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Palimpsesto

Abilio Vergara Figueroa


“Ahí están las moscas que sobrevuelan la verdad”.
(Carmen Nozal)
Palimpsesto

 Se lo ha definido en
términos
predominantemente
físicos: como manuscrito
antiguo de pergamino,
donde se conservan las
huellas de una escritura
anterior borrada, a
propósito, para escribir de
nuevo. También se ha
nominado así a una
tablilla hecha con ese fin:
para escribir, borrar y
escribir de nuevo.
Proviene del griego: pálin,
que significa “de nuevo,
otra vez” y de psáo: verbo
rascar.
Un caso histórico fue el de un texto de Arquímedes borrado y seccionado en
dos para reescribir un texto religioso. También podemos imaginar la playa
como una tablilla.
Figuras de dicción y figuras de pensamiento

 La retórica clásica la diferencia de los tropos de dicción, los que


“consisten en tomar las palabras en un sentido que no es el suyo
literal corriente”, como hace la metáfora o la metonimia. La figura
de pensamiento, en cambio, es “un modo de alterar la expresión
de un pensamiento de manera que se le dé más efecto, pero sin
que se emplee para ello alguna imagen o cambio de sentido”
(Anne Souriau, en Diccionario Akal de Estética, Madrid, Akal,
1998: 581). Lo que pretendo hacer con el palimpsesto es
profundizar su “lógica simbólica”, explotar su potencialidad para
(re)crear nuevos sentidos. En cierta forma, quiero subrayar que el
palimpsesto es el dispositivo del cambio de sentido producido por
la fricción entre dos imágenes que provienen de dos tiempos
diferentes, y que contemporizan.
Figuras de dicción y de pensamiento

 Figuras de dicción: “Este invierno es primavera, porque


llegas”; “eres un hijo de puta”; “Bogotá, cerebro y
corazón del país”.
 Si la figura de ficción modifica la significación original,
la figura de pensamiento basa su resignificación en la
intensificación de alguno(s) de los sentidos para
proporcionar una nueva mirada, un nuevo
conocimiento, una nueva emoción.
 El palimpsesto es el dispositivo que enciende la
mecánica de la producción simbólica y expresiva. Esto
tiene consecuencias metodológicas porque exige
cruzar información proveniente de diferentes fuentes y
temporalidades.
Palimpsesto como figura de pensamiento

 En primer término considerémoslo como la huella –quizá


sea mejor hablar de síntoma, porque aún está latente–
de la acción humana en el tiempo, como aquello que
persiste oculto-insinuado en el espacio, volviendo a ser
visible por alguna acción –espontánea o voluntaria–
negligencia u omisión. Para los fines de esta reflexión lo
concibo como una figura de pensamiento cuyo “soporte
material” es la memoria y su borrador-escribidor es la
imaginación –obviamente, en un contexto de poder
desigualmente distribuido– en complicidad con aquella:
esa nueva visibilidad del mensaje no necesariamente es
física, sino puede ser espiritual. Debemos hacer un
esfuerzo imaginativo para pensar la memoria –“tablilla”–
como capas geológicas o capas leves que en el
escenario del presente –movido por el placer, el interés o
el olvido– se muestra con-fundido a otras imágenes y
signos realizando o fabricando nuevas escenas que
tampoco permanecen quietas.
En pleno centro de la ciudad de México, literalmente, se les atraviesa esta
Deidad prehispánica: hoy está allí al Museo del Templo Mayor, en una esquina
de la Plaza Mayor, a un costado del Palacio Nacional y de la Catedral.
Lo sepulto exhumado: ¿brotan o no las emosignificaciones? ¿Cuántos
habitan la contemporaneidad que implica relación?
Varias capas de tiempo en la misma edificación
Año 2001: indígenas zapatistas realizan una larga marcha a la ciudad de
México: los invisibles, los borrados, arriban al Centro de la Patria. Es desde la
Bolsa de Valores, ubicada en la distinguida Av. Reforma de donde proviene la
voz.
Contexto cronotópico que provoca la emergencia de palimpsestos: No
habría habido necesidad de la Revolución, si la Independencia hubiese
dotado sus objetivos.
La resistencia como contexto de producción de
palimpsestos
La poesía de las imágenes como argumento que defiende
la vida
Imágenes de lucha que fortalecen y remiten a imaginarios que
contemporizan lo ancestral con lo actual retroalimentándose.
Las Madres de la Plaza de Mayo: el amor, la Madre, lo “doméstico” y la familia en el
centro del espacio público. El cuerpo materno como símbolo de resistencia.
Tlatelolco representa el palimpsesto urbano más destacado: contiene,
visiblemente, tres épocas que ocultan su superposición: lo mesoamericano, lo
colonial y lo moderno.
Tlatelolco conjunta el palimpsesto de la memoria y de la imaginación del futuro:
la marca histórica es hoy un símbolo energizante de movimientos sociales
nuevos, diversos.
El graffiti es quizá la forma urbana del palimpsesto por
excelencia: la reescritura es su característica.
El maquillaje como reescritura, se le opone el sudor, el
esfuerzo, la prisa, la jornada. Abajo: el fotoshop como un nuevo
intento.
“Un día sin ropa” es una forma performativa de protesta: expone precisamente
lo que el acoso sexual asedia: el cuerpo.
Los abuelos reescriben su vida al contacto de nuevo movimiento social o,
dicho de otra manera, los jóvenes reinscriben sobre aquello latente:
pasado y futuro se con-funden.
Si conceptuamos o, mejor, imaginamos el palimpsesto como reescritura, podemos
pensar que las tablillas proliferan: nuestra conciencia, nuestra memoria y nuestra
imaginación lo son también, como son el territorio, la historia y el presente.
La guerra intentó sepultarlos y/o desaparecerlos, el tiempo y
otros actores los des-cubrieron, hoy son ellos son nos-otros,
actúan en sobre nuestro presente.
¿… cuándo vuelven los desaparecidos?/ Cada vez que los trae el
pensamiento/ ¿Cómo se le habla al desaparecido?/ con la
emoción apretando por dentro (Rubén Blades, “Desaparecido”).
El Ojo que llora: memoria como re-velación
Los eliminaron, los sentimientos los reescriben
Tlatelolco: tres culturas, represión y memoria
resistente.
La conquista religiosa y el sincretismo subsiguiente propician palimpsestos intermitentes:
los indígenas, según el carácter de sus necesidades, acuden tanto al Dios cristiano
como a sus deidades que subyacen debajo de la cruz.
En el mundo indígena,
el rito y el territorio
forman una unidad
facturada por el
simbolismo.

El gesto ritual como unidad


mínima del rito es una forma de
relacionarse y construir el espacio
para convertirlo en territorio. Los
símbolos que moviliza el ritual nos
relacionan con el espacio
cosmogónico o simbólico
También el dramatismo de las luchas, efectos y políticas
La persistencia como una emergencia de nuevo sentido, contra la Historia
única, por otro futuro.
Formas de hacer territorio: institución de la comunidad.
Palimpsestos conducidos: reemplazamiento de la toponimia
en un nuevo contexto físico y espiritual (identitario).
Los íconos del metro refieren tanto a espacios, territorios, como a tiempos
diversos: estratos sucesivos y superpuestos son colocados en un mismo
plano.
¿Dónde quedó la Patria? Múltiples trayectorias posibilitadoras de palimpsestos
La caricatura sobrecarga sobre un aspecto, lo destaca y des-cubre el carácter
(en el sentido de Bergson), aunque este carácter sea precisamente maleable.
No sólo es el muro inca, es también el indígena quechua que se asoma: ¿pero,
quién lo ve? Adentro, puede el museo estar “honrándolo”.
El doble movimiento de las significaciones: el mito se vuelve fuerza política que
alimenta a la historia, la que a su vez se constituye en proyecto.
Algunos palimpsestos requieren ayuda para que lo borrado
emerja: José María Arguedas (Perú) y Guillermo Bonfil Batalla
(México=.
Nos-otros, el otro y el palimpsesto

 En estas temporalidades,
contenidas en sus objetos,
habita el otro que viene
hacia nosotros y que
nosotros re-interpretamos –
muchas veces redefiniendo
la mismidad y la alteridad–,
por lo que, para pro-mover
la emergencia de los
sentidos que desliza el
palimpsesto sentimos que
en esas huellas “habla” el
otro que nos-otros
resignificamos-
resignificándonos: el
palimpsesto es recreación
del sujeto, pero surge
cuando vamos-hacia-el-otro,
y a la inversa, cuando el otro
nos con-mueve, interpela,
contradice.
La función de los sentidos y la percepción

 Utilizo sentir en el doble


sentido: 1) sensorial-intuitivo,
es decir sensación que se
insufla de una
presignificación; y, 2) lo que
puede progresar –conducido
por la fricción de la
imaginación sobre la memoria
(imaginario)– hacia un
argumento o explicación, por
ejemplo histórica,
arqueológica o antropológica;
pero también indignada y que
moviliza.
Una postal

 De Certeau, encuentra algo semejante en la forma en que Foucault


se relaciona con el libro y la ciudad:
 “(Foucault) Visitaba los libros como circulaba en París en bicicleta, en
San Francisco o en Tokio, con una atención precisa y vigilante para
asir, a la vuelta de una página o de una calle, el brillo de una
extrañeza que estaba oculta ahí, inadvertida” (…) Por unos
resquicios del discurso, chuscos, incongruentes o paradójicos,
alguna cosa hace irrupción que desborda lo pensable y abre la
posibilidad de ‘pensar de otro modo’. Agarrado por la risa, afectado
por una ironía de las cosas que es el equivalente de una iluminación,
el filósofo no es el autor sino el testigo de estos relámpagos que
atraviesan y transgreden el cuadrilátero de los discursos sustentados
en razones establecidas. Sus hallazgos son los acontecimientos de
un pensamiento que aún no está pensado. Esta inventiva
sorprendente de las palabras y de las cosas, experiencia intelectual
de una desapropiación instauradora de posibles, Foucault la marca
con un reír. Es su firma de filósofo a la ironía de la historia” (De
Certeau, 1998: 40-41, cursivas mías).
Contemporáneo, contemporaneidad
 “Ello significa que el
contemporáneo no es
solamente aquel que,
percibiendo la oscuridad
del presente aferra la
inamovible luz; es también
aquel que, dividiendo e
interpolando el tiempo,
está en grado de
transformarlo y de ponerlo
en relación con los otros
tiempos, de leer de modo
inédito la historia, de
“citarla” según una
necesidad que no
proviene en algún modo
de su arbitrio, sino de una
exigencia a la cual no
puede no responder”
(Agamben, 2013: 18,
cursivas mías).
La fotografía es la que asocia el nevado con la inglesia,
nuestra mirada la interpreta…

 “No hay que olvidar que la cosa


y la persona representan límites
y no sustancias absolutas. El
sentido no puede (y no quiere)
cambiar los fenómenos físicos,
materiales y otros, no puede
actuar como fuerza material.
Tampoco lo necesita: es más
poderoso que cualquier fuerza,
cambia el sentido total del
acontecimiento y de la realidad,
sin cambiar ni un solo grano en
su composición real, todo sigue
siendo como era pero adquiere
un sentido totalmente diferente
(la transformación semántica
del ser). Cada palabra del texto
se transforma en un contexto
nuevo” (Bajtin, 1998: 387,
cursivas mías).
Capital escolar, el tiempo y lo contemporáneo

 Un provinciano, que
por primera vez
visita Lima, observa
que los pasajeros le
dicen al chofer,
cuando quieren
bajar del autobús:
 - Baja Francisco
Pizarro
 - Baja Javier Prado
 - Baja Larco
Herrera
 Y, luego,
provinciano le pide
al chofer:
 - Baja Jacinto
Mamani.
Lo próximo y lo contemporáneo

 Por otro lado, desde el punto de vista de los sujetos, el problema


radica en observar quiénes están en condiciones para poder
reconocer la temporalidad de esos signos-objetos que “vienen” de
diferentes épocas y alteridades y, aquí lo central, establecer las
correspondencias armónicas o contradictorias que definen lo que
puede ser caracterizado como contemporáneo, ya que la
contemporaneidad sólo surge como producto de una relación
significativa, funcional, simbólica, expresiva o emotiva. Los habitantes
de escasos recursos de la colonia popular Isidro Fabela no son
plenamente contemporáneos de la Sala Ollín Oliztli, que está edificada
al lado, entre otras cosas porque no asisten a los conciertos, a los
cursos, a los eventos, que en general se caracterizarían como “bellas
artes” o “cultura culta”. Inclusive físicamente la Sala le “da la espalda”
a la colonia, pues no hay ingreso por ella, sino por el Periférico, vía
rápida que encinta la ciudad de México. Están juntos físicamente, pero
cada quien habita sistemas significativos radicalmente diferentes, que
difícilmente harán palimpsesto.
 Para concluir diría que todo palimpsesto requiere de un contexto y
actores capaces de articular la aparente incoherencia de ciertas
vecindades (actores, objetos, imágenes, etc. de épocas diferentes).
Es la memoria asediada por la imaginación la que lo posibilita, pero
no es siempre cualquier memoria ni cualquier imaginación: ambos
requieren un cierto trabajo de la cultura (no sólo en su versión
escolar) que dejando de ser fondo opera como dispositivo: la
inspiración es una de sus formas, también la curiosidad y la
afección por el detalle. Todo palimpsesto es relación,
contemporaneidad y diálogo; es factura del presente que
correlaciona pasados y futuros de actores sociales en juegos
cómplices de la memoria y la imaginación. Los estados del espíritu
operan en una u otra dirección: indiferencia o implicación; por
ejemplo, la indignación exhuma y vigoriza sentidos ocultos o
desaparecidos, es, así, un contexto de emergencias. Las luchas
indígenas contemporáneas lo atestiguan: de varios palimpsestos
que sus luchas hacen surgir, tejen símbolos en rituales y
performances.

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