comunicación que las redes sociales ofrecen, tanto para empresas como para particulares, son necesarias en la nueva economía y “no estar” en ellas puede suponer, sin duda, un problema de competitividad.
Pero de la misma manera que resultan
herramientas de gran utilidad tanto personal como profesional, en su cara oculta, las redes sociales tienen unas propiedades que las convierten también en herramientas muy potentes para hacernos perder el tiempo.
Las redes sociales ejercen un efecto
placebo que nos calma la ansiedad en ocasiones y nos genera la sensación de “estar haciendo algo útil”, además, resultan adictivas. Los casos más típicos son la suplantación en perfiles de redes sociales, que normalmente consisten en la creación de un perfil falso en nombre de la víctima bajo el que se comparte contenido o se crea un daño a la imagen de la persona suplantada. Como medidas de prevención, la se aconseja tener distintos nombres de usuario en los diferentes servicios, para evitar que los criminales vinculen las cuentas. También las contraseñas deben ser otras. Los correos de desconocidos es mejor borrarlos sin abrirlos, nunca escribir datos de acceso por email o abrir adjuntos o links. El navegador de Internet tiene que estar actualizado. Finalmente, dar siempre solo los datos imprescindibles: si no hay información disponible, no se puede hacer un mal uso de ella. Facebook, se acerca a los 1.400 millones de perfiles activos, uno de cada 5 habitantes del planeta. Y entre todos ellos se encuentran millones de menores de edad.
La responsabilidad última de proteger a
los menores de los peligros de Internet es de sus padres o tutores. Para evitar que se haga un uso inadecuado de las redes sociales se pueden establecer filtros de edad en los navegadores, que evitan que accedan a contenidos inadecuados o a los que sus tutores consideran perjudiciales.
Las empresas proveedoras de Internet también
habilitan una serie de medidas destinadas a proteger a los menores de edad de los contenidos inadecuados y usos irresponsables de la red. Los operadores pueden limitar el acceso o establecer filtros parentales para que los niños no hagan un uso perjudicial de la red que escape del control de sus padres o tutores