difícil es cuidar de las
hermanas, que por sufrir problemas
psicológicos o de un carácter difícil, se
cierran a los demás.
*Fue capaz de reconciliarse con el
hecho, que su cargo como superiora es
también una carga. Pero, nunca hizo
sentir a sus hermanas que su cargo
también era una carga para ella.
*Lo que distingue a Helena sobre
todo es su amor a los demás y su amor a
Dios. Estuvo 7 años como superiora.
*El amor incansable de la Madre Josefa,
su reflexión prudente y su sentido de
pertenencia
surgieron fehacientemente en su posición
como superiora.
*En toda la casa, entre los diferentes tipos
de trabajos, especialmente durante retiros
con laicos, podíamos verla ordenando las
cosas, consolando y dando orientaciones; en
particular aquellas hermanas cuyas tareas
eran pesadas o no muy agradables, la Madre
Josefa
tenía para ellas palabras de comprensión y
aliento.
*El buen Señor nos trajo juntas para que
seamos un corazón y una sola alma. No
seríamos verdaderas Siervas del Espíritu
Santo si no practicáramos la caridad fraterna.
Cuando el amor no es verdaderamente
practicado, muy pronto se enfría.
 Relación entre ellas
Ambas se complementaban maravillosamente, se entendían magníficamente. El
trato recíproco entre las dos era tan cordial, no hubo disonancias entre ellas. Se
entendían con mucha naturalidad, sin apego, con un trato espontáneo.
La Madre María necesitaba de la Madre Josefa y viceversa, porque cuando había
algo qué decidir de parte de nosotras las hermanas, ellas primero se consultaban.
Cuántas veces escuchamos la frase: «Lo consultaré con la Hermana Josefa» o «Tengo
que preguntar primero a la Hermana Superiora (Hna. María)». Eran un solo corazón y
una sola alma.
El trato recíproco entre ambas fue cordial, no hubo disonancias entre ellas. Se
entendían con mucha naturalidad, sin apego, con un trato espontáneo y libre.
La vida de ambas madres estaba ligada íntimamente al desarrollo de la
Congregación. Tuvieron una misión tan grande. Nada debían considerar insignificante.
Nada tomaron a la ligera, no eran escrupulosas , sí, exactas y precisas.
Veneraban y respetaban al Padre Superior como padre, guía y fundador. Eran la
santa regla personificada.
Proceso espiritual y
humano de ellas
 La Madre Josefa vivía
A partir de sus veneraciones subyace
constantemente en la presencia de Dios,
una determinada imagen de Dios y de la
refiriendo todo hacia Él.
persona humana.
Ella sólo estaba preocupada por los
Desde temprana Dios se ha
demás; para nada estaba preocupada
constituido en el centro de su vida. Su
consigo misma.
amor estuvo siempre marcado por lo
No se preocupada con pensamientos
concreto, podía unir a muchos
de no obtener o no satisfacer sus
caracteres.
propios objetivos.
Con un amor cada vez más alegre y
Su desprendimiento, su orientación
desprendido.
hacia los demás, son elementos
Nunca fue solitaria, aprendió a
centrales en su vida.
convivir con todos. No hizo alarde de sí
Ardió con tal amor por Dios y la
misma, y llegó a ser un personaje central
humanidad, que lo único que deseaba
de la comunidad.
era llevar a todos hacia Dios.
Mujer sencilla, con poco estudio,
Aprendió desde temprana edad a ver
nunca vio el vasto del mundo, tiene, por
y ayudar a los necesitados de su
su amor incondicional y su fidelidad a un
ambiente.
ideal, entregarse a la misión, que fue
madurando.
 En la escucha de la voz de Dios en el
propio corazón y por su amor que se nutría
de la fuente del Esp. Santo.
Su camino hacia Dios fue, ondulado,
oscuro. A pesar de todo, se mantuvo.
En su vida no nos encontramos con
una historia de éxito, sino de espera, de
dolor que la purificó.
Antes de su ingreso, ella
frecuentemente, mientras reflexionaba y
oraba y esta llamada tocaba a su corazón,
se preguntaba: ¿Es posible que una mujer
pueda trabajar como misionera en países
tan lejanos? ¿Seré capaz de aprender el
chino?
Helena nunca desistió de su sueño y
depositó su confianza en el Sagrado
Corazón de Jesús.
En su pueblo y en su hogar practicó y
creció en el desprendimiento, que fue lo
que caracterizó toda su vida.
Todos hablaban de su cercanía, su
bondad y tierno corazón, su simplicidad
natural. No habló tanto.
Sin necesidad de ser muy versada se
expresaba en una manera breve y directa.
Ella fue amada y estimada por las
Hermanas. Trajo paz, unidad y buen
espíritu a la comunidad y asimismo su
habilidad para cosas prácticas de la casa.
La confianza que ella gozaba no era
afectada cuando sintió la necesidad de
señalar faltas o debilidades.
Hendrina procuró de superarse ella
misma, creciendo en bondad y madurez.
 Madre María vivió como el grano de
trigo, aceptó las muertes cotidianas,
renunció a hacer efectivo su sueño acerca
de la misión en China, vivió en lo oculto,
con fortaleza y pasión que potenció la
semilla de la consagración y misión, por
ello produjo muchos frutos.
Cuando Helena Stollenwerk tuvo que
describir a Hendrina en los inicios de la
Congregación, escribió: “en la manera de
hablar y actuar a menudo es rápida e
impetuosa”. Theresia Sicke encontró que ella
“era algo brusca pero por ahora ya no es el
caso”.
Hendrina había madurado y aprendido
desde las experiencias. Ella guardó los
propios sentimientos
Misión, su comprensión
en la vida
 El comienzo de su vida ya estaba
bajo el signo de la misión en China. «Me
parecía estar en el extranjero y recibir
cartas y noticias de la querida patria».
Al principio por eso, sólo la movía el
entusiasmo por la misión, ir a los
paganos, no pensaba en una orden
religiosa.
Las hermanas misioneras están allí
donde la gente debe ser llevada al
conocimiento de Cristo, deben ahondar
en la culturar. La Madre María se
imaginaba a la hermana misionera en
este sentido, como alguien que capacitara
a las niñas a realizar su ser mujeres
cristianas, tanto en el sentido religioso
como en el práctico.
Mantuvo contacto permanente con
las misioneras.
Con su predilección por el último
lugar, entró en Steyl para servir y nunca
dejo de hacerlo.
Describe lo que entiende por misión
a una hermana: «Es estos años habrá
reconocido sin duda lo que significa
ofrecer sacrificios al buen Dios, nos
llevamos a nosotras mismas siempre y a
todas partes y que la cosa no marcha
cuando no se renuncia a la propia
voluntad… en la misión hay ocasiones
suficientes para servir fielmente a Dios y
ofrecerle sacrificios»
Ardió con tal amor por Dios y la
humanidad, que lo único que deseaba era
llevar a todos hacia Dios.
En los destinos misionales tenía en
cuenta los límites naturales y humanos de
las hermanas y su capacidad de vivir en
un clima tropical, para que cada hermana
pueda desempeñarse bien en la misión y
en su trabajo.
 Desafiaba a las pre-novicias a
mantenerse fuertes y con el ardor y fuego
del primer entusiasmo y buena voluntad,
animándolas al abandono alegre de todo
lo que era superfluo.
Promovía concursos cuando había
algún trabajo más exigente, diciendo que
quien lo asumía iría más lejos, a la misión.
A las hermanas en las misiones
decía: «Qué maravilla estar tan
fuertemente unidas por el espíritu de
amor, a pesar de estar tan distantes».
También decía: «Ciertamente sus
tareas allí no son fáciles, mas ofrezcan con
alegría cada gota de sudor y recen: Dios,
Espíritu Santo, todo por tu amor»
La principal característica de una vida
según la voluntad de Dios es la alegría.
Animaba a las hermanas, a llevar con
alegría los sacrificios exigidos por la vida
de un país extraño, y alegría en la
disponibilidad y amor mutuo.