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Pecado es: Vivir

Separados de Dios
Si se nos pregunta “¿Que
es pecado?” la mayoría de
nosotros vamos a
responder que pecado es
infracción de la ley, que es
lo que dice 1 Juan 3:4. Pero
esta es una respuesta a
medias. Porque el
significado de PECADO es
mucho mas que infringir la
ley. Eso es apenas una
consecuencia.
«Todo aquel que comete
pecado, infringe también
la ley; pues el pecado es
infracción de la ley.» 1
Juan 3:4
El texto dice ” Todo
aquel que comete
pecado, infringe también
la ley”, ¿porque el
apostol usa la palabra
“también”?, Antes que el
pecado sea infracción de
la ley es otra cosa,
porque se dice
“también”.
En este articulo vamos a
tratar de analizar el
problema real del
pecado, su verdadero
significado, su origen y
verdadera naturaleza y
las implicaciones para
quienes nos llamamos
cristianos.
En primer lugar hay que
entender que todos nosotros
nacemos con una naturaleza
pecaminosa, una naturaleza
caída, que nacemos separados
de Dios. Ese es el primer
problema, el hecho de que
hemos nacido separados de
Dios. Nacemos pecadores, en
el sentido de nuestra
naturaleza, pero sin culpa por
esto. (mas adelante se explica)
En efesios 2.3 Pablo
declara que somos hijos
de ira por naturaleza.
En Salmo 58:3 leemos:
“Se apartaron los impíos
desde la matriz; se
descarriaron hablando
mentira desde que
nacieron”
“En la vida de todo hombre se
manifiesta el resultado de haber
comido del árbol del
conocimiento del bien y del
mal. Hay en una naturaleza una
inclinación hacia el mal, una fuerza
que sólo, sin ayuda, él no podría
resistir” – La educación, pág. 26.
Debido al pecado de Adán,
“nuestra naturaleza cayó y no
podemos hacernos justos a
nosotros mismos”. -El camino a
Cristo, pág. 62.
Nuestro problema con el
pecado va mas allá de la
conducta negativa, el
problema va en nuestra
condición desde que
nacemos.
En segundo lugar,
aunque nacemos con
una naturaleza caída y
separada de Dios, Él no
nos hace responsables
por esto. Pues nosotros
no elegimos nacer en
este mundo.
En Juan 15:22 Jesús
declaró: “Si yo no
hubiera venido, ni les
hubiera hablado, no
tendrían pecado; pero
ahora no tienen excusa
por su pecado”
Dios nunca considera responsable
a ninguno de nosotros por nuestro
pecado – no importa si se trata de
nuestra naturaleza pecaminosa o
de nuestros pecados pasados o de
nuestros pecados presentes –
hasta tanto hayamos
comprendido dos cosas: primero,
que se trata de un pecado, y
segundo, qué podemos hacer con
respecto al mismo. Sólo entonces
comienza nuestra responsabilidad.
En tercer lugar, las
acciones pecaminosas que
comenten los pecadores
sólo son el resultado de su
naturaleza, no la causa de
ella. No es el acto de pecar
lo que nos hace pecadores.
Nosotros pecamos porque
somos pecadores, porque
nacimos en esa condición.
“Es imposible que
escapemos por nosotros
mismos del hoyo de
pecado en el que
estamos sumidos.
Nuestro corazón es
malo, y no lo podemos
cambiar”. – El camino a
Cristo, pág. 18
En cuarto lugar, generalmente
pensamos que nuestras malas
acciones es lo que nos separa
de Dios, que si infringimos
algún mandamiento vamos a
alejarnos de Dios. Pero no es
asi, es al contrario, es nuestra
separación de Dios lo que nos
lleva a cometer malas
acciones, a quebrantar la ley.
Esto le sucedió a Eva. Algunos
consideran que su caída se
produjo porque comió de la
fruta prohibida; pero la verdad
es que comió la fruta porque
había caído. En algún punto
anterior al momento de
alargar la mano y tomar la
fruta, dé alguna manera había
desconfiado de Dios para
depender de sí misma. El acto
consecuente no fue sino el
resultado.
Por ultimo, todo el que
vive separado de Dios,
vive en pecado.
Todo aquel que
permanece en él, no
peca; todo aquel que
peca, no le ha visto, ni le
ha conocido. 1 Juan 3:6
Si no tenemos una relación
con Dios, inevitablemente
vamos a estar separados de Él.
Cuando estamos separados de
Dios, la consecuencia será
infringir la ley. El problema del
pecado es mucho mas que
dejar de guardar los
mandamientos, el problema
consiste en una relación rota
con Dios, una vida sin Él.
Todos las personas desde que
nacen, nacen sin Cristo, hijos
del diablo, y es por eso que
necesitamos nacer de nuevo
en el Espíritu.
No importa si nos creemos
buenas personas porque
hacemos buenas acciones o
porque “no lo hacemos mal a
nadie”, pero si estamos
separado de Dios, estamos
perdidos.
‘Todo lo que no proviene de
fe, es pecado” Romanos
14:23.
Todo aquel que es nacido de
Dios, no practica el pecado,
porque la simiente de Dios
permanece en él; y no
puede pecar, porque es
nacido de Dios. 1 Juan 3:9
Si hemos nacido de nuevo
en Dios, no vamos a pecar
porque tendremos la
simiente divina y no
podremos pecar.
¿Que sucede si yo me
esfuerzo por mantenerme
en relación con Dios y aun
así cometo pecados?
En El Deseado de todas
las gentes, pág. 621. Se
contesta esta pregunta
en una sola
oración: “Cuando
conozcamos a Dios como
es nuestro privilegio
conocerle, nuestra vida
será una vida de continua
obediencia”.
Aun cuando nos
encontremos buscando
a Dios día tras día, es
posible que todavía no lo
conozcamos como es
nuestro privilegio
hacerlo.
Concluimos entonces que pecado
es vivir separados de Dios, y que
los demas “pecados” que
cometemos son la consecuencia
de estar separados de Dios. Que el
Pecado en su significado mas
básico no consiste en actos, sino
en una condición. Es decir, “los
pecados” (malas acciones /
infraccion de la ley) son apenas
consecuencia de “el pecado” que
consiste en vivir separados de
Dios.
Nosotros pecamos no
porque dejamos de
guardar el sábado o
violamos cualquier otro
mandamiento, sino
porque nos hemos
separado de Dios y en
consecuencia infringimos
la ley.
Nuestro esfuerzo
principal no debe ser por
guardar la ley, sino por
mantenernos en relación
cercana con Dios.
Cuando estemos en una
verdadera relación,
tendremos una vida de
plena obediencia.
Recuerde: Pueden haber ocasiones
cuando quitamos los ojos de él
momentáneamente. Se pueden
producir circunstancias cuando
dejamos de depender de él y
confiamos una vez más en nosotros
mismos. Cada vez que esto suceda,
fracasaremos. Pero mientras
continuamos esforzándonos por
conocerlo, él nos conducirá hasta el
punto de confiar en él todo el tiempo,
de tal manera que nuestra conducta
también sea correcta.
Fuente: 95 Tesis Acerca de la
Justificación por la Fe, pag. 32-41

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