MENSAJE
• Mateo 4:23
• 23 Y recorrió Jesús toda Galilea,
enseñando en las sinagogas de
ellos, y predicando el evangelio
del reino, y sanando toda
enfermedad y toda dolencia en
el pueblo.
•Διδάσκω: Enseñando
•Κηρύσσω: Predicando
•Θεραπεύω: Sanando
•Jesús se dedicó a enseñar, a
predicar y a sanar la gente. En
eso consistió su ministerio.
• Presentaba la verdad de un
modo que la dejaba para
siempre entretejida con los
más santos recuerdos y
simpatías de sus oyentes.
• SANABA
• Siempre se le veía paciente y
alegre, y los afligidos le
aclamaban como mensajero de
vida y paz.
• LA SALUD es una bendición inestimable, que está más íntimamente relacionada con la conciencia y la religión de lo que muchos se dan cuenta. Tiene mucho que ver con la capacidad de uno para servir, y debe ser guardada en forma tan sagrada como el carácter; porque cuanto más perfecta sea la salud, tanto más perfectos serán también nuestros esfuerzos para hacer progresar la causa de Dios y beneficiar a la humanidad.
• Hay, en nuestras escuelas, una obra importante que hacer en cuanto a enseñar a los jóvenes los principios de la reforma pro salud. Los maestros deben ejercer una influencia reformadora en asuntos de comer, beber y vestir, y deben estimular a sus estudiantes a practicar abnegación y dominio propio. Debe enseñárseles que todas sus facultades son de Dios ; y que el tiene él tiene derecho sobre cada una de ellas; y que al abusar de su salud de cualquier manera que sea, desprecian una de las más selectas de Dios. El Señor les da salud para que las usen en su servicio, y cuanto mayor sea su fuerza física, y más intenso su poder de resistencia, tanto más pueden hacer para el Maestro. En vez de abusar de las facultades físicas o recargarlas, deben custodiarlas celosamente para su uso.
• La juventud es el tiempo en que se ha de acumular conocimiento para los ramos que puedan ponerse en práctica diaria durante toda la vida. La juventud es el tiempo en que se han de adquirir buenos hábitos, corregir los que son malos, adquirir y retener el dominio propio, acostumbrarse a ordenar los actos de la vida en armonía con la voluntad de Dios y el bienestar de los semejantes. La juventud es el tiempo de siembra que determina la cosecha de esta vida y de la vida ulterior. Los hábitos formados en la infancia y la juventud, los gustos adquirimos, el dominio propio alcanzado, habrán de determinar casi seguramente el futuro del hombre o el de la mujer..
• La importancia de cuidar de la salud se ha de enseñar como requerimiento bíblico. La obediencia perfecta a las ordenes de Dios exige conformidad a las leyes del ser. La ciencia de la educación incluye un conocimiento tan completo de la fisiología como s e pueda obtener. Nadie puede comprender debidamente sus obligaciones hacia Dios, a menos que comprendan claramente sus obligaciones parar consigo mismo como propiedad de Dios. El que permanece en ignorancia pecaminosa de las leyes de la salud y de la vida, o que viola voluntariamente estas leyes, peca contra Dios.
• El tiempo dedicado al ejercicio físico no esta perdido. El alumno que estudia constantemente sus libros y hace poco ejercicio al aire libre, se perjudica a sí mismo. Un ejercicio equilibrio de los diversos órganos y facultades del cuerpo, es esencial para el mejor funcionamiento de los mismos. Hay pérdida de fuerza física y mental cuando el cerebro está constante recargado mientras los otros órganos quedan inactivos. Las facultades físicas quedan privadas de su tono sano, la mente pierde su frescura y vigor, y el resultado es una excitación mórbida.
• A fin de que los hombres y mujeres tengan mentes bien equilibradas , todas las facultades del ser deben ser puestas en uso y desarrollarlas. Hay en este mundo, muchas personas más desarrolladas en un sentido que en otro, porque un juego de facultades ha sido cultivado, mientras que el otro se ha atrofiado por la inacción. La educación de muchos jóvenes fracasan porque estudian demasiado, mientras descuidan lo que pertenece a la vida práctica. Para que el equilibrio de la mente pueda conservarse, debe com binarse un juicioso sistema de trabajo físico con el trabajo mental, a fin de que haya desarrollado armonioso de todas las facultades.
• Los estudiantes deben tener algún trabajo manual que hacer, y no les perjudicará si al hacerlo llegan a casarse. ¿No os parece que Cristo se cansaba? A la verdad que sí. El cansancio no perjudica a nadie. Tan sólo hace más dulce el descanso. No puede repetirse demasiado la lección de que la educación será de poco valor, sin fuerza física con que usarla. Cuando los alumnos dejen el colegio, debieran tener mejor salud y mejor comprensión de las leyes de la vida que cuando entraron en el.
• El exceso de estudio
• Al alumno que desea realizar en un año el trabajo de dos años, no se le debe permitir salir con la suya. Pretender realizar un doble trabajo significa, para muchos, recargar en exceso la mente y descuidar el ejercicio físico. No es razonable suponer que la mente puede asimilar una provisión excesiva de alimento mental; y recargar la mente es un pecado tan grande como recargar los órganos digestivos.
• A los que desean hacerse eficientes obreros en la causa de Dios, quiero decirles: Si imponéis una cantidad indebida de trabajo al cerebro, pensando que perderéis terreno a menos que estudiéis todo el tiempo, debéis cambiar inmediatamente vuestras opiniones y vuestra conducta. A menos que se tenga cuidado al respecto, muchos pasarán prematuramente a la tumba.
• Al regular las horas de sueño, no deben dejarse las cosas libradas al azar. Los estudiantes no deben adquirir el hábito de estudiar a media noche, y dedicar las horas del día para dormir. Si se han acostumbrado a hacer esto en casa, deben corregirse yendo a la cama a una hora razonable. Se levantarán entonces por la mañana refrigerados para los deberes del día. En nuestras escuelas, las luces deben apagarse a las nueve y media.
• El cultivo de la voz
• El cultivo de la voz es un asunto que tiene que ver con la salud de los estudiantes. Debe enseñarse a los jóvenes a respirar debidamente, y a leer de tal manera que no impongan un recargo indebido a la garganta y los pulmones sino que el trabajo sea com partido por los músculos abdominales. El hablar por la garganta, dejando que el sonido provenga de la parte superior de los órganos vocales, arruina la salud de esos órganos y disminuye su eficiencia. Los músculos abdominales han de hacer la parte, más pesada del trabajo, usándose la garganta sólo como un canal. Han muerto muchos que podrían haber vivido si se les hubiese enseñado a usar debidamente la voz. El uso correcto de los músculos abdominales al leer y hablar, será un remedio para muchas de las dificultades de la voz y del pecho y un medio de prolongar la vida.
• La alimentación
• La naturaleza del alimento y la manera en que se come, ejercen una poderosa influencia sobre la salud. Muchos estudiantes no han hecho nunca un esfuerzo resuelto por dominar el apetito, o por observar las debidas reglas de la alimentación. Algunos comen demasiado en las comidas, y otros entre horas, cuando quiera se presenta la tentación.
• La necesidad de tener cuidado en los hábitos de la alimentación, debe ser inculcada en la mente de los alumnos. Se me han instruido que los asisten nuestras escuelas no se les debe servir alimentos a base de carne y preparaciones de alimentos que se conocen como malsanos. No debe colocarse sobre la mesa cosa alguna que contribuya a alentarse un deseo de estimulantes. Apelo a todos que se nieguen a comer las cosas que perjudican la salud. Así pueden servir al Señor con sacrificio.
• Los que obedecen las leyes de la salud dedicarán tiempo y reflexión a las necesidades del cuerpo y a las leyes de la digestión. Serán recompensados con claridad de pensamientos 284 y fuerza mental, Por otro lado es posible que uno eche a perder su experiencia cristiana abusando del estómago. Las cosas que estorban la digestión ejercen una influencia embotadora sobre los sentimientos más delicados del corazón. Lo que oscurece y empaña la piel, también nubla los ánimos y destruye la alegría y paz de la mente. Todo hábito que perjudique la salud reacciona sobre la mente. Es tiempo bien gastado el que se dedica al establecimiento y conservación de una robusta salud física y mental. Los nervios firmes y serenos, y la circulación sana ayudan a los hombres a seguir los principios correctos y a prestar atención a los impulsos de la conciencia.
• La ventilación y la higiene
• Debe dedicarse atención especial a la ventilación y las instalaciones sanitarias. El maestro debe hacer uso práctico en la escuela de su conocimiento de los principios de la fisiología y de la higiene. Así puede proteger a sus alumnos contra muchos peligros a los cuales se hallan expuestos por la ignorancia y el descuido de las leyes sanitarias. Muchos miles han sido sacrificados porque los maestros no prestaron atención a estas cosas.
• Deben evitarse los cambios repentinos de temperatura. Debe tenerse cuidado para que los alumnos no se resfríen por estar sentados en las corrientes de aire. No es cosa segura que el maestro regule el calor del aula según sus propias sensaciones. Su propio bien y el de los alumnos exigen que se mantenga una temperatura uniforme.
• La recompensa de la obediencia
• El cerebro es la ciudadela del ser. Los malos hábitos físicos afectan el cerebro, e impiden que se alcance aquello que se desea: una buena disciplina mental. A menos que los jóvenes estén versados en la ciencia de cuidar del cuerpo tanto como de la mente, no tendrán éxito como alumnos. El estudio no es la causa principal del quebrantamiento de las facultades mentales. La causa principal es la alimentación impropia, las comidas irregulares, la falta de ejercicio físico y otras violaciones negligentes de las leyes de la salud. Cuando hagamos todo cuanto podamos para conservar la salud, entonces podremos pedir con fe a Dios que bendiga nuestros esfuerzos.
• Antes de que los alumnos hablen de sus progresos en la así llamada "educación superior", aprendan a comer y beber para gloria de Dios, y a ejercitar el cerebro, los huesos y los músculos de tal manera que los haga aptos para el servicio más elevado. Un alumno puede dedicar todas sus facultades a adquirir conocimientos, pero mientras desobedezca las leyes que gobiernan su ser, debilitará su eficiencia. Albergando malos hábitos, pierde el poder de apreciarse a sí mismo y pierde el dominio propio. No puede razonar correctamente en cuanto a asuntos que le conciernen más profundamente; se vuelve temerario e irracional en su trato de la mente y del cuerpo.
• La obligación que tenemos de mantener el cuerpo con salud, es una responsabilidad individual. El Señor requiere de cada uno que obre su propia salvación día tras día. Nos invita a razonar de causa a efecto, para recordar que somos su propiedad, y a unirnos con él para mantener el cuerpo puro y sano, y todo el ser santificado para él.
• Debe enseñarse a los jóvenes que no tienen libertad para hacer lo que quieren con su vida. Dios no tendrá por inocentes a los que tratan livianamente sus preciosos dones. Los hombres deben comprender que cuanto mayor sea su dotación de fuerza, talento, recursos su oportunidades, tanto más pesadamente debe descasar sobre ellos la carga de la obra de Dios, y tanto más deben hacer por él. Los jóvenes a quienes se enseñó a creer que la vida es un cometido sagrado vacilarán antes de sumirse en el vórtice de la disipación y el delito que se traga a tantos jóvenes promisorios de esta época.
• El maestro cuyas facultades físicas están debilitadas por la enfermedad o el cargo de trabajo, debe dedicar atención especial a las leyes de la salud. Debe tomar tiempo para participar en recreaciones. Cuando el maestro ve que su salud no basta para res istir la presión del estudio pesado, debe prestar oídos a la voz de la naturaleza y aliviar la carga. No debe tomar sobre sí responsabilidades adicionales a su trabajo escolar, que le recargan física y mentalmente hasta el punto de desequilibrar su sistema nervioso, porque esta conducta le inhabilitará para tratar con las mentes y no podrá obrar con justicia para consigo mismo o para con los alumnos.
• A veces el maestro lleva a su aula de clases la sombra de tinieblas que se ha estado acumulando sobre su alma. Ha estado recargado y se siente nervioso, o la dispepsia lo ha coloreado todo con matices lóbregos. Entra en el aula con nervios temblorosos y un estómago irritado. Nada de lo hecho le parece agradable, piensa que los alumnos están resueltos a manifestarle falta de respeto, y sus agudas críticas y censuras caen a diestra y siniestra. Posiblemente uno o más de los alumnos cometen errores, o son indisciplinados. El caso se exagera en su mente, y es severo y mordaz en su reproche para aquel que considera culpable. Y la misma injusticia la impide más tarde admitir que asumió una conducta equivocada. Para mantener la dignidad de su posición, ha perdido una oportunidad áurea de manifestar el espíritu de Cristo, tal vez de ganar un alma para el cielo.
• Es deber del maestro hacer todo lo que esté a su alcance para presentar su cuerpo a Cristo como un sacrificio vivo, físicamente perfecto, y moralmente libre de contaminación, a fin de que el Señor haga de él un colaborador suyo en la salvación de almas.
• En todas nuestras escuelas debe haber quienes estén preparados para enseñar el arte
culinario. Deben dictarse clases para impartir instrucción en esta materia. Los que se
están preparando para servir, sufren una gran pérdida cuando no adquieren el
conocimiento acerca de como preparar alimentos para que sean a la vez sanos y
apetitosos.
La ciencia culinaria no es un asunto de poca monta. La hábil preparación de los alimentos
es una de las artes más esenciales. Debe ser considerada como entre las más valiosas de
todas, por estar íntimamente relacionada con la vida. Tanto la fuerza física como la
mental, dependen en gran medida del alimento que ingerimos; por lo tanto, la persona
que prepara el alimento ocupa un puesto importante y elevado.
Tanto a los jóvenes como a las señoritas se les debe enseñar a cocinar económicamente,
y a abstenerse de toda carne. No se estimule de ninguna manera la preparación de
platos que contengan carne; porque esto es regresar a la oscuridad y a la ignorancia de
Egipto, más bien que dirigirse a la pureza de la reforma pro salud.
• Todos debieran conocer los agentes
que la naturaleza provee como
remedios, y saber aplicarlos.